Las emociones positivas ante la crisis

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Hace unos días tuve la oportunidad de impartir un seminario en AJE Madrid (Asociación de jóvenes empresarios de Madrid). El seminario estaba dirigido a pequeños empresarios y nuevos emprendedores que están iniciando o están por iniciar su proyecto. El objeto del seminario era estimular las emociones positivas en un momento en que brillan por su ausencia en nuestra sociedad.

Estamos sufriendo una gran crisis económica que está afectando a un porcentaje muy elevado de la población. No sólo ya los índices de paro registrado que superan el 25% en España, sino la pérdida de poder adquisitivo de una gran parte de las personas, los recortes monumentales a los funcionarios públicos, los recortes en educación que afectan a la escuela pública, las universidades y otras instituciones, los recortes en sanidad que entre otras cosas ha dejado sin cobertura a un grupo de personas que antes recibían asistencia médica, los recortes en ayudas y servicios sociales que han desaparecido o disminuyen las posibilidades de acceso a determinados servicios o bienes a muchas personas, muchos de ellos básicos o necesarios en una sociedad desarrollada como la nuestra, la dificultad de acceso a créditos y los recortes en ayudas a profesionales autónomos o pequeñas empresas, casos desgraciadamente extendidos de desahucios, personas que literalmente se ven en la calle, etc., etc., etc.

Puede que todo esto no nos toque directamente a todos pero el ser humano sufre y empatiza ante el sufrimiento de otros o ante situaciones globales de dolor e indignación y ahora lo tenemos todos muy a flor de piel.

La incertidumbre, la injusticia, la pérdida, la vivencia de situaciones desesperadas, el torpedeo de información negativa en la calle o en los medios de comunicación, la falta de control de los ciudadanos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo… todas estas circunstancias nos llevan a experimentar emociones negativas.

El miedo

Es un sentimiento adaptativo que nos lleva a despertar la alarma ante situaciones de peligro. El miedo nos ayuda, porque nos hace ser previsores, prudentes y no arriesgar demasiado, nos lleva a evitar determinadas situaciones o conductas que pueden ser dañinas o perjudiciales y a huir de ciertas circunstancias. Sin embargo, el miedo en exceso o desajustado nos lleva a la parálisis y al exceso de prudencia. No cambiamos el mundo ni nuestra realidad desde el miedo. Ante la crisis, un miedo excesivo no nos sirve.

La tristeza

También es un sentimiento adaptativo. Nos lleva a contactar con lo que hemos perdido y darle el justo valor que tiene. Podemos encontrar muchas fortalezas que desconocíamos ante un proceso de pérdida, sea afectiva, social o material. Y nos ayuda a reconstruirnos para que pasado el periodo de duelo salgamos con todas nuestras fortalezas hacia delante. Pero, acomodarnos en la tristeza nos lleva a la desesperanza y a considerar que no hay nada que se pueda hacer para salir adelante, y eso también nos paraliza, en un extremo nos lleva a la depresión y al suicidio, como, desgraciadamente, se ha visto en los medios de comunicación en los últimos tiempos. La tristeza tampoco ayuda ante la crisis.

La rabia o indignación

La rabia es un sentimiento de acción, nos lleva a defender los derechos, a la lucha y muchos cambios sociales se han producido tras procesos de indignación colectiva organizados y mantenidos en el tiempo. La rabia tiene un defecto, nos puede llevar también a la violencia o agresividad o a situaciones muy autodestructivas que nos pierdan de nuestros objetivos. La rabia es importante ante situaciones de crisis pero es bueno mantenerla a raya.

La alegría y las emociones positivas

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Sí, la alegría es el sentimiento de la acción positiva. Nos mantiene sanos física y mentalmente. Facilita que encajemos las dificultades, la fatiga, los fracasos…, con pensamientos optimistas y constructivos que nos animan a seguir intentándolo.

Al fin y al cabo, seguir luchando para salir adelante, para encontrar un trabajo, para lanzar un negocio, para reinventar un negocio, para aprender cosas nuevas que nos abran a nuevas posibilidades no se puede hacer sin alegría.

Y los pequeños empresarios y nuevos emprendedores jugamos un papel fundamental para salir de esta.

¿Qué podemos hacer para mantener la alegría en tiempos de crisis?

  1. Cuida tu alimentación, no te quedes sin energía, intenta descansar lo más posible y haz un poco de ejercicio.

  2. Presta atención a las pequeñas cosas, el calorcito del sol, el olor del café de la mañana, el pacer denotar la caricia de alguna persona, la sonrisa de la gente amable…

  3. Estírate y abre el pecho, camina erguido/a y de manera rítmica, nota que le das tono muscular a tus movimientos corporales. Te puede ayudar poner te música alegre cada día.

  4. Aprende a respirar usando el diafragma y practícalo varias veces al día.

  5. Cuida tus relaciones afectivas y sociales, ellos no tienen la culpa de la crisis.

  6. Deja un espacio para ti, aunque sea un ratito ala semana para dedicarlo a algo placentero y fuera de obligaciones y exigencias.

  7. Para los pensamientos negativos continuos, no son resolutivos y no sirven para nada. Usa distractores.

  8. Busca un buen confidente, alguien que sepa escuchar para poder desahogarte.

  9. Piensa de manera más constructiva, aunque sé que esto es difícil. Por ejemplo, en lugar de pensar “Esto no tiene solución” o “Nunca encontraré trabajo”, intenta pensar “Voy a seguir intentándolo” o “ Yo no puedo adivinar el futuro, puede que encuentre algo”.

  10. Sonríe, sonríe, sonríe, aunque no tengas ganas de hacerlo, aunque sea una leve sonrisa que curva los labios.

Ánimo, ¡sí saldremos de esta!

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

Mario Benedetti

Defensa de la alegría

"Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas

defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría"

Pierdo mi casa, una perspectiva psicológica

“El hogar debe ser el refugio sagrado de la vida”

John Dryden

Son terribles las noticas de desahucios, a todos nos tocan la fibra.

Es terrible y doloroso ver como en mi calle, cuando hace poco esto no pasaba, veo personas rebuscando en la basura, personas, jóvenes y mayores, que no aparentan ser vagabundos habituales ¿Serán también personas que han perdido su hogar?

Según la Wikipedia hogar es “el lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos sensación de seguridad o calma. La palabra hogar proviene del lugar en el que se reunía, en el pasado, la familia a encender el fuego para calentarse o alimentarse.”

Deriva del latín focus (lugar en la casa donde se prepara el fuego) y después se ha extendido para referirse a la propia casa o vivienda.

Tiene raíz indoeuropea (Bha que significa brillar), y está emparentado con el griego (fotós que significa luz).

El hogar como lugar de luz, de brillo, de calma, de alimento, de reunión, de calor, de seguridad.

El ser humano es un individuo asociativo, y todo el significado que tiene una vivienda se acompaña de todos estos símbolos que el lenguaje a lo largo de los siglos va construyendo y enriqueciendo.

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Todos estos significados apelan a motivaciones y necesidades humanas básicas que se ven truncadas tras un desahucio o el miedo a sufrirlo.

Una de las motivaciones más básicas en el ser humanos es la de sentirse seguro. Esta seguridad tiene varias ramificaciones, seguridad  frente a la satisfacción de necesidades básicas de afecto, alimento y cobijo.

La intemperie es fuente de peligros y dificulta nuestras posibilidades de superviviencia en condiciones extremas de temperatura y los seres humanos siempre nos hemos cobijado, primero en cuevas u oquedades, después construyendo cabañas, chozas y viviendas de la más diversa índole hasta las sofisticadas construcciones de la actualidad.

Perder el hogar es carecer de esa seguridad y calma y situarnos en una situación de indefensión y vulnerabilidad.

Un hogar, es un lugar confortable, en que mantenemos una temperatura adecuada para sentirnos cómodos y no enfermar, donde desarrollamos nuestros apegos, guardamos recuerdos, cuidamos a nuestros familiares más vulnerables…

Perder el hogar es perderse también a sí mismo. Nuestra identidad, otra motivación básica, también, se configura en cómo hemos organizado y construido nuestro hogar, y si lo perdemos todo, esta identidad se desconfigura, se desmiembra.

Perder el hogar supone enfrentarse a no poder cuidar a nuestros seres queridos, no poder ofrecerles la protección que necesitan. Nos supone perder ese instinto básico de cuidar y proteger. De repente, esas personas pueden haber perdido parte de su sentido o su utilidad psicológica.

Perder el hogar, por lo tanto, sitúa a las personas en una situación donde indefensos, desarraigados, con imposibilidad de proteger a los suyos se debe salir adelante. Difícil, ¿verdad?

De forma vicaria, estas situaciones nos angustian a todos, aunque no hayamos perdido nuestra casa.

Supone un gran impulso, para estas personas que han perdido su casa o puedan perderla, el apoyo del grupo.

Las asambleas y asociaciones de barrio que se están movilizando para detener desahucios no sólo están mostrando con su labor,  una resistencia, una presión social que pueda tener eco en los políticos para ofrecer soluciones más justas, sino que están ofreciendo un sostén psicológico para este grupo de personas que se encuentran tan desamparadas.

Raquel López Vergara

Psicóloga, psicoterapeuta y coach

Grupo Crece

¿Estás triste? ¡Alégrate por ello!

Huimos de la tristeza. La aborrecemos, la despreciamos. Si no somos felices como perdices, hemos fracasado. Pues es un error, porque los momentos tristes son necesarios.

En nuestra sociedad la actividad, incluso excesiva, es lo más valorado, y no hay mucho espacio para la reflexión y la calma. La competitividad nos obliga a disimular nuestras vulnerabilidades y a taponarlas hasta anularlas. El “modelo femenino”, desde siempre más permeable a la tristeza y a las lágrimas, no es el apropiado para zambullirse en el ambiente laboral aún muy “agresivo” y tiene que modificar sus patrones para transformarlos en más “masculinos”. En nuestra sociedad se sobrevalora la felicidad y se la promueve por encima de todo, pero desde una perspectiva superficial y materialista que invita a estar siempre en la cresta de la ola. En este contexto no hay espacio para estar triste y llorar. Valoramos la tristeza  como un signo de “debilidad”, y en esta sociedad se protege de forma paternalista al débil… pero no se le valora. La tristeza no implica debilidad. La tristeza abre nuestra parte vulnerable, pero vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad, aunque en esta sociedad los hemos convertido en sinónimos.

La tristeza nos empuja a…

  • Pedir ayuda: Estoy triste, necesito de los demás, necesito apoyo y afecto”.

  • Tomar conciencia de las cosas: “Párate a sentir y a pensar. ¿Cómo estás? ¿Cómo será tu vida a partir de ahora? Debes seguir aprendiendo sobre ti”.

  • Resituarse en la vida: “Llora tu pérdida, tómate tu tiempo y dirige tu energía hacia la nueva vida. Saldrás fortalecido”.

Cada vez tenemos menos espacio para la tristeza, y si estamos tristes nos hablan de depresión. Entonces acudimos a las píldoras mágicas que nos sacan de forma artificial de nuestra tristeza, el famoso prozac y sus derivados. O directamente aprendemos a ocultar nuestros sentimientos de tristeza y nos anulamos emocionalmente, ya que si ocultamos la tristeza estamos cerrándonos a otros sentimientos. Cuando esto ocurre aflora una emoción, que es la del miedo, con todos sus primos hermanos de inseguridad, preocupación, insatisfacción, ansiedad, que únicamente están dando la voz de alarma, nos están avisando de que las cosas no están yendo bien, que estamos huyendo de nosotros mismos.

Y, es curioso cómo vamos “contra natura” una vez más, como en tantos otros aspectos en nuestra sociedad. Los neonatos saben llorar y expresar tristeza para “pedir ayuda y consuelo” desde el primer instante de sus vidas, si sienten hambre, dolor, si necesitan compañía… Porque la tristeza es la otra cara de la felicidad, y para llegar a ésta hay que conocer a aquélla.

¿Para qué  sirve la tristeza?

La tristeza es una de las emociones básicas más útiles en el ser humano. Ya Darwin en su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872), hace referencia a la tristeza como una de las emociones básicas universales presentes en el hombre y otras especies, independientemente del contexto ambiental o cultural.

Cumple una función adaptativa esencial que nos permite, en primer lugar, pedir ayuda. El individuo no sobrevive solo, necesita al grupo. Además, con las respuestas de consuelo naturales ante alguien que sufre fomentamos nuestros vínculos afectivos o recuperamos los que se habían enfriado. La tristeza aleja la ira de los otros y evita que se establezcan situaciones de conflicto, une al grupo. Estar triste sirve también para tomar conciencia de nosotros mismos y darnos cuenta del valor de las cosas, del valor de aquello que hemos perdido, sea un ser querido o un elemento importante en nuestro trabajo. Nos permite abrir la puerta al significado de la pérdida, hacer balance de nuestra vida y de nuestras metas, balance de nuestros errores y aciertos y darles el peso que se merecen. Nos ayuda a conocernos.

Y es que la tristeza aparece ante las “pérdidas”, de cualquier índole. Pérdida de un ser querido por fallecimiento, distancia o cambio de rol; pérdida de un estatus social o poder; pérdida de trabajo o de poder adquisitivo, de calidad de vida por una enfermedad o cambio en nuestras circunstancias; pérdida de bienes; pérdida de tiempo libre, de raíces o pilares importantes como ocurre cuando emigramos a otros países; pérdida de identidad personal, de ilusiones y objetivos… Esa tristeza nos sobrecoge y llega con un presente: nos permite darnos la oportunidad de mantener la energía en un momento difícil, para salir a flote, después, con las ideas más claras y con energía renovada para el cambio.

¿Cómo identificarla?

Ante estas u otros pérdidas, la tristeza funciona como un mecanismo para facilitar la regulación de la persona y reconstruirse ante el cambio, por ello, necesitamos de un tiempo de poca actividad y de reflexión, por ello, cuando estamos tristes, no tenemos ganas de hacer nada, corporalmente nos sentimos abatidos, cansados, la musculatura no responde, estamos sin fuerzas, sin apetito, nos replegamos ante nosotros mismos adoptando posturas defensivas y de autoprotección, las comisuras de los labios bajan y el tono facial disminuye, los párpados se entornan, y frecuentemente tenemos ganas de llorar.

La tristeza puede ir asociada a otros sentimientos como soledad, añoranza, ira, culpabilidad, autoreproche. Soledad:  nos sentimos desamparados sin ese objetivo, persona o actividad en nuestras vidas. Añoranza o nostalgia: tenemos pensamientos recurrentes de que el pasado fue mejor, nos abordan recuerdos positivos de lo que entonces vivimos. Ira: proyectamos la ira hacia la persona o situación que ha desaparecido en nuestras vidas: por qué no se tomaba su medicación, por qué no tuvieron en cuenta lo que yo necesitaba… Ira y autorreproche: nos enfadamos con nosotros mismos y nos reprochamos porque no fuimos capaces de cuidar más esa relación, porque no tenemos las características que piden en esa empresa, etc. Culpabilidad: y aparece el sentimiento de culpa: si yo hubiese estado más atento, me habría dado cuenta de que estaba enfermo, si yo me hubiese centrado más en el trabajo hubieran visto que soy la persona adecuada para ese puesto, si hubiese sido valiente en ese momento no me vería en esta situación…

¿Tristeza o depresión?

Cuando nos sentimos tristes durante una temporada, tenemos miedo a desarrollar una depresión. Pero la tristeza y la depresión no son la misma cosa, aunque las dos se confunden a menudo y alegremente se recetan y consumen antidepresivos y demás fármacos psicoactivos. Cuando hablamos de depresión hablamos de tristeza patológica, de un trastorno psicológico. La sintomatología de la depresión puede resumirse en los siguientes puntos, según el DSM, manual de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA):

  • Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, y casi cada día.

  • Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día.

  • Pérdida o aumento importante de peso sin hacer régimen (p.ej. más del 5% corporal en un mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día.

  • Insomnio o hipersomnia (sueño excesivo) casi cada día.

  • Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día.

  • Fatiga casi cada día.

  • Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches por estar enfermo).

  • Disminución de la capacidad para concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena).

  • Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin o con un plan específico o una tentativa de suicidio.

Estos síntomas provocan “malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo”. En el caso de la depresión, estos síntomas…

a)      No son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p.ej. una droga, un medicamento) o una enfermedad médica.

b)     No se explican mejor por la presencia de un duelo.

c)      Persisten más de dos meses o se caracterizan por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor.

Es cierto que una tristeza mal resuelta llevarnos  a una depresión. Pero en un primer momento la tristeza debe aceptarse y resolverse sin ningún fármaco.

6 Pautas para volver a sonreír

Es importante darse tiempo y espacio para ese duelo y expresar este sentimiento. Y también pedir ayuda y buscar el consuelo de una mirada sin juicio, un abrazo, que nos va a facilitar el llanto y el desahogo.

Algunas de las pautas a seguir en un proceso de tristeza por la pérdida de algo valioso son:

  1. Aceptar la realidad de una pérdida: eso ya no está a mi alcance, no lo puedo obtener, se ha ido…

  2. Sentir el dolor y la tristeza ante la realidad de la pérdida, no huir de ella y dejar que nos hable de nosotros, de nuestras necesidades y valores. Escuchando nuestros sentimientos de pérdida aprenderemos mucho de nosotros mismos.

  3. A veces solos no podemos. Busquemos el apoyo de personas cercanas que nos consuelen y entiendan nuestros momentos para llorar y aceptar ese sentimiento.

  4. Aceptar que aparezcan otras emociones como la rabia, la culpa, incluso la risa ante algo divertido.

  5. Ir adaptándose al ambiente en el cual falta el ser que murió, o las circunstancias que ya no tenemos, a través de la actividad: ejercicio, alguna afición, dejando espacio para propiciar otros estados emocionales.

  6. Y sobre todo, démonos tiempo. La tristeza natural tiene un proceso y no debemos forzar una salida brusca de ese sentimiento.

Recordemos que la felicidad es la otra cara de la moneda: sin tristeza no podremos ser felices de verdad.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

www.grupocrece.es

Artículo publicado en www.psicologiapractica.es

Meditar en la naturaleza

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Ha llegado el verano y con él las vacaciones, las jornadas de trabajo reducidas, más tiempo libre y ganas de salir y hacer cosas.

Algo fantástico para descansar durante el verano son las actividades en la naturaleza.

El medio natural nos ofrece un espacio de relajación y de desconexión muy potente. Favorece degustar la realidad con los cinco sentidos, lo que que nos ayuda a no estar tanto en el plano mental. Los sentidos nos ofrecen multitud de placeres que no aprovechamos en nuestro día a día y que son facilitadores del descanso, del bienestar y de la relajación mental. Concentrándonos en las sensaciones corporales agradables que recogen nuestros sentidos se consigue fluir y desconectar la mente.

Los colores, la luz y la texturas que podemos disfrutar con la vista, los olores del mar, del campo, de la montaña llenos de matices para disfrutar con el sentido del olfato, los armónicos sonidos y el silencio para nuestro sentido del oído, el calor, la brisa, el fresquito, el contacto con la hierba, con la arena de la playa… para el tacto, el tiempo para comer despacio y degustar las cosas y potenciar así nuestro sentido del gusto.

Actividades en la naturaleza hay para todos los gustos: desde paseos suaves por la playa o por una senda, a rutas en bicicleta, piragua, travesías en la montaña...

Os animo a disfrutarlas desde la relajación y la concentración en las experiencias sensoriales, a modo de meditación activa y os invito a compartir vuestra experiencia en este espacio de encuentro.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Movimiento 15M, lo mejor de la naturaleza humana

15M, lo mejor de la naturaleza humana

Lo que está ocurriendo desde el 15 de mayo explica, desde mi punto de vista, cómo el ser humano ha conseguido sobrevivir, superarse y avanzar a lo largo de millones de años de evolución: COOPERACIÓN.

Estamos asistiendo a un acontecimiento donde de manera pacífica, gentes de diversa índole e ideología se han organizado con un objetivo común, manifestándose a través de múltiples voces y enfoques, y un método común, una organización, que ha surgido prácticamente de la nada, sin líderes ni cabecillas, simplemente de la motivación hacia ese objetivo y con la conciencia de grupo, sin que primen los intereses individuales. Esto es cooperar.

La gente que se ha sumado al movimiento Democracia Real Ya o Movimiento 15M,  ha demostrado civismo, organización y solidaridad, ha habido una total y absoluta autorregulación, sin ningún tipo de incidente violento. Ha salido lo mejor de la naturaleza humana: la unión en los momentos difíciles. Desde una perspectiva psicológica, es una tendencia normal de las personas ante catástrofes, crisis o injusticias.

Está demostrado que la cooperación es más eficaz que la competición para conseguir los mejores resultados en cualquier contexto a largo plazo. La teoría de los grupos así lo ratifica, pero, aunque está en los manuales de alto rendimiento de las empresas, cuando se habla de trabajo en equipo o negociación, o lo escuchamos de boca de los políticos ante situaciones mundiales complejas, en la práctica NO SE HACE.

En épocas de opresión, de crisis, de escasez, se han producido las grandes revoluciones de la humanidad, y en todos esos momentos la cooperación ha sido clave en la consecución de libertad y derechos humanos.

El 15M se da en un contexto de crisis mundial, de índices muy altos de paro, de circunstancias donde los más desfavorecidos son los que están sufriendo las peores consecuencias, de otros antecedentes de protestas sociales ante la realidad político-económica actual. Un momento en el que muchos jóvenes  sienten que no tienen futuro y no tienen nada que perder, y ante la inminencia de unas elecciones que, en este caso, han funcionado como detonador de lo que se fraguaba.

Esta situación es un caldo de cultivo para desarrollar sentimientos de indignación y descontento ante la injusticia social y que aleja a los votantes del sistema por la incapacidad de los políticos de atender las necesidades reales de la ciudadanía. Desde la psicología hablamos del principio de saciedad/privación. Las motivaciones proactivas del ser humano se despiertan ante la privación de necesidades y no en momentos de bonanza.

Y muchos españoles se han movilizado y concentrado en la Puerta del Sol y en las principales plazas de nuestro país y de otros países, unidos por un sentimiento de indignación, que gracias al grupo, se ha complementado con sentimientos de justicia universal y de esperanza. Estos sentimientos son de unión, de lucha y de acción positiva.

Esto es lo que está pasando ahora, no hay nada que perder, social y psicológicamente se están dando todos los factores que explican este acontecimiento: privación de necesidades, sentimientos de indignación e injusticia, cohesión y cooperación grupal alimentados por sentimientos de acción positiva y objetivos comunes. 

¿Es el momento de hacer resurgir las utopías? Las utopías no se consiguen, dicen, por eso son utopías, pero la lucha por los ideales y un mundo mejor nos ha ayudado a dar grandes saltos éticos y de superación personal en la historia de la humanidad. Esto marca una gran diferencia con otras especies, el ser humano no sólo actúa motivado por el aquí y ahora sino que puede anticiparse y actuar para conseguir cosas positivas de cara al futuro, actúa también motivado por ideas e imágenes que puede ser capaz de hacer realidad.

Ojalá esto no tenga vuelta atrás y estemos ante uno de los cambios fundamentales de nuestro mundo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El secreto de la eterna juventud

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Sí, parece que este secreto existe y está en las manos de cada uno de nosotros.

¿No os ha pasado que la etapa de la infancia la recordáis como una eternidad donde pasaron muchas, muchas cosas?

Siendo niños, nos parecía eterno llegar a ser mayores. Y es que durante la etapa de la niñez, la adolescencia y la primera juventud, muchas cosas  de la vida cotidiana son novedosas y por ello despiertan al máximo nuestro interés. Eso hace que nuestra percepción subjetiva del tiempo sea más dilatada.

Tener una vida rica en experiencias, una vida activa física y mentalmente y con dosis de novedad, hace que percibamos nuestra vida como más intensa y más larga.

Aprender cosas nuevas, viajar a lugares exóticos y diferentes, tener variedad en nuestras actividades laborales o de ocio, profundizar en conocerse a sí mismo, tener una vida social rica, desarrollar actividades creativas… nos ayuda a experimentar que el tiempo está en nuestras manos.

La monotonía excesiva, el exceso de estrés, la sobrecarga de compromisos y responsabilidades, la huída de uno mismo, las actividades que son mera evasión, etc. Aceleran el paso del tiempo y nos hacen sentir más insatisfacción y frustración.

Aún no hemos inventado la máquina del tiempo pero mucho de esto sí está en nuestras manos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Nuestro vídeo corporativo

CRECE es un gabinete psicológico con sede en Madrid. Sus profesionales desarrollan su labor en el ámbito de la psicoterapia, el coaching y la formación en habilidades. Trabajamos para conseguir que las personas se conozcan mejor y se sientan bien consigo mismas, abriendo camino al cambio y a la evolución. 

En el blog de Crece podrás conocer aspectos relevantes sobre el desarrollo personal y profesional, resolver tus dudas, reflexionar y abrir debates sobre temas relevantes para nuestras vidas.

Vídeo oficial de Grupo Crece http://www.youtube.com/watch?v=IV4lINZzqJ0

 

Danza y teatro para expresar tu yo auténtico

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En la vida desempeñamos papeles, roles diversos. Algunos de esos roles nos han servido en momentos vitales, la mayoría nos fueron impuestos en el entorno familiar y social a edades tempranas y eran útiles para adaptarnos a dichos entornos, pero en la etapa adulta ya no nos sirven y pueden estar provocándoos insatisfacción, frustración y baja autoestima. Algunos de esos papeles que tuvimos que representar no estaban hechos a nuestra medida, no respondían a nuestras necesidades, nuestras capacidades o nuestros deseos más intrínsecos. Algunos roles no tuvimos ocasión de experimentarlos por imporsición, por tabúes o miedos y son una asignatura pendiente en nuestra vida.

El teatro terapéutico o teatro Gestalt y el movimiento expresivo y danza Gestalt facilitan que tomemos contacto con nuestro verdadero yo a través de juegos teatrales y la expresión del movimiento. Se trabaja con las emociones, la comunicación, la confianza, la aceptación, la vulnerabilidad y la fortaleza, para conseguir conocernos mejor, aprender a escucharnos a nosotros mismos a nivel corporal y emocional, afrontar miedos y dificultades, y sentirnos más seguros y motivados.

Este trabajo se realiza con adultos o con menores, en el ámbito del coaching y del crecimiento personal, en el ámbito clínico-terapéutico, educativo y psico-social.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Comunicación no verbal: Más allá de las palabras

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La conducta no verbal nos da información del carácter de las personas, sus emociones e intenciones. Además, manifestamos y percibimos estos comportamientos en muchos casos de forma automática e inconsciente.

La postura y los movimientos, la activación fisiológica, la gestualización, la voz (volumen, inflexiones, tono emocional)… comunican más allá de las palabras.

La conducta no verbal cumple importantes funciones en la comunicación. Ilustra, acompaña, contradice o recalca el mensaje verbal, expresa en sí misma un mensaje como sustituto de las palabras, regula los flujos de comunicación en las conversaciones, nos sirve de adaptador, controlando y manejando nuestros sentimientos y sirve de vehículo para la expresión de las emociones y para la comunicación siendo esencial en el establecimiento de los vínculos afectivos.

Birdwhistell, pionero en el estudio de la cinesis y movimiento corporal afirma que no más del 35% del significado del mensaje corresponde a las palabras.

En realidad, damos prioridad a lo no verbal frente a lo verbal a la hora de percibir el significado de un mensaje cuando existe incoherencia entre el mensaje verbal y el no verbal.

En la vida social, en el mundo laboral, en la educación de nuestros hijos, en la interacción con nuestra pareja o familia, una comunicación eficaz a nivel no verbal nos ayuda a tener más éxito en las relaciones y nos acerca a nuestros objetivos.

A comienzos del siglo XX psicólogos y antropólogos afirmaron que los movimientos corporales y expresiones del rostro no son fortuitos sino que se aprenden del mismo modo que una lengua.

Pero nos es sino a partir de la década de los cincuenta cuando se empiezan a estudiar estos aspectos de una manera más sistemática y a ser divulgados al gran público.

Existen pautas universales en la expresión no verbal (por ejemplo la expresión de las emociones y sensaciones) pero en gran parte, se trata de conductas aprendidas con gran influencia de factores culturales y personales. Por ello, el significado de la conducta no verbal se debe enfocar teniendo en cuenta el conjunto de los gestos, su velocidad, duración, momento en el que se realiza, intensidad, etc. y el contexto en el que se dan, además de tener en cuenta las características individuales de cada persona.

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Cuando hablamos de la conducta no verbal nos referimos a aspectos corporales como: activación y tono muscular, respiración, ritmo, postura, orientación, distancia interpersonal, gestos de las manos, gestos de las piernas y pies, gestos de la cabeza, contacto físico y presencia física; gestuales como: expresión de las emociones, mirada, cejas, sonrisa, tensión-relajación facial, y paralingüísticos: tono emocional, timbre, resonancia, volumen, claridad, velocidad, inflexión y énfasis, pausas y silencios.

Como decíamos, gran parte de la información que suministramos a nivel no verbal es inconsciente: los gestos de inseguridad cuando hablamos en público o hacemos una entrevista de trabajo, los gestos de seducción que emitimos cuando alguien nos interesa, aspectos de nuestro carácter como la introversión o extroversión, gestos que denotan que estamos mintiendo o que somos fácilmente manipulables.

Todos estos elementos son entrenables, podemos aprender a observar en nosotros mismos y en los demás los diferentes aspectos de la conducta no verbal y podemos modificar con la autoconciencia y la práctica nuestra conducta no verbal y por tanto la imagen que damos de nosotros mismos y acercarnos así a nuestros objetivos.

Adoptar una actitud corporal diferente también nos sitúa en un plano diferente en cuanto a cómo nos sentimos y a nuestra capacidad para afrontar determinadas situaciones.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

 Grupo Crece

Cuando estamos alegres…

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La alegría es una emoción universal, innata y básica.

Es universal ya que está presente en todas las culturas humanas, es innata porque los bebés nacen ya con capacidad para experimentarla, expresarla y reconocerla en las expresiones de los otros y, básica porque a partir de ella desarrollamos otros sentimientos positivos más complejos.

Además, no es exclusiva de las personas, la compartimos con muchos animales.

La alegría es la emoción de la acción positiva. Cuando estamos alegres imaginamos más, somos más creativos, anticipamos que el futuro y el resultado de nuestras acciones depararán cosas buenas, sentimos que tenemos más capacidades para enfrentar las diferentes circunstancias y obstáculos cotidianos, inhibimos nuestro miedo y ansiedad, somos más proactivos, nos relacionamos más con los demás y, en definitiva, aumentamos la posibilidad de conseguir nuestros objetivos y de que las cosas salgan bien.

Todo esto se manifiesta también a nivel biológico liberando los neurotransmisores del placer, las endorfinas. 

“Sin alegría ni orgullo no hay nada que salga bien”

F. Nietzche

Hay muchas vías para potenciar los estados emocionales positivos:

  • Aprende a relajarte y mantén a raya el estrés.

  • Fíjate en lo que haces bien y no te exijas tanto.

  • Encuentra momentos para ti y lo que te gusta.

  • Come y duerme lo suficiente para ti.

  • Haz algo de deporte.

  • Toma decisiones hacia cambios vitales ilusionantes.

  • Incorpora cosas nuevas en tu vida.

  • Encuentra momentos para relacionarte con los otros.

  • Haz actividades creativas.

  • Sonríe y ríete cada día, cultiva el humor.

Técnicas como la danzaterapia, risoterapia, musicoterapia, arteterapia, entre otras nos pueden ser muy útiles para acercarnos a esos estados emocionales positivos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece