Escapar de la gente tóxica

Una relación tóxica es aquella en la que después de un encuentro "me quedo mal": triste, de mal humor, incómodo o humillado.

Las relaciones tóxicas aparecen en cualquier contexto de la vida, donde menos lo esperamos;
muchas relaciones tanto de pareja como amistosos, incluso familiares son tóxicas, esto implica que dichas relaciones en lugar de ayudarnos a crecer, ser mejores personas, ser un apoyo en los malos momentos, etc., suponen todo lo contrario: minan nuestra autoestima, nos suponen un estrés añadido, nos impiden ser nosotros mismos, desarrollar nuestras potencialidades y ejercer nuestra libertad como individuos.

Al tratar de adaptarnos a la otra persona, y evitar contrariarla o que se sienta mal, nos vamos anulando y reprimiendo nuestros sentimientos y necesidades reales. A largo plazo sufriremos algún problema psicológico y emocional, incluso estaremos somatizando físicamente algún síntoma derivado de nuestro estrés emocional.

Podemos estar enganchados a una persona tóxica o estar contribuyendo a construir una relación tóxica. En cualquiera de estos casos, conviene romper la relación o establecer unos límites claros y distanciarnos de esa persona.

¿Cómo puedes identificar que sufres una relación tóxica?

  • ¿No disfrutas tanto con esta persona que con otras, con esta persona siempre hay algún momento en que todo cambia y lo bueno se viene abajo? En definitiva, ¿en términos generales cuando estás con esa persona estás más tiempo ansioso/a que relajado/a?
  • ¿Tu estado de ánimo depende mucho de esta persona?
  • ¿Sientes que tus decisiones están contaminadas siempre por la opinión de la persona tóxica, al final haces lo que esa persona quiere y no lo que tú sientes que quieres?
  • ¿Te sientes culpable en muchas ocasiones con esta persona? ¿Te culpabiliza a ti por los errores del tipo que sean?
  • ¿Te sientes ridiculizado/a o humillado/a? ¿Esta persona consigue avergonzarte a menudo?
  • ¿Esta persona limita en parte tu libertad, no pudiendo hacer o decir lo que quieras? ¿Te da miedo expresarte?
  • ¿Tu vida empieza a girar sólo en torno a esta o estas personas?

Si tu respuesta es sí a caso todas estas cuestiones, definitivamente sufres una relación tóxica

Cuando sentimos una dependencia enorme hacia alguna persona y sentimos que esa persona nos influye enormemente en lo que pensamos, sentimos y hacemos, nos sentimos enganchados a esa persona y nos sentimos metidos en un círculo negativo del que no sabemos salir, nuestra autoestima se viene abajo a aún es más difícil ver la realidad y dar un paso, se tiende a justificar todo de la persona tóxica y se ponen barreras para que otras personas del entornos nos ayuden.

¿Por qué caemos en una relación tóxica?

Quizá se parte de una autoestima baja y eso hace que percibamos a los demás siempre por encima de nosotros, o seamos personas complacientes que quieren agradar siempre a los demás aún a costa de salir perjudicados y no ser ellas mismas. Es posible que la persona tóxica nos haya hecho sentir que somos imprescindibles para su felicidad y bienestar (las personas tóxicas suelen ser manipuladoras).  Otro factor es el miedo a la soledad, si sentimos que es muy probable que estemos solos o sufrimos una situación de privación afectiva o social por alguna razón, seremos más propensos a caer en una relación tóxica.

¿Y si yo soy tóxico/a en la relación?

En una relación tóxica al final no sabemos quien es el tóxico y quien la víctima, ya que se acaban intercambiando los papeles. Lo importante, si tengo sospechas de que estamos viviendo una relación tóxica es observar nuestra relación con honestidad, ser sinceros con nosotros mismos en relación a nuestra conducta y la del otro, sobre lo que la relación y la otra personas nos aporta y lo que nosotros aportamos al otro.

¿Qué podemos hacer?

Lo primero es observar y observarme, a partir de ahí la mejor arma es desarrollar la habilidad de la comunicación asertiva para poner límites a la otra persona. Y por supuesto, trabajar la autoestima para conocerme y quererme mejor. En ocasiones, será necesario distanciarse de esa persona por un tiempo y dosificar las interacciones, en otros casos, lo mejor será romper definitivamente la relación.

Las relaciones personales tiene sentido en la medida que supongan una ayuda mutua, disfrute y bienestar mutuo y la sensación de aceptación y cariño incondicional de quien es tu amigo, tu pareja o tu familiar. si no creces con el otro, no merece la pena.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

 

 

Cuando la ira no es nuestra aliada: consejos para aprender a manejar la ira

La ira es parte de nuestras emociones, y aunque natural y adaptativa para algunas cosas como defender nuestros derechos o gestionar las injusticias...muchas veces, no sabemos o no nos han enseñado a controlarla de manera adecuada.

Además, en ocasiones puede aparecer de forma imprevisible y con una intensidad difícil de manejar, sobre todo si no estamos acostumbrados a detectarla a tiempo, no hemos desarrollado las estrategias oportunas o no hemos reflexionado sobre cuáles son las causas, situaciones o personas que más fácilmente nos la hacen sentir.

Las consecuencias pueden llevarnos a lo largo de un continuo peligroso que va desde el enfado a duras penas contenido, y las respuestas poco respetuosas, hasta la agresividad verbal, los insultos, la intimidación o incluso los actos violentos.

Dejarse arrastrar por la ira, darle rienda suelta o proyectarla hacia afuera, no es una forma de controlarla. En ocasiones, puede provocar un "efecto escalada" o una pérdida de control, incluso una sensación de estar "autorizado" para molestar a los demás.

 
Los consejos más adecuados para manejar la ira son variados, pero este podría ser un buen resumen:

1. Dedicar un tiempo a conocernos y reflexionar sobre las causas de la ira más frecuentes en nosotros.

Estas suelen estar asociadas con sensaciones de amenaza, interferencia con nuestros objetivos o frustración, el dolor, los recuerdos dolorosos, la inseguridad, la sensación de ser tratado injustamente o pensar que los demás actúan básicamente con la intención de entorpecer nuestra felicidad...

2. Buscar el momento emocional más adecuado para debatir con las personas con las que mantenemos confrontaciones más intensas.

Seguramente los motivos de conflicto no son nuevos, pueden esperar, horas, días o semanas. Es preferible esperar para conseguir una conversación constructiva, que el recuerdo de otro conflicto con una persona relevante para nosotros o una reacción de las que nos arrepintamos.

3. Respirar profundamente o hacer ejercicios de relajación.

4. Aprender a expresar nuestros sentimientos de forma asertiva.

Es decir, de forma firme y clara pero no perdiendo el respeto a los demás, ni ejercer ningún tipo de intimidación o coacción.

5. Escuchar las opiniones del otro, mostrar empatía hacia sus motivos y emociones.

Expresar nuestros objetivos como deseos, no como exigencias.

6. Demorar la respuesta.

Evitando la reacción irreflexiva y estereotipada, sustituyéndola por una respuesta que tiene en cuenta las consecuencias. Buscaremos aquellas que puedan proporcionar las consecuencias más razonables para uno mismo y para los demás.

7. Tratar de tomar distancia de la emoción, y ser objetivos con la intensidad de nuestra emoción.

A veces, creemos estar más tranquilos de lo que realmente estamos. Hay que ser humildes y tomar referencia a través de las reacciones nuestros interlocutores, o signos físicos de la ira: tensión muscular, volumen de la voz elevado o gritos, aceleración de la velocidad del habla, ceño fruncido, gestualidad amenazante...

Pedro Aguilar Cotrina

Psicólogo

Grupo Crece

  

 

Los personajes de mi vida: esos roles que reproducimos...

¿Os suenan frases como  “pareces otro delante de tu mujer” o “cuando estás con tus padres no te reconozco”?

Frases de este estilo nos han acompañado en diferentes momentos de la vida y es posible oírlas de muchas personas. Algunos reaccionan desde la preocupación ante este tipo de afirmaciones, entendiéndolas como un ataque o duda sobre algo vital en nuestras vidas: nuestra identidad. Sin embargo, esto no es más que la evidencia del juego consciente o inconsciente que jugamos en nuestro día a día a lo largo de nuestra vida: un juego de roles.  En cada uno de los ámbitos de nuestra vida (trabajo, familia, amigos, etc.)  desempeñamos un rol, un personaje que tiene una función determinada y unos comportamientos que componen una perfecta sinfonía para conseguir que esa función se vea reforzada. Hay personas que tienen un rol en el que se sienten cómodos  y buscan la manera de jugar siempre desde el mismo personaje, mientras que otros adaptan su rol a las necesidades del entorno en el que tengan que actuar, jugando roles diferentes en función de las circunstancias.

¿Es mejor mantener siempre un rol o jugar diferentes roles?

Como casi toda diciotomía, no podemos afirmar que exista una opción buena de manera absoluta.  Pongamos como ejemplo una persona fijada en el rol del luchador, encarnado en el personaje del Guerrero. Un Guerrero, para serlo, necesitará siempre causas por las que luchar, estará siempre en alarma y con la espada lista para desenvainar, haya o no razones para hacerlo. Pueden incluso llegar a buscar conflictos en los que participar y dificultades que superar con el fin de no perder su identidad de luchadores, con el desgaste que supone vivir una vida de batallas. Ahora veamos el caso de una mujer Maga en su vida laboral (sacando trabajo adelante en las peores condiciones, con soluciones para cada problema y siempre con un toque de creatividad) que en su familia juega el rol del Demonio de Tasmania (no queda nada en orden a su paso, olvida fechas importantes y genera más problemas de los que soluciona). Nuestra Maga-Demonio seguramente sentirá malestar al ver las diferencias que existen en sus roles, sufriendo un conflicto de rol que le puede generar una crisis de identidad.

El conflicto de rol se produce cuando sentimos que en nuestra vida desempeñamos roles incompatibles o cuando pensamos que un grupo de personas tiene expectativas de nosotros que no se corresponden con nuestros comportamientos actuales.

 

 

El punto de bienestar, como en muchos otros aspectos de la salud mental, está en la libre elección. ¿Has elegido los roles que desempeñas?, ¿te sientes a gusto en esos roles?, ¿te gustaría explorar un nuevo rol en algún ámbito de tu vida?

Como hemos explicado al inicio, los roles solo forman parte de un juego en el que nosotros elegimos la dirección en la que queremos mover nuestra ficha .

Muchas veces el miedo a las reacciones de los demás ante un nuevo rol nos impide explorar y nos hace anclarnos en el rol del bueno, del gracioso, del superhéroe e incluso del gruñón. Pero ante este miedo debemos plantearnos si nos merece la pena que los demás solo conozcan una de nuestras facetas o si queremos generar relaciones plenas en las que nos sintamos libres de explorar y elegir el rol que mejor nos sienta en cada momento.

Quizá tus amigos agradezcan que no coartes tu faceta mimosa con ellos, o tus padres que les deleites con tu fabulosa tortilla de patatas. 

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Cómo ayudar a los hj@s adolescentes a mejorar su imagen

Durante la adolescencia se sufren una infinidad de cambios, pero probablemente, los más drásticos son los cambios físicos. Una mala adaptación a estos cambios físicos y por lo tanto, la falta de aceptación de los mismos, pueden hacer estragos en la auto-estima de un adolescente.

 Forjar una imagen corporal positiva y saludable es una tarea muy importante para el adolescente, puesto que repercutirá tanto en su auto-estima como en la confianza que tendrá en sí mismo. Aunque la imagen corporal es cambiante y sensible a los estados de ánimo y su ambiente físico, también se forma a partir de las experiencias que el adolescente tiene y de la gente a su alrededor –padres de familia, modelos a seguir, los medios de comunicación, y sus compañeros, quienes le dan una idea de qué es valorar su cuerpo.

Es aquí donde entra el papel de los padres para fortalecer la imagen corporal de sus hijos. Y esto puede hacerse de diversas maneras, poniendo atención a detalles como la forma en que se elogia al hijo(a) adolescente, el tipo de amistades que los padres frecuentan y fomentan en los hijos, el tipo de comida que se les ofrece, el tipo de publicidad a la que el hijo(a) está expuesto, etc.

Cualquiera que ponga atención a la publicidad dirigida a los adolescentes en la televisión y las revistas puede notar cómo se fomenta la imagen de las modelos demasiado delgadas, cuerpos musculosos en los hombres… que no sólo no representan a la mujer y al hombre promedio, sino que además, fomentan una imagen corporal muy lejos de ser saludable.

La apariencia física es uno de los primeros atributos con el que los niños se describen a sí mismos y a los demás, mientras que la imagen corporal es uno de los primeros aspectos por el cual los niños perciben una parte de su autoconcepto (cómo los niños creen que son).

En los últimos años se ha constatado un incremento de los casos de insatisfacción o preocupación corporal excesiva en edades cada vez más tempranas. En general, los resultados hallados indican que las mismas variables asociadas a la preocupación por la imagen corporal y a los problemas de alimentación en adolescentes y adultos jóvenes, aparecen también asociadas en niños preadolescentes de entre 8 y 12 años con problemas alimentarios y de imagen o insatisfacción corporal.

La evidencia científica constata que los niños, y especialmente las niñas, aprenden de sus familias, a través de los medios de comunicación y en la escuela con sus compañeros, los valores sobre la apariencia y la importancia de ésta en la sociedad.

Entre los factores que parecen incidir más en el origen y desarrollo de la preocupación por la propia imagen y por la alimentación en niños y niñas destacan:

  1. Las burlas por parte de otros niños (en ocasiones motivo de acoso escolar)
  2. La interacción e intercambio de opiniones e información de los niños y niñas con sus semejantes sobre temas de peso, dietas y alimentación, y
  3. La influencia del entorno familiar, sobre todo en aquellas áreas que adquieren importancia durante el periodo de desarrollo preadolescente, cómo son la imagen corporal, objetivos, vocaciones y actitudes sexuales.

A continuación se ofrecen algunos consejos que los padres pueden seguir para ayudar a su hijo(a) adolescente a desarrollar una imagen corporal positiva.

Los medios de comunicación y la imagen corporal en los adolescentes

El adolescente promedio está expuesto diariamente a multitud de anuncios de este tipo en revistas, internet y televisión, donde recibe demasiadas veces un mensaje equivocado acerca de la imagen corporal (“éxito social y profesional”, “ligar”, “marcas”, “alimentación hipocalórica”, etc.). Es aquí donde los padres pueden minimizar el impacto de los medios de comunicación y fortalecer la imagen corporal de su hijo:

  • Limitando la exposición del hijo a este tipo de publicidad
  • Explicándole cómo las fotos son muchas veces alteradas, retocadas y mejoradas, que muestran la imagen corporal en formas poco objetivas en la vida real. La mayoría de la gente no se corresponde con ese tipo de imágenes.
  • Hablando con él de los riesgos para la salud que involucra estar tan delgado y de las ventajas de tener un cuerpo saludable
  • Revisando qué nos venden a través de los medios de comunicación y qué de esto estamos promocionando en casa (auto reflexión)

Consejos para ayudar al hijo adolescente a desarrollar una imagen corporal positiva

  • Desarrollar unas buenas habilidades de comunicación con el hijo: ADECUADO MANEJO DEL LENGUAJE VERBAL Y NO VERBAL acerca de la imagen corporal y la autoestima.
  • No esperar hasta que los hijos le hagan preguntas: conocer y practicar los mensajes que se deseen compartir. Buscar las oportunidades para enseñar, que le permitan fácilmente ayudarles a adoptar las características y cualidades que los hacen únicos.
  • Tratar de entender el punto de vista de los hijos: partir de lo que sienten, de sus opiniones, gustos e intereses.
  • Evitar hablar negativamente acerca de la comida, el peso, acerca de qué tan “bien” se ve alguien sólo porque está delgado(a), etc.
  • Centrarse en cosas que no tengan nada que ver con su apariencia física: sus logros, talentos, habilidades, potencialidades personales, otras cualidades, etc. Reforzarlo.
  • Es importante tener una actitud congruente en todo momento. Los hijos imitan las creencias y prejuicios de los padres. Es por eso que los padres deben estar pendientes de lo que dicen y cómo reaccionan ante su propia forma y tamaño corporal y la de los demás (evitar mensajes contradictorios).
  • Preparar comida interesante y novedosa. Encontrar recetas saludables y divertidas que el hijo podrá disfrutar preparar y  permitirle invitar a sus amigos a “jugar” en la cocina.
  • Reforzar e incitar cualquier actividad saludable para su cuerpo: deportes, comer sano, bailar, andar, practicar relajación, etc.
  • Felicitar su apariencia cuando se vea bien, darle elogios inesperados.
  • Comenzar a hablar con los hijos cuando son pequeños les ayudará a cimentar las bases para desarrollar una imagen corporal y autoestima positivas. Nunca es demasiado tarde para comenzar.
  • Comentarle que cada persona es única, que cada cuerpo es especial y que hay conductas relacionadas con la imagen corporal que son sanas y otras que no lo son.
  • Los padres han de revisar sus sentimientos sobre su propio cuerpo y pensar en los mensajes que ha aprendido a lo largo de su vida.

Susana Paniagua Díaz

Psicóloga educativa

Grupo Crece

 

Cuentos de sabiduría milenaria

En muchas ocasiones pensamos que el bienestar en nuestra vida consiste únicamente en la solución de tal o cual problema determinado que nos abruma, centrando nuestros esfuerzos en el aprendizaje de estrategias y habilidades que nos permitan un manejo rápido y eficaz. Olvidamos atender y trabajar sobre otros aspectos que considero la base a construir y sobre la que añadir, posterior o paralelamente, las estrategias, habilidades, conocimientos, etc., que nos permitan situarnos y encontrarnos lo suficientemente bien en nuestra vida.

Este relato nos habla de esos aspectos: 

El verdadero guerrero

Satoor era un verdadero campeón de las artes marciales de su escuela, pero aún a pesar de su destreza, sabía que todavía no conocía plenamente las artes marciales como él en su corazón presentía. Y aunque dominaba el manejo de los músculos y sabía de la rapidez y del valor, también intuía que carecía de algo importante, algo...que quizá tenía que ver con la conciencia despierta.

Llegó el día en que decidió cambiar su vida y dirigirse a un lugar en las montañas en el que se hallaba un conocido maestro de nombre Budham. Satoor pensaba que aunque dicho maestro no era precisamente el más famoso, quizá porque nunca asistía a competiciones, presentía que era el único capaz de transmitir y despertar lo que en tantas ocasiones atrás había percibido.

Cuando se presentó ante las puertas de aquel monasterio, en donde hombres y mujeres eran fuertemente entrenados, pidió a Budham que le admitiese. Tras escuchar el relato de Satoor, esbozó una enigmática sonrisa y dijo: "No estás preparado para asimilar la enseñanza de este lugar. No sabes de paciencia y no debo sembrar la semilla en una tierra insuficientemente trabajada".

"Pero Maestro", interpeló Satoor, "haré lo que me pidas, vengo desde muy lejos y he llegado aquí tan sólo con el deseo de aprender los secretos milenarios de la flexibilidad y de la fuerza".

"Por lo que te observo”, respondió Budham, “No tienes desarrollada tu templanza, eres caprichoso y tu mente está llena de espejismos y burbujas ilusorias. No sabes aplazar tus deseos y además eres un inmaduro para los frutos del alma. Así que lárgate", dijo dando media vuelta y cerrando aquella enorme puerta.

Satoor se sentía frustrado y deprimido, sin embargo seguía percibiendo que allí, tras aquellas puertas se enseñaba lo que siempre había presentido. Por tal motivo, decidió sentarse y esperar pacientemente junto al umbral de la entrada. Pasaron tres días y tres noches en los que Satoor se mantuvo ante el umbral, hasta que al final... Budham apareció de nuevo y dijo: "Te he dicho que no estás preparado". "Pero Maestro", dijo Satoor. "Juro por mis padres que obedeceré sin rechistar lo que me ordenes, por difícil que esto me parezca".

Budham, mirándole fijamente, dijo con severidad: ¿Prometes realmente obedecer sin rechistar lo que aquí se te ordene durante un período de 7 años?" "Sí, sí, lo juro, lo juro", dijo Satoor con una ráfaga de esperanza en su rostro. El Maestro abrió la puerta y Satoor cruzó el umbral. Cuando transcurrieron los dos primeros años, Satoor seguía haciendo las labores más básicas de la cocina y de la limpieza de aquel enorme lugar, sin todavía haber pisado una plataforma de instrucción. Sin embargo, pensaba para sus adentros: "El Maestro debe estar probándome, por lo que debo aguantar. Seguro que, de un momento a otro, comenzará mi enseñanza".

Cuando habían transcurrido otros dos años sin salir de aquel lugar, Satoor seguía sirviendo en la casa. El joven limpiaba, cocinaba, arreglaba el jardín y cuidaba de las labores más modestas. Y aunque ya no se mostraba tan inquieto e impaciente, a veces se decía: "No sé, no sé, creo que he caído en manos de un sinvergüenza que me explota. Maldita promesa que le hice. Desde luego, ¡Qué gran error he cometido cayendo en manos de este caradura que encima ni me habla!".

Habiendo transcurrido ya cerca de los cinco años de permanencia en aquel lugar, Satoor se encontraba tan adaptado que ni recordaba lo que había venido buscando. Podría afirmarse que las Artes Marciales y sus juveniles objetivos de llegada le dejaban indiferente. Sentía que una parte ilusionada de sí mismo había sido disuelta, y no contaba ya más que con un inmediato presente. ... Aquella tarde, aparentemente como las demás, encontrándose en el jardín, apareció de repente Budham blandiendo un gran bastón de bambú y, sin venir a cuento, le asestó un formidable golpe en la espalda. Hecho esto, desapareció rápidamente sin decir nada. "¡Andá.! ¡Si además de explotador está loco el viejo imbécil éste!", se dijo Satoor horrorizado. Al día siguiente por la noche, encontrándose Satoor dormido fue, de súbito despertado por la nueva llegada de Budham que le propinó un bastonazo en la cabeza, haciéndole ver todas las estrellas del firmamento. Hecho esto se retiró rápido y silencioso... Satoor se dio cuenta que si quería salvar su vida de manos de ese loco furibundo, tenía que estar atento... tenía que guardar una sostenida alerta.

A los pocos días y encontrándose lavando trastos en la cocina, Budham se presentó de improviso a su espalada y trató nuevamente de golpearlo, pero, ¡Oh sorpresa! Satoor que ya empezaba a despertar, lo intuyó repentino y, girando vertiginoso paró el formidable golpe del maestro con una cacerola. Budham desapareció de inmediato. Poco a poco, tanto en las noches como en los días, Satoor presentía. Se podía decir que percibía con sus sentidos internos, de pronto abiertos, las llegadas furtivas de Budham, antes de que los golpes llegaran a su dolorido cuerpo. Satoor vivía en un estado acrecentado de atención y ninguna labor que realizaba ocupaba tanto su consciencia como para no percibir la llegada sorpresa de los sucesos que lo probaban. Y así día a día... abriendo cada vez más su intuición y flexibilidad, expiró el plazo que había jurado mantener. Fue entonces cuando Budham, de manera insólitamente amorosa y con un brillo de lucidez y complicidad en sus ojos, le dijo: 
"Bien mi querido Satoor. Has finalizado ya tu aprendizaje y estás preparado para enfrentar los tres peores enemigos del guerrero interior: 

"Camina lento... no te apresures, que al único lugar a donde tienes que llegar es a ti mismo" Ortega y Gaset.

"Camina lento... no te apresures, que al único lugar a donde tienes que llegar es a ti mismo" Ortega y Gaset.

  • La autocompasion, la desatención ( el no darse cuenta) y la impaciencia

Lo que aquí has aprendido, de hoy en adelante lo enseñarás sobre la Tierra.



Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

La obsesión por aprovechar el tiempo

En la sociedad actual en la que vivimos nos obsesiona el tiempo. Nos obsesiona aprovecharlo al máximo, que el tiempo sea siempre "productivo". Nos damos el permiso de las vacaciones estivales, pero llega septiembre y volvemos a las andadas de inmediato.

La propia sociedad y las personas de nuestro alrededor nos hacen sentir inútiles o poco valiosos si no tenemos la agenda apretada.

Al final tenemos tantas cosas que hacer y las hacemos tan deprisa que no podemos paladearlas y se nos escapan, se escurren entre los dedos y perdemos su esencia, aquella que nos puede enseñar cosas.

No nos paramos a sentir, ni siquiera a pensar de una manera productiva, la acción nos atrapa.

Todo ello, desde una perspectiva psicológica tiene consecuencias:

  • Los pensamientos obsesivos o las rumiaciones son más frecuentes, nuestro organismo está hiperactivado y es menos probable pensar con serenidad.

  • La percepción del paso del tiempo es mucho más acelerada, sentimos que el tiempo pasa más rápido y tenemos la sensación de no haberlo vivido con intensidad. Esto nos puede general vacío e insatisfacción.

  • No tomamos contacto con nuestras emociones y nuestro cuerpo, la atención está en otra cosa, por ello es más difícil identificar lo que nos conviene o no desde una perspectiva emocional, lo que nos agrada, nos gusta, nos aporta frente a lo que no. Es más difícil que podamos identificar sucesos emocionalmente relevantes. Y esto puede derivar en decisiones precipitadas y erróneas para nosotros y de igual manera vacío e insatisfacción, ya que los estados emocionales pasan desapercibidos.

  • Los estados emocionales pasan desapercibidos, pero nuestro organismo sigue sintiendo aunque sea de manera no consciente y este conjunto de emociones no expresadas, no resueltas, no vividas, se acumulan provocando un exceso de tensión, ansiedad, estrés.

  • Desperdiciamos mil instantes meditativos en los aconteceres cotidianos que nos puedan ayudar a desconectar, relajarnos, estar en el presente. simplemente, disfrutar del café de la mañana, del camino al trabajo, de una sensación fresca en la cara al salir a la calle, de la sonrisa de alguien...

  • Todo esto nos agota y acudimos a desconectarnos con actividades que quizá nos desenchufan pero no nos aportan: exceso de televisión, de redes sociales, de móvil...

¿Qué podemos hacer para no ser esclavos del tiempo?

"Una Décima de Segundo" 
Un momento en una agenda, 
una décima de segundo más 
vuela, 
va saltando de hoja en hoja, 
mil millones de instantes de que hablar… 

Y es que no hay nada mejor que remover 
el tiempo con el café…”

Antonio Vega

 

 

 

 

 

  1. No te satures de tareas. en tu tiempo libre escoge dos o tres cosas por hacer, intenta dejar tiempo suficiente para esas actividades y poderlas hacer con calma.

  2. De las obligaciones o actividades que debes cumplir intenta buscar algo que te agrade, que te haga sentir bien y focaliza tu atención en lo positivo de esas cosas.

  3. Deja tiempo sin planificar, para descansar o dejarte llevar.

  4. Busca dos o tres cosas al día para ser muy consciente y vivir plenamente el presente: la ducha diaria, el camino a casa, el desayuno, el ratito de estar ayudando en los deberes a tus hijos...

  5. Intenta disfrutar del proceso más que del resultado.

  6. Recuerda que las mejores cosas de la vida no son cosas.

 

 

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Propósitos de Septiembre

Tras el periodo vacacional estival, solemos hacer una reflexión y balance de los meses anteriores. Las vacaciones nos llevan a parar el ritmo, tener tiempo libre, descansar... y eso nos permito dejar espacio para el análisis, la reflexión, pararnos a pensar qué tan van las cosas, qué queremos en nuestra vida... quizá no hemos cumplido todos esos propósitos que nos planteamos al comienzo del año, quizá hemos experimentado las consecuencias negativas de algo que no hicimos, de algo que nos ha ocurrido y que nos ha hecho replantearnos las cosas.

La verdad es que es muy positivo hacer balance, replantearse algunos aspectos de nuestra vida, proponernos objetivos de cambio y septiembre es un gran momento para hacerlo ya que muchos se incorporan de nuevo al trabajo y la rutina, comienzan muchas actividades regulares, el ritmo de la sociedad va recuperándose tras el parón casi universal de agosto.

Ahora bien, es importante no dejarnos llevar por el entusiasmo y elaborar una larga lista de objetivos, ya que de esa manera no los vamos a cumplir.

¿Qué puedes hacer? Te damos algunas pautas para tener éxito en tus propósitos de septiembre:

 

Primero: date un tiempo de reflexión

  • Párate a pensar en lo que has echado en falta durante el año.
  • Piensa en qué circunstancias o comportamientos no te han venido bien o no te han servido.
  • Escúchate. ¿Hay algo que te dice tu sexto sentido? ¿Hay algo que te hace mucha ilusión?

 

Segundo: elabora una lista de objetivos derivados de la reflexión anterior

  • De momento no te cohíbas a la hora de hacer la lista, ya irás reduciéndola después.
  • Señala el nivel de dificultad de 0 a 10 de cada uno de los objetivos.
  • Señala el nivel de ganas y entusiasmo hacia cada uno de los objetivos de 0 a 10.
  • Señala el nivel de relevancia o importancia para tu vida de cada uno de los objetivos de 0 a 10.
  • Con toda esta información selecciona tres de ellos.

 

plan de acción.jpg

Tercero: elabora un plan de acción y ponte en marcha

  • Para cada objetivo intenta planificar un conjunto de tareas o maneras de llevarlo a cabo.
  • Organiza las tareas temporalmente, puede ayudarte hacerte una agenda.
  • Empieza por lo más fácil y poco a poco.
  • No dejes que se pasen las semanas sin llevar a cabo al menos una de las tareas.


Cuarto: ¡Cuidado con la sensación de fracaso!

  • Llevar a cabo ciertos cambios, incorporar hábitos nuevos, no es nada fácil, permítete tus idas y venidas, tus dificultades, lo único que necesitas es ser perseverante y centrarte más en los pequeños avances que en los retrocesos. Sé comprensivo/a contigo mismo/a.


Quinto: Haz balance y reconduce tus objetivos

  • Una vez al mes, haz un balance, algunos objetivos pueden ser complicados o no estar bien definidos o quizá las circunstancias han cambiado y ese objetivo ha perdido su sentido.
  • Refuerza aquellos objetivos que sí se mantienen y valora los avances conseguidos.


Si necesitas mi ayuda, no dudes en consultarme.

¿Cuál es tu propósito de Septiembre?

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece




Pensamientos que nos hacen daño II : "Predicciones catastróficas y magos del pensamiento"

En nuestro día a día nos resulta verdaderamente útil establecer hipótesis y predicciones sobre lo que puede ocurrir en nuestro entorno, ya sea en el ámbito familiar, laboral o social. Esto nos permite anticiparnos a posibles obstáculos o problemas del día a día y manejarlos de una manera más eficaz. Podemos predecir que un amigo muy impuntual vaya a acudir tarde a nuestra cita para cenar y para ello no tomarnos mucha prisa para llegar, tenerlo en conocimiento para que no afecte nuestro estado de ánimo, avisarle con antelación o indicarle que la cita será media hora antes. A pesar de todo nuestra predicción tiene un margen de error considerable aunque nosotros la aceptemos como muy fiable.

Entonces, ¿qué consecuencias tiene asumir estas predicciones como 100% válidas?

Cuando dichas predicciones van dirigidas hacia nosotros o nuestro futuro en un sentido negativo, al asumirlas como ciertas, acabamos convirtiéndolas en uno de los pensamientos más dañinos que existen. En ocasiones somos capaces de asegurar enunciados como los siguientes: "queda claro que no sirvo para nada", "van a echarme del trabajo", "no me saluda, me desprecia como persona", "solo le intereso para lo que le intereso", "no conseguiré nunca nada mejor"...

El problema de estas predicciones catastróficas no está en el grado de realidad que dispongan, sino en el grado de convicción que podemos llegar a tener sobre su veracidad. Aunque en el rincón más racional de nuestro cerebro sepamos que en el fondo que no tienen por qué ser ciertas, al asumirlas de esa forma tan tajante acaban adquiriendo un gran poder para manejar nuestro estado de ánimo y nuestro comportamiento.

Otra forma muy común de adivinar o predecir es la conocida como lectura del pensamiento. Cuando esto sucede, las personas nos convertimos en seres mágicos y adivinos que creemos tener muy claro lo que otras personas están pensando, el por qué se están comportando de cierta forma o sobre qué están hablando con uno y con otro. Al igual que las predicciones anteriores, cuando lo que creemos leer con exactitud son afirmaciones que van en nuestra contra como desprecios, burlas o descalificativos, acabamos generando un bucle de pensamientos muy dañino e incapacitante ("seguro que está pensando que soy una imbécil", "míralos como se ríen, y se ponen a mirarme", "nos hemos cruzado y ni me ha mirado, seguro que ha pensado que soy una indeseable"...)

Los más importante de estos pensamientos dañinos, es su capacidad para retroalimentarse, ya que estamos tan convencidos de que son reales, al final nos llevan a comportarnos como si lo fueran para finalmente confirmarlos:

 Al estar convencida de que eres una chica aburrida decides rechazar todas las propuestas de salir que te hacen, eso conlleva que para próximas ocasiones no te propongan salir al pensar que no tienes interés, por ello al final erróneamente concluyes: "nadie me llama para salir porque soy una chica aburrida"

¿Cómo podemos evitar caer en la trampa de las predicciones catastróficas y los adivinos?

Al igual que en el post anterior (pensamiento todo o nada), la detección es una herramienta importantísima y convertirnos en grandes cazadores de pensamientos dañinos nos servirá para acabar con ellos y cuestionarlos con facilidad. Algunas preguntas clave son las siguientes: ¿Qué evidencia real tengo de que esto sea cierto?, ¿por qué otros motivos puedo estar pensando así?, ¿es posible que pueda estar equivocándome?, ¿existirían más explicaciones que la que he tomado?, ¿en qué me ayuda estar pensando así?, ¿qué explicación daría un juez totalmente imparcial?.

Las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a dar explicaciones más cercanas a la realidad, y por tanto también repercutirá en cómo nos sintamos y lo que decidamos hacer. Siempre vale más vivir un presente real que un futuro catastrófico anticipado por pensamientos negativos.

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La perfección, lo enemigo de lo bueno

perfecionismo.jpg

Desde que somos pequeños el entorno nos “invita” a mejorar nuestro rendimiento para “ser 
mejores”, conseguir el éxito y, por tanto, la felicidad. Somos evaluados y corregidos de forma que aprendemos muy rápido que para agradar a los demás hay que hacer las cosas de tal o cual forma. 
Empezando por nuestros padres hasta los “spots” publicitarios, nos vemos rodeados de modelos y altos estándares a imitar, o intentar conseguir, si queremos optar por un cachito de esa felicidad tan ansiada. 

La presión por "perfeccionarnos" o " perfeccionar" a los demás nos puede llevar a filtrar la 
realidad a través de mensajes de este tipo: "sí cometo algún error es porque no soy una persona lo suficientemente válida", " si no hago bien las cosas no me aceptarán y me rechazarán" o " sólo existe una forma de hacer las cosas, y es la mía", que pueden teñir nuestra vida de angustia, tristeza e incluso ira. 

¿Soy perfeccionista o simplemente me gusta hacer las cosas bien? 

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Querer alcanzar nuestras metas o mejorar nuestro rendimiento no es lo mismo que ser perfeccionista. De hecho, fijar nuestras metas y querer superarlas nos ayuda a rendir de forma más efectiva. Las dificultades vendrán si esas expectativas o estándares son tan elevados que se hacen imposibles de cumplir y comienzan a afectar al rendimiento de la persona e interferir en su vida cotidiana o en la vida de la gente que la rodea. El perfeccionismo hace sufrir y se asocia a menudo con ansiedad y depresión. 

Algunas características de las personas con un estilo perfeccionista: 

  • Tendencia a ver las cosas como correctas o incorrectas, sin puntos intermedios. Ejemplo: "Si pierdo los nervios con mi hijo soy una mala madre".

  • Sentencias del tipo " debería..." o " tener que"...: son reglas arbitrarias, impuestas a voluntad del que las crea sin seguir ningún tipo de lógica o razonamiento. Si se rompen, se crean sentimientos de culpa, tristeza, incompetencia, etc. Ejemplo: " No debería sentir emociones negativas como la tristeza o los celos" (¿ Dónde está escrito que no se puedan sentir estas emociones negativas?).

  • Inflexibilidad y rigidez: cuando las normas que nos exigimos o exigimos a otros no pueden variar bajo ningún concepto. - Se asocia el " error" al " fracaso" , lo que conlleva un excesiva necesidad de control y comprobaciones continuas para asegurarse de que no hay ningún error y todo esta correctamente hecho.

  • Dificultad para delegar en otros al no confiar en el criterio de los demás considerando el propio como el único válido.

  • Comparaciones sociales inapropiadas: existe una tendencia en las personas perfeccionistas a compararse con los demás con mayor frecuencia que otras personas, y a salir perdiendo en estas comparaciones.

  • Dificultad en la toma de decisiones ante la posibilidad de equivocarse de manera irreversible.

  • Posponer y/ o evitar: al retrasar la realización de las cosas o evitarlas no se necesita afrontar la posibilidad de hacer un trabajo imperfecto.

  • Intentos de modificar la conducta de los demás.


Que se cumplan algunas de estas características no es sinónimo de " padecer de perfeccionismo".  Todos y cada uno de nosotros puede "practicar" un poco de cada una, la diferencia se encuentra en la frecuencia con la que ocurren y el grado de sufrimiento que ocasiona a nosotros mismos o a los demás. 

 

Algunas ideas para flexibilizar nuestro perfeccionismo:

  • Acepta la imposibilidad de la existencia de lo perfecto. Todo lo que podamos considerar o imaginar como perfecto es siempre susceptible de mejorarse, os invito a que hagáis la prueba.

  • Cambiar la máxima " debo hacerlo perfecto" por " hacerlo lo suficientemente bien" disminuye el nivel de exigencia con el que iniciamos una tarea y permite fijar nuestra atención en metas más realistas y, por tanto, más plausibles.

  • Se realista. Aprende a tener una visión realista de tus responsabilidades y posibilidades, asumiendo que el ser humano no puede con todo y aceptando tus debilidades pero sin olvidar tus fortalezas.

  • Date permiso a cometer errores. Date permiso a ser un ser humano. El ser humano es

  • imperfecto, gracias a lo cual hace que su vida sea un interesante camino donde aprender, sorprenderse, imaginar, crecer, explorar, jugar...todas ellas cosas que no tendrían cabida si las personas fuéramos perfectas. Date permiso a poner en práctica todos estos verbos y otros más que te harán sentir vivo.

  • Toma como positivas las críticas. No tomes las críticas como una ataque a tu persona y tu valía, sino como información que te permitirá mejorar para la próxima vez. Si recogemos las críticas como una alusión a nuestras debilidades y, por tanto, las leemos como aquello que nunca podremos ser o hacer, estamos avivando el fuego del perfeccionismo al seguirle el juego a las sentencias " debería" ( " no debería haber hecho tal, ha sido un error"), asociando el error al fracaso, categorizando el mundo en " correcto" e "incorrecto"...

  • Prioriza metas. Intentar alcanzar lo, supuestamente, perfecto mata la creatividad, la espontaneidad y la productividad. Perseguir altos estándares y fijarse sólo en la meta de la perfección como fin último , nos impide disfrutar del camino que estamos recorriendo y atender a pequeños detalles que pueden sorprendernos y hacernos disfrutar del momento. La felicidad está más en la salida y en el recorrido que en la meta.

"The journey is the reward." ( El viaje es la recompensa) Proverbio chino 

  • Aprende a pedir ayuda. Permite a los demás que puedan mostrarte también sus capacidades, su valía. Repartir responsabilidades permite enriquecerse con el conocimiento de los demás y aumentar el tiempo de dedicación a otras tareas quizás olvidadas, como las dirigidas uno mismo.

  • Y, sobretodo, convéncete de que tu valor , y el de los demás, no está en función de los resultados, sino en el sencillo e importante hecho de ser persona.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

Re-conectate con tu pareja ahora que llega el verano: cinco ideas para fortalecer la relación

Con la llegada del verano, la jornada intensiva en las empresas y las vacaciones estivales,  tenemos más tiempo para dedicar a todas esas cosas importantes que durante el año hemos dejado postergadas  a un segundo plano.  Puede que durante el año no nos hayamos dedicado tiempo a nosotros mismos, que hayamos dejado un hobbie abandonado, o que nuestra relación de pareja se haya visto resentida por el ritmo frenético que nos envuelve durante el año. Escuchar nuestras necesidades, hacer una pequeña ojeada a las condiciones en las que llegamos a esta nueva época estival, nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestro entorno, nos puede ayudar a aprovechar este tiempo para cuidarnos y reparar las pequeñas imperfecciones que haya dejado el año.

"Para las relaciones de pareja, el trabajo, el estrés y las preocupaciones pueden ser un motivo de alejamiento. La rutina, la falta de tiempo libre, la necesidad de estructurar nuestra vida con el fin de poder conciliar el aspecto profesional y el personal dejan poco tiempo para el disfrute en pareja." 

 Por eso, muchas personas conciben este momento como un reencuentro, bien por el aumento de horas que vuelen a pasar juntos, o por volver a conectar con lo que más les gusta de sus parejas. Y es que en el verano,  todas las estrellas parecen alinearse para marcarnos el camino hacia la tranquilidad, el disfrute y  la conexión con lo más genuíno de nosotros mismos. Alejarnos de lo que durante el año ha significado para nosotros preocupaciones, sacrificio, esfuerzo, falta de sueño y falta de tiempo libre nos permite acercarnos sin obstáculos de por medio a nuestra pareja. Además, la sensación de liberación propia del verano nos ayuda a conectar con lo que más nos gusta de nosotros mismos y a proyectar esa imagen a los demás, mostrando nuestra cara más atractiva.

Aprovechar el verano para fortalecer la pareja, para dedicarse tiempo de calidad y para volverse a enamorar es una manera de crear un fuerte tronco que aguante los vendavales y chaparrones del invierno. 

¿Cómo puedo fortalecer mi relación de pareja durante las vacaciones?

  1. Buscad conectar con la esencia de la pareja y cread un plan a medida. Si sois una pareja divertida, vuestro plan quizá sea ir a ver un monólogo o recordar las anécdotas más graciosas que habéis vivido juntos durante un paseo;  mientras que si sois una pareja con gran pasión por la naturaleza quizás os guste más una ruta por la sierra o comenzar un huerto ecológico en casa.
  2. Dedicad tiempo a los pequeños detalles que llenan de amor una relación, como mirarse a los ojos u observar al otro sin decirle nada, darse al menos cinco caricias al día (sí, ¡como la fruta!) o buscar esos temas de conversación que os mantienen embebidos durante horas.
  3. Compartid momentos y las sensaciones que experimentáis en ellos.
  4.  La respuesta sexual y el estrés son grandes enemigos, aprovechad la calma para disfrutar juntos y dedicaros ese tiempo.
  5. Escoged símbolos que reflejen esa unión y os den fuerza para el año: una fotografía, una pulsera, una concha de la playa, una piedra especial...

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece