El cuerpo en la psicoterapia

La expresión corporal, el movimiento, la comunicación no verbal y todas las posibilidades que nos ofrece nuestro cuerpo  son herramientas muy potentes en la psicoterapia, como forma de profundizar en la conexión emoción y cuerpo, y en la vehiculización de la expresión de las distintas emociones, muchas veces bloqueadas, o mal gestionadas por los y las pacientes.

En definitiva, la comunicación no verbal, los diferentes sistemas de observación y análisis del movimiento,  constituyen una de las formas que tenemos en nuestras sesiones de psicoterapia para distintos tipos de problemáticas y dificultades presentadas en consulta.

Normalmente, cuando pensamos en ir al psicólogo/a nos imaginamos sentados/a en una silla, hablando de nuestros problemas con el/ella, respondiendo a sus preguntas, y escuchando los comentarios y sugerencias que nos hace, ayudándonos a pensar y plantearse cuestiones, que abren nuevas vías o nuevas decisiones y caminos a nivel emocional y cognitivo, y todo ello mediante el lenguaje verbal. Pero el lenguaje verbal no es el único que nos ayuda a explorar esos nuevos caminos, y a menudo no es el más eficaz, el más directo o el más completo.

Las vías que abre el lenguaje no verbal en psicoterapia y el trabajo con lo corporal, nos permiten conectar de forma más directa con las emociones, memorias autobiográficas y somáticas situadas a un nivel más profundo (y a menudo inconsciente).

Las intervenciones desde el cuerpo   generarán cambios a otros niveles donde el lenguaje verbal no llega.

Todo movimiento tiene un significado, ese significado llega más allá del aspecto físico y  más allá de las palabras, es descubrir que el movimiento del cuerpo y su aspecto físico son el soporte del universo emocional. Hay una memoria inscrita y guardada en el cuerpo, que se despierta con el movimiento cuando éste deja de ser rutinario y mecánico.

El cuerpo está íntimamente relacionado con nuestro mundo emocional, se registra en nuestro cerebro a través de los mismos canales. Las emociones difíciles o no resueltas se manifiestan a través del cuerpo en forma de tensión, bloqueos, posturas defensivas, memorias sensoriales, secuencias de movimientos que no pudimos acabar en situaciones difíciles, el tipo de respiración, etc.

Esa relación entre el cuerpo y el mundo emocional y afectivo se da también en el sentido contrario: si cambiamos la postura y el gesto, cambian también nuestras emociones, pues nuestra memoria somática está asociada a situaciones donde sentimos esas emociones. Por eso, cuando sonreímos (aunque sea fingiendo) el cerebro emite endorfinas y otras hormonas analgésicas responsables del placer y disminuye aquéllas responsables del estrés (cortisol, adrenalina y dopamina). 

La emoción y el estado de ánimo influyen directamente en el tono muscular, modificándole y reflejándose en la actitud, en la postura y en el movimiento. La actitud corporal no engaña, nos dice de un modo más o menos sutil lo que ocurre en el interior, refleja cómo nos sentimos. El cuerpo nunca es neutro. Hay que saber leerlo, hay que saber escucharle. Todas las emociones en su extensa gama de matices en él se quedan impresas y a través de él se reflejan.  Cada persona a través del conocimiento, exploración y experimentación de su cuerpo y de éste en movimiento se encontrará un mundo interior propio y con un lenguaje que le permite expresarlo. Cuando esta expresión se dirige hacia el otro que a su vez escucha y responde, la comunicación adquiere una gran profundidad emocional.

La relación, por tanto, entre el cuerpo y lo psicológico es bidireccional. Por ello, en psicoterapia, podemos utilizar técnicas corporales como forma de intervención (para ayudar a la persona a conectar e integrar emociones profundas sin el filtro del cerebro verbal y racional) y como forma de evaluación (para conocer procesos internos de la persona que nos comunica a través de lo corporal y no vemos a través de su expresión verbal).

¿Qué objetivos conseguimos con un trabajo psicocorporal?

Algunos de los objetivos que perseguimos en la terapia a través de diferentes técnicas corporales (comunicación no verbal, danzaterapia, expresión corporal, movimiento consciente, etc.) son:

  • Acercarnos al cuerpo desde una perspectiva más conciliadora y amable. Autoconocimiento y autoaceptación del propio cuerpo como algo único y especial.

  • Fomentar la seguridad personal, la confianza y la autoestima.

  • Conectar con las emociones que esconden el cuerpo y expresarlas.

  • Resolver traumas ocultos en el cuerpo y eliminar somatizaciones.

  • Mejorar la comunicación contigo y con las otras personas.

  • Conocer las herramientas del movimiento expresivo a través de la expresión corporal.

  • Trabajar la figura corporal y autoimagen con todas sus posibilidades expresivas verbales y no verbales.

Psicodrama en el trabajo terapéutico individual y grupal

El psicodrama, tal y como lo define su creador J.L Moreno, es “el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupo, del tratamiento del individuo con métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción”.

La historia de la psicología estaba íntimamente ligada a la palabra desde su nacimiento, hasta que Moreno, en segunda mitad del siglo XX, se plantea hasta qué punto la psicología y la psicoterapia no estaban siendo demasiado limitadas a la racionalidad, y el discurso de la persona que acudía de manera individual a terapia, ya que el ser humano es social por naturaleza y un individuo de acción.

Y es que hoy en día sabemos que el relato propio de las situaciones siempre tiene un punto de elaboración y de subjetividad, mientras que la acción espontánea es una muestra de nuestra personalidad, nuestros pensamientos y nuestras emociones, más allá de que seamos conscientes de ellas o estén en un plano inconsciente.

De este modo nació el psicodrama como método diagnóstico y de tratamiento, aplicable con grupos de personas, pero también en terapia individual, de pareja o de familia.

A través del mismo se busca que las personas tomen conciencia y de sus pensamientos, sentimientos, actitudes y características de sus relaciones, favoreciendo la comprensión y la capacidad de tomar decisiones, así como ensayar las mismas valorando el impacto emocional de las mismas.

A través del psicodrama se pretende llevar la terapia a la acción, a la escenificación de aquellos conflictos que generan malestar emocional, ya sean presentes, pasados o futuros. En esa escenificación, el terapeuta psicodramatista, va ayudando en la definición de la escena, los personajes implicados y la posición de la persona en el problema en concreto. A partir de ahí, se irán utilizando diferentes recursos psicodramáticos en función del objetivo terapéutico (inversión de roles, soliloquio, el doble…).

El psicodrama grupal tiene una estructura en la que se diferencian el protagonista (persona que comparte una escena que quiere trabajar), uno o varios Yo Auxiliares (personas que comparten el contexto terapéutico y se prestan para interpretar papeles necesarios en la escena), la persona que dirige (terapeuta formado en psicodrama) y el escenario.

En el psicodrama bipersonal, los Yo Auxiliares son sustituidos por elementos que ayudan a externalizar y a crear una imagen de la situación.

Además de esta estructura de participantes, el psicodrama tiene una estructura temporal:

  1. Caldeamiento: antes de empezar un psicodrama, los participantes deben de estar preparados emocionalmente para ese trabajo. Esa preparación se hace a veces desde el diálogo, hablando de la situación que se quiere trabajar y otras veces se hace mediante ejercicios corporales que ayuden a conectar mente y cuerpo con la emoción y la situación. El caldeamiento también ayuda a generar un clima de confianza y conexión en los grupos.

  2. Dramatización: es el momento en el que se trabajan las escenas elegidas por la persona o el grupo. En la dramatización pueden participar diferentes personas o utilizarse diferentes objetos y su duración es variable en función de la escena a trabajar.

  3. Compartir: tras la dramatización, se realiza un compartir, en el que se expresan las emociones experimentadas, las resonancias que ha podido generar la escena en diferentes personas y en el protagonista. El lenguaje utilizado en el compartir es el “lenguaje yo”, alejando los juicios y consejos.

De esta manera, el psicodrama aúna el trabajo racional y emocional, implica a la persona en su totalidad y la conecta con la acción, haciendo que el trabajo sea de gran utilidad en el avance hacia el bienestar psicológico.

A través del psicodrama se busca que la persona pueda conectar con su autenticidad y pueda expresarse a través de ella, desprendiéndose de roles impuestos o de mecanismos de defensa que puedan estar interfiriendo en su desempeño en diferentes áreas de su vida. Al estar basado en la acción, el psicodrama saca a las personas de la racionalización, del discurso, y les enfrenta a sus emociones, actitudes y acciones auténticas.

En Grupo Crece, el psicodrama forma parte de nuestras terapias individuales, así como de las terapias de familia y pareja y también de nuestros talleres.

En las terapias individuales trabajamos a través del psicodrama duelos por personas, relaciones o momentos vitales. Gracias al psicodrama las personas sienten que pueden expresar aquello que no pudieron hacer en su momento, así como valorar esas personas, relaciones y momentos vitales desde una perspectiva realista, lejos de la idealización que muchas veces surge en los duelos. También, nos resulta de gran utilidad para tomar conciencia de nuestras contradicciones, de los debates internos que nos atrapan, y poder tomar una perspectiva constructiva y activa, descubriendo el origen y motivación de esos discursos contrarios que tantas veces se dan en nosotros. Se trata también de una gran herramienta para valorar el universo relacional de las personas, la manera en la que se posicionan en las diferentes relaciones y hasta qué punto esa postura es sana o dañina.

En el trabajo con niños y niñas, el psicodrama encuentra un terreno amigo. Lejos de las barreras y resistencias adultas, que generan bloqueos y rechazo de todo aquello que se sale de su zona de confort,  los niños y las niñas viven de manera natural trabajar desde la acción, dramatizar para aprender y conectar con sus sensaciones corporales. De esta manera, el trabajo grupal mediante psicodrama también es en sí mismo una experiencia de aprendizaje social, en el que la empatía, el respeto y los límites son la base de la actividad. De manera individual recurrimos a objetos como juguetes, peluches o marionetas y a imágenes creadas por ellos y ellas en trabajos previos de arte terapia. Así, el miedo por ejemplo, puede ser representado por una tela, por un muñeco o por un dibujo. En terapia infantojuvenil el psicodrama es una de las bases del trabajo, siendo de especial utilidad para gestionar emociones como el miedo o el enfado, así como para aumentar su universo de opciones a la hora de enfrentar situaciones vitales y relacionales.

En nuestros talleres, el psicodrama también está presente, de manera transversal o protagonista. Es lo que nosotros llamamos el aprendizaje experiencial o vivencial. Creemos que la teoría es hoy en día accesible a la mayoría de personas. Solo hay que asomarse a internet o las redes sociales para conocerla. Por eso, nosotros queremos que nuestros talleres sean un lugar donde hacer y vivir cosas diferentes. Un lugar donde probar, donde soltarse, donde jugar y valorar cómo nos sentimos en esos registros. Un lugar donde podamos salir con la sensación de “puedo hacer y sentir algo diferente”. Además realizar este proceso en grupo nos ayuda a resignificar nuestra imagen de la sociedad y de nuestro lugar en ella. Cada grupo es una pequeña sociedad en la que se reparan daños generados en otras sociedades.

¿Para qué te va a ir muy bien realizar un entrenamiento en mindfulness en 8 semanas?

Para que aprendas a vivir el presente y la vida con plenitud

La mayor parte del tiempo vivimos absortos en nuestros pensamientos. Estamos analizando, anticipando situaciones futuras, enganchados a situaciones pasadas, juzgando (-nos). Actuamos de forma automática perdiéndonos infinidad de detalles que están sucediendo en este mismo momento. Así, la vida se nos escapa entre los dedos.

A través de la práctica de la meditación mindfulness, aprendes a ser consciente de cuándo tu mente queda atrapada por los pensamientos o las emociones. Aprendes a llevar tu atención a lo que está aconteciendo en ese momento. Te abres a lo que los sentidos te traen del mundo exterior: olores, formas, sabores, lo que te transmiten los otros, etc. Atiendes tus sensaciones y a lo real que está ocurriendo, no lo que la mente te hace creer o suponer.

Para reducir tu nivel de ansiedad y estrés, así como la depresión.

Cuando nuestra mente viaja, a veces nos lleva al futuro. Como lo desconocemos, lo imaginamos, lo suponemos, y eso nos genera miedo y ansiedad. Anticipamos generalmente cosas negativas y desconfiamos por tanto en nuestra capacidad de superar tales horrores que inventamos.

Cuando nuestra mente viaja, a veces nos lleva al pasado. Nos deja enganchados allí, rumiando sobre lo que podría haber sido si hubiéramos hecho tal o cual cosa. Nos puede generar enfado, tristeza, melancolía…y pensamientos catastróficos abrumadores.

Cuando haces de la meditación una práctica diaria, aprendes a relacionarte con lo que ocurre en tu mente y observarlo sin juzgar, sin considerarlo bueno ni malo, sino como lo que es. Sencillamente son eventos mentales que nos generarán emociones que podremos vivir con naturalidad, como experiencias humanas normales. Observas desde la calma y la serenidad para responder con claridad.

Para habitar tu cuerpo y disminuir tu tendencia a vivir en la mente

Uno de los objetivos del entrenamiento de las 8 semanas es desarrollar una conciencia corporal, olvidada completamente ante el deseo de desarrollar la mente.

Como dice Welwood, “El objetivo del Mindfulness es convertir el cuerpo en una herramienta para conocer, para ver como la experiencia surge y desaparece, y así entrenar la aceptación. El cuerpo siempre está en el presente, y por lo tanto se puede utilizar como el espacio donde acudir cuando se quiere vivir la experiencia del aquí y ahora. El cuerpo en la meditación en Atención Plena, nos sirve de anclaje para conectar con el presente, ya que las sensaciones corporales no pueden suceder ni en el pasado ni el futuro”.

Cuanta más fina sea nuestra atención a la información que tenemos del cuerpo, más conoceremos sobre nuestras sensaciones, emociones y necesidades. El cuerpo sabe antes que la mente lo que está ocurriendo. La mayoría de las decisiones que tomamos no son racionales, son emocionales, y éstas se localizan desde el cuerpo.

Para reducir tu exceso de pensamientos rumiantes u obsesivos

La atención o consciencia plena permite que puedas convivir con tu mente. En ningún caso trata de dejar la mente en blanco o a un lado, sería contraproducente, pues nuestra mente es necesaria para la supervivencia.

Si bien es cierto que no se eliminarán por completo los pensamientos rumiantes, sí aprenderás a no dejarte atrapar ni arrastrar por ellos. Serás capaz de darte cuenta de cuándo tu atención se desvía del presente, y podrás de forma voluntaria llevarla de nuevo a la respiración o a aquel “objeto” que hayamos elegido como centro de nuestra atención.

El simple hecho de no “dar coba” al pensamiento, reduce su frecuencia.

Para gestionar tus emociones y reaccionar a lo que te ocurre de forma más ajustada

Las emociones nos provocan sufrimiento porque tratamos de quitarlas de nuestras vidas. Y cuanto más intentamos deshacernos de ellas, más irrumpen con fuerza, más nos dominan y nos llevan a reaccionar desafortunadamente, apareciendo de nuevo el sufrimiento.

Lograr que las emociones no sean un impedimento, sino una ayuda, requiere que modifiquemos nuestra forma de relacionarnos con ellas. El problema no son las emociones en sí, sino cómo nos posicionamos frente a ellas: desde la resistencia a que estén en nuestras vidas.

En vez de huir o eliminarlas, aprendemos a observarlas como eventos mentales y no como realidades sustanciales. Nos abrimos a ellas desde la curiosidad, sin juicios, y las experimentamos tal y como son. No son nuestras enemigas, aunque a veces puedan ser desagradables. 

Para quererte más y mejor

Como la meditación nos permite acercarnos a los eventos internos y externos con una actitud de apertura y sin juicios, de forma amable y cuidadosa. Esta nueva forma de relacionarnos con las cosas también comienza a reflejarse en cómo me relaciono conmigo misma. Me voy conociendo, en mis más y mis menos, abandono los juicios de valor y me voy aceptando tal y como soy.

Para vivir la vida tal y como es.

Nadie nos dijo, y en ningún sitio está escrito, que LA VIDA, ( así, con mayúsculas) fuera bonita o fea, justa o injusta, alegre o triste…y otros tantos mil y un adjetivos y sus contrarios con los que describirla.

La vida ES LO QUE ES.

La vida es placer y dolor. A la vez. A la par. La consciencia plena nos permite ponernos frente a lo que nos acontece diariamente desde un lugar más sano. Sano en cuanto a que acogemos las luces y sombras de igual forma. Empezamos a ser conscientes y a experimentar la vida en su totalidad. Es terapéutico.

¿Qué ocurre durante una terapia psicológica?

“El propósito de la psicología es darnos una idea totalmente diferente de las cosas que mejor conocemos.”

Paul Valery

Desde el primer momento en que una persona entra en un “despacho de terapia” se inicia una relación. Una relación diferente a las conocidas hasta ahora. No saben nada la una de la otra. Sólo saben que una viene a mostrar su interior ( hasta donde pueda, pues no es fácil hablar de una/o misma/o) y la otra está dispuesta para observar, recoger y sostener.

Este primer encuentro es importante pues ambos miembros de la relación decidirán si su camino juntos puede continuar.

Iniciar un proceso terapéutico con alguien requiere de confianza, de poder sentirse comprendida/o y protegida/o por el otro. Esto es lo que debe ofrecer la o el profesional. Esto es lo que debe sentir la persona que acude a terapia. Esto es un equipo. La implicación de ambas partes será fundamental.La investigación ha demostrado que el éxito de la terapia está determinado más por la calidad de la relación entre terapeuta y paciente, que por la orientación teórica del terapeuta.

Esta relación, para que prospere, requiere de un compromiso. Por una parte, el/la paciente se compromete a “trabajar” en él/ella mismo/a. Iniciar una terapia psicológica requiere de cierto esfuerzo para mirarse por dentro. El terapeuta podrá mandar tareas a realizar entre sesiones, donde será necesaria la reflexión, cierta consciencia de lo que sucede alrededor y en una misma, de honestidad...

Por otra parte, un compromiso con respecto a la asistencia a las sesiones . La terapia es un proceso, y como tal, para que de frutos, es necesaria la continuidad en el tiempo.

En la terapia se produce un tipo de conversación especial. No serás juzgada/o ni criticada/o. No debes preocuparte por si lo que dices es correcto o incorrecto, ni callar cosas por si haces daño o molestas al otro. No serás castigada/o de ninguna manera. Absolutamente todo lo que digas o necesites decir está bien. Y, lo más importante, no hay nada que sea una tontería. Todo lo que sientes, piensas o haces es importante.

Y si algo de esto no sucede, si en algún momento te sintieras juzgada/o, molesta/o o con desconfianza para expresar…lo mejor de todo es que puedes hablar de ello también. En tu relación con el terapeuta, quizás aparezcan emociones o pensamientos que tienes a tener “fuera” de la terapia. Qué mejor lugar como “laboratorio de pruebas” para poder hablar y explorar esos miedos, dudas y angustias.

¿Qué pasa durante las sesiones?

Que se empieza a poder nombrar ya poner palabras a sensaciones, malestares, imágenes o pensamientos confusos. Se saca fuera lo que está dentro.Esto permite comprender y darnos cuenta de lo que nos pasa, a la vez que alivia nuestra ansiedad y estado de ánimo y reduce la intensidad de nuestras emociones.

Se añaden a tu vocabulario palabras como “ respetar” y “ legitimar”. Comienzas a respetar tus tiempos, tus espacios…a respetarte en general. Comienzas a dar valor a lo que sientes, aunque lo que sientas lo consideres “terrible”. Son emociones que aparecen y, por muy negativas que éstas sean, no podemos obviarlas, evitarlas ni taparlas. Comienzas a naturalizar las emociones, a normalizar los errores, a convivir con la imperfección. Te permites dejar de lado la perfección y vivir como un ser humano. Abandonas el deseo de ser un superhéroe/heroína que puede con todo. O un dios o diosa del Olimpo, como lo denomino yo en mi terapia.

El profesional de la psicología no te dirá lo que quieres oír. Será como un espejo donde aprenderás a verte tal y como eres, no como desearías ser o como te culpas por ser.

También se produce, a mi modo de ver, un proceso de DECONSTRUCCIÓN:

Deshacer analíticamente algo

para darle una nueva estructura.

No quiero meterme en exceso en otros campos de conocimiento, ni tengo la intención de generar un debate dialéctico sobre la conveniencia de este término. Sin embargo, creo que es una palabra que define muy bien algo que sucede en la terapia.

Esta palabra fue utilizada por Jacques Derrida, filósofo francés del S. XX. Él consideraba que la deconstrucción es una “estrategia” que deshace los conceptos que se han edificado, no para destruirlos sino para comprobar cómo están hechos, cómo se ensamblan sus componentes y qué elementos ocultos controlan su significado. De esta forma, se podrán presentar nuevas posibilidades de interpretación, nuevos significados.

En un proceso terapéutico, mientras se van nombrando nuestras confusiones,  se van “aireando” y sacando a la luz aquellas ideas, conceptos, valores y creencias con las que nos relacionamos con nosotras/os mismas/os ( como personas), con las/os demás y con el mundo.Todos estos valores y creencias son como un velo a través del cual interpretamos la vida, lo que ocurre ahí fuera ( y dentro de nosotras/os).

Por lo tanto, no nos relacionamos directamente con la realidad, con la verdad, sino que nos contamos las cosas a nuestra manera, como queremos o como podemos.

Nuestros conceptos se van edificando a través de nuestra historia de aprendizaje. La historia aprendizaje de cada persona es única e individual, y se conforma en el día a día de la persona, en su interacción con el entorno, con las experiencias vividas. También interviene nuestro temperamento, es decir, aquello con lo que ya nacemos. Lo que somos hoy es día es fruto, en gran parte, de nuestro temperamento en interacción con el entorno.

A la historia personal de aprendizaje es necesario añadir el contexto cultural que nos rodea, el momento social que nos acompaña. No es lo mismo el concepto de “Amor” que hay ahora, que hace simplemente dos generaciones. No es lo mismo vivir en una época de bonanza y esperanza, que de declive y desaliento.

La mezcla de todo esto es desde donde se van construyendo nuestras creencias e ideas de cómo son las cosas, o de cómo consideramos que deben ser.

En resumen: nuestra visión de las cosas se encuentra “ empañada”. Tenemos relatos de la vida , de lo que debe ser, que de repente no concuerdan con la realidad…y de aquí proviene mucho de nuestro sufrimiento.

“Eso que ha sido siempre aceptado por todos y en todos lados, es casi seguro que es falso”

Paul Valery

El motivo principal por el que una persona decide ir a terapia es la aparición de un malestar creciente que impide el “normal” funcionamiento de su vida, de forma general o en un ámbito en particular.

Te recomiendo este artículo de mi compañero Alberto lópez Viñau. “Cuándo ir a un psicólogo”

Queremos encajar en un ideal, que los demás y la vida también encajen en ese ideal. Los ideales no existen, por lo que cuando chocamos con la realidad, aparece ese malestar.

En terapia se deconstruyen esos ideales. Se deconstruyen conceptos tan complejos como el Amor, la Amistad, la Familia, la Felicidad…No se destruyen, sino que se repiensan. Conocer de dónde vienen, qué elementos controlan su significado. Discernir entre lo que nos fue “impuesto” y lo que es “nuestro”. Elegir con qué parte queremos quedarnos y cuál desechar.

Volver a construir nuestro propio significado de las cosas para poder elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Siempre desde la premisa de que hay otro que también tiene derecho a vivir su vida, al que también hay que respetar y dar legitimidad.

“Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para ver la diferencia”.

Quizás ésta sea la parte más difícil de una terapia. Darse cuenta de que no se es un ente pasivo que recibe la solución mágica a sus problemas, sino que te das cuenta de que estos pueden cambiar, engrandecerse o desaparecer, en función del punto de vista desde el que los observes y en función de lo que hagas directa o indirectamente con ellos.

Es decir, empiezas a ser consciente de que tienes una parte activa y de responsabilidad en lo que sucede en tu vida. Te irás liberando de la culpa, que paraliza y victimiza, y la irás transformando en responsabilidad, que moviliza y permite buscar soluciones.

Y, aunque parezca casi mágico ( no lo es pues detrás hay un gran y duro trabajo de ese equipo), de repente un día empiezas a vivir tu vida de una forma más sencilla. La vida deja de ser tan pesada. La vida empieza es más liviana. La vida empieza a ser tal y como es.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga e instructora de mindfulness

Grupo Crece

 

Terapia familiar. Una perspectiva sistemica.

Os hablaremos en este post de la terapia familiar desde una perspectiva sitémica ya que la familia en sí misma es un sistema.

“El que es bueno en familia es también buen ciudadano.” Sófocles.

"La familia es el lugar principal del crecimiento de cada uno, pues, a través
 de ella, el ser humano se abre a la vida y a esa exigencia natural
de relacionarse con los otros."  San Francisco

La familia es, sin duda, la institución más antigua. A pesar de los múltiples cambios socioculturales que ha vivido nuestra especie desde su aparición, el grupo familiar se ha mantenido a lo largo del tiempo, como la célula básica de la sociedad. Esto implica que el concepto de familia y la vivencia que cada individuo posee de ella son factores determinantes en nuestro desarrollo como personas.

La familia desempeña un papel protagonista en la educación y el desarrollo de los niños y las niñas. Es el primer entorno social en el que los pequeños y las pequeñas comienzan a desarrollar capacidades de todo tipo, desde las emocionales a las intelectuales, pasando por las habilidades para relacionarse con los demás y una innumerable lista de destrezas que definen al ser humano.

Los padres y las madres son para sus hijos e hijas las primeras y más sólidas figuras de referencia. Los progenitores son los encargados de transmitir su visión sobre el mundo, los valores, la moral y la cultura en la que se desenvuelven. Y son los primeros responsables en educar a sus hijos e hijas dentro de las normas y las formas de actuación comúnmente aceptadas por la sociedad, de las cuales son intérpretes. La tarea de los progenitores depende, pues, de dos variables fundamentales: en primer lugar, su capacidad para modelar el comportamiento de sus hijas e hijos; en segundo lugar, su capacidad para interpretar ellos mismos lo que la sociedad demanda de cada persona, y su capacidad para transmitirlo.

A la dificultad de la tarea que los padres y las madres tienen encomendada, se añaden otras variables, entre las cuales destaca el continuo proceso de cambio en el que actualmente vivimos. Esto es lo que convierte esta tarea en un auténtico reto. Pero no hay que olvidar que el correcto funcionamiento de las sociedades humanas depende en buena medida del éxito de los progenitores en llevar a cabo esa misión.

La familia se conforma como una red de relaciones que opera a nivel interno y a nivel externo. A nivel interno cobran relevancia las afinidades y diferencias ideológicas y personales entre los individuos que conforman la familia y la red de influencias mutuas que se generan entre ellos.

Uno de los primeros desafíos para cualquier menor es intuir qué lugar ocupa en la estructura familiar, cuáles son sus zonas de confort, de influencia y de responsabilidad. Y a nivel externo, la familia se comporta como un sistema social que interactúa con el medio y, por tanto, se ve influenciado por el entorno en el que se desenvuelve y por las oportunidades y obstáculos que este entorno le presenta.

Por otra parte, los miembros de la familia son a la vez miembros del grupo social en el que esa familia se inserta y, por tanto, sus experiencias personales operan también a dos niveles: interno y externo. Este hecho hace que las experiencias positivas o negativas que pueda tener cada miembro de la familia en su ámbito social se trasladen a la relación familiar. De este modo se teje una red de influencias multidireccional en la que lo interno a la estructura familiar influye sobre el exterior, el exterior influye sobre el sistema familiar, y cada miembro influye sobre los demás.

Hacer de estas influencias algo sanador, que ayude a la familia a afrontar los problemas, bien sean provocados por características externas al sistema o internas de él, es el principal objetivo de la Terapia Familiar.

Una familia funcional se caracteriza por cubrir las necesidades de sus miembros cumpliendo con sus cometidos de acogimiento, cuidado, apoyo, educación y socialización.

Es además capaz de afrontar las crisis y los cambios requeridos en cada momento y ante las demandas del medio, manteniéndose como grupo estructurado, comunicativo y con capacidad de adaptación. Los límites claros, las reglas flexibles y una jerarquía congruente son los pilares de una familia funcional.

Ayudar a las familias a fortalecer sus pilares, a encontrar el camino hacia la estabilidad del sistema y potenciar la funcionalidad del mismo son las luces que guían un proceso terapéutico en familia.

La terapia familiar trabajará sobre todos los aspectos que estén poniendo en peligro el bienestar del sistema y de cada uno de sus miembros, yendo al foco del problema, con independencia de que afecte a un miembro, un subsistema o el sistema en su conjunto. Aunque el objetivo es favorecer el bienestar de la familia en su conjunto, el motor que guiará toda intervención será garantizar el bienestar y la protección de los y las menores existentes en el sistema y favorecer un crecimiento saludable.

En la terapia familiar, el síntoma que pueda padecer uno de los miembros se muestra como una expresión de una dificultad que tiene el sistema completo. De esta manera, no se trabaja de manera única con la persona que expresa un dolor una dificultad, sino con el conjunto familiar en sus diversas combinaciones (todos juntos, unidad paternal-maternal, unidad filial, dos miembros en conflicto…)

Con este objetivo, la terapia familiar ofrece un espacio en el que la familia reconfigura sus relaciones y expresa sus necesidades en un entorno protegido. Esta reconfiguración suele estar basada en dos pilares:

1.      La configuración de la familia.

En muchas ocasiones, el malestar en la familia tiene que ver con un problema de estructura. Una familia en la que la configuración está mal gestionada, es una familia en la que los problemas afloran con mayor facilidad. De este modo, desde la terapia familiar se busca generar el desequilibro necesario entre madres/padres con sus hijas/hijos, con el fin de que cada miembro ocupe el lugar que le corresponde, con sus derechos y responsabilidades adheridos.

2.      El desarrollo de habilidades.

En muchas ocasiones, para conseguir una mejora en la situación familiar, necesitamos dotar a los miembros de habilidades de diferente índole: emocionales, de comunicación, parentales…

En base a estos dos pilares se ponen al servicio de la terapia una gran variedad de técnicas que hacen de cada sesión una oportunidad para trabajar los aspectos que dificultan el entendimiento y la convivencia de la familia.

El trabajo se realiza desde una alianza con el sistema familiar. Es muy importante que todos los miembros entiendan que el o la terapeuta no están a favor de unos o de otros, sino que está a favor del bienestar de la familia, y que con ese objetivo, alienta a fomentar o modificar actitudes y acciones. De este modo, es propio de la terapia familiar identificar la manera más adecuada de enfocar las sesiones con cada familia. Así, habrá familias que acudan

En conclusión, la terapia familiar es un espacio en el que las fuerzas se suman por un objetivo común: mejorar el bienestar de las personas.

Terapia integradora: una psicoterapia adaptada a cada situación vital

La terapia integradora o terapia integral, es una psicoterapia que aúna e integra diferentes corrientes de la Psicología probadas científicamente y técnicas psicoterapéuticas eficaces.

En nuestro caso, en Grupo Crece integramos la terapia cognitivo-conductual, el psicoanálisis relacional (un enfoque psicoanálitico abierto y modernizado, derivado de la corriente sistémica y humanista), la psicología gestalt, el enfoque sistémico, imprescindible para la terapia familiar, de pareja y para el trabajo con organizaciones, el coaching o psicocoaching, técnicas de mindfulness, la arteterapia, EMDR, TIC y otras técnicas de avanzada que aceleran los proceso de tratamiento y son la herramienta más eficaz para trabajar con trauma y estrés postraumático, , técnicas psicocorporales y psicodrama, terapia de grupo, talleres de habilidades y terapia individual, familiar o de pareja.

No nos colocamos una etiqueta de psicólogos psicoanalistas o cognitivos-conductuales, por ejemplo, sino que nos adaptamos a lo mejor para cada paciente.

Consideramos que la Psicología aporta demasiadas cosas interesantes como para ceñirnos a un ámbito, todos son complementarios y suman: psicología social, psicología evolutiva, psicología cognitiva, neuropsicología, etc. Además disciplinas limítrofes nos aportan conocimiento y herramientas claves para nuestro equipo: coaching, mindfulness, neurociencias, danza y otras expresiones artísticas.

Terapia Integradora en Psicología. Ventajas y eficacia.

La orientación integradora de nuestros y nuestras psicoterapéutas en Grupo Crece pretende lograr.

Adaptarnos a cada persona y cada problema. Por ejemplo:

Hay personas que requieren un cambio en sus patrones de conducta, patrones dañinos que les generan infelicidad y conflicto y van a necesitar un entrenamiento en habilidades, pautas conductuales y un trabajo emocional más profundo para encontrar la causa de esa repetición de patrones.

Otras personas van a necesitar un refuerzo de su autoestima, teniendo que cambiar patrones cognitivos muy instalados. Cuando los problemas de autoestima se centran en el cuerpo, la imagen, usaremos técnicas más psicocorporales o arteterapéuticas.

Personas muy mentales y racionales que necesitan a priori, un enfoque más cognitivo-conductual pero que a medio plazo en el proceso terapéutico, requieren un enfoque más vivencial a través de técnicas que le den más peso al cuerpo que a la mente.

Hay problemas arraigados en una situación traumática, que a veces ni siquiera está presente de forma consciente, que genran mucho sufrimiento, conductas desadaptativas, somatizaciones, etc., y será muy importante un abordaje de psicoánalisis relacional y de técnicas de EMDR o TIC, para ir reprocesando el trauma y favorecer la sanación de la persona.

En el caso de una pareja o familia que acuda a terapia, o una persona, a nivel individual pero cuyo problema se de carácter grupal como conflictos familiares, conflictos laborales o sociales, es importante incorporar el abordaje sistémico y el psicodarma. Incluso, a la hora de ofrecer un asesoramiento a una organización con muchos conflictos, no sólo serán adecuadas las estrategias de coaching sino que habrá que apelar a la psicología sitémica organizacional.

Los niños y adolescentes en la mayoría de ocasiones van a necesitar un enfoque gestalt, psicodramático para trabajar con roles y juegos y dinámicas de arteterapia, y el trabajo con madres y padres, además un enfoque cognitivo-conductual para que adquieras herramientas educativas.

La gestión del estrés, la autoexigencia, la ansiedad … se verán muy bien enfocadas bebiendo de mindfulness.

Mindfulness y la terapia cognitivo conductual se muestran muy eficaces para tratar el TDAH y problemas de conducta.

Una depresión requiere igualmente un abordaje, que incluya técnicas cognitivas, técnicas conductuales, técnicas de coaching, técnicas psicocorporales para movilizar la sintomatología de cansancio y desgana corporal, y otras herramientas si hay un proceso de duelo mal sanado, un vacío existencial desde hace tiempo… es decir, para abordar la causa de la depresión y no sólo sus síntomas.

Las dificultades en la toma de decisiones suelen funcionar muy bien con herramientas de coaching y técnicas que favorezcan la escucha emocional y el autocontacto y autoconocimiento.

Los problemas de relación social y asertividad, así como las fobias y obsesiones, se ven beneficiados de un enfoque psicoeducativo cognitivo-conductual, con técnicas de exposición y prevención de respuesta, pero se suele combinar con EMDR y TIC para abordar más directamente el bloqueo emocional que hay siempre como base de estos trastornos o problemas.

Los trastornos de la personalidad, trastorno bipolar, los trastornos de la alimentación, la esquizofrenia, las adicciones, requieren siempre de un trabajo multidisciplinar.

A veces, la terapia de grupo o el entrenamiento en habilidades en un taller, va a ser lo que marque la diferencia.

Otro elemento importante para tener en cuenta una terapia integradora es como es la o el paciente. La psicología integradora facilita acomodarnos a la personalidad y características idiosincrásicas de las y los pacientes.

Hay personas que necesitan explorar, y otras necesitan ir más al grano, hay personas que viene con más temor o incertidumbre a terapia, y les cuesta más abrirse, otras se abren desde el primer momento, unas van a preferir y necesitar más una terapia presencial, otras lo van a ver facilitado a través de una terapia online, a veces, pueden necesitar más una terapia de grupo o grupo de habilidades, que una terapia individual.

Intervenciones interdisciplinares

Colaboramos con otros profesionales de la salud de ramas tan importantes como la psiquiatría, la fisioterapia, la nutrición, a quien derivamos para intervenciones puntuales o en paralelo con el tratamiento psicológico. Además, otros profesionales como profesores de teatro, coach de voz, coach de imagen, coach deportivos, participan en nuestras intervenciones.

Intervención integral

La terapia integradora tiene la ventaja de hacer una intervención integral atendiendo a los diferentes niveles de una persona (salud mental, física, emocional, social, laboral) y favorecer un equilibrio entre los diferentes elementos de la personas para facilitar su máximo potencial.

Potenciar un vínculo sano y la relación terapéutica

Y un elemento básico para nosotr@s en Grupo Crece es clave para facilitar la adaptación a los y las pacientes, que es generar adecuadamente el vínculo terapéutico. El enfoque humanista y el psicoanálisis relacional nos aportan muchas herramientas para favorecer un vínculo sano entre terapeuta-paciente.

Técnicas probadas científicamente, eficaces y avaladas por organismos internacionales.

La terapia integradora logra abordar los problemas de forma profunda, interviniendo en base a dos líneas de trabajo: en los síntomas para aliviar a corto plazo a las y los pacientes y en las causas, profundizando en los problemas para dotar a las personas de recursos a largo plazo.

Esto genera un trabajo en mucho menos tiempo, ya que se seleccionan los enfoques y técnicas más efectivos en cada situación particular, así que la terapia integradora es mucho más eficaz, notándose efectos positivos a corto plazo.

La OMS y otros organismos oficiales indican qué terapia es más adecuada para según qué tipo de problema. Por ejemplo, la terapia EMDR es la recomendada por la OMS para el trastornos de estrés postraumático, la terapia cognitivo-conductual para la depresión, ansiedad y fobias, etc.

En resumen, como en otras disciplinas, no hay una teoría que lo explique todo, así que el enfoque integrador en psicoterapia, nos ayuda a entender la psicología humana y ofrecer una respuesta ad hoc para nuestr@s pacientes. Muchas de estas teorías que ahora se integran, tenían más en el pasado que ahora,aspectos contradictorios entre sí. Con el tiempo y el avance en la investigación científica en el ámbito de la psicología y la neurociencia, estamos descubriendo que las contradicciones, muchas veces, solo eran lagunas en el conocimiento del ser humano.