Las rabietas en los niños. Qué son y para qué sirven.

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El ser humano es una de las especies más indefensas en su nacimiento. Desde que nacemos, los bebés caminan cada día hacia su independencia, como instinto de supervivencia: aprenden cada día habilidades que les capaciten para valerse por ellos mismos. En este desarrollo, los niños van adquiriendo nuevas habilidades, aunque cuentan con algunas desde su nacimiento, la más importante: el llanto.

Durante el desarrollo de nuestros hijos el llanto tiene diferentes funciones. En los primeros dos años de vida, la función de comunicar el malestar y los aspectos que ponen en peligro su supervivencia. A partir de los dos años, comunicar sus preferencias, y defenderse de lo que ellos perciben como ataques a su independencia.

Las rabietas son el mecanismo de comunicación que tienen los niños de autoafirmarse, de trasmitirnos que ya tienen un criterio, y que quieren guiarse por él, que quieren decidir.

El único problema para los niños es que esta autoafirmación les conlleva un conflicto emocional importante, ya que, por un lado, saben que quieren conseguir algo, pero por otro, como a los padres nos cuesta entender lo que les está pasando, tienen que enfrentarse a nuestro enfado. Que los padres no conectemos con el enfado ante las rabietas es porque tendemos a pensar que es una forma que tienen los hijos de rebeldía, que nos quieren tomar el pelo, y que el propósito es desobedecernos.

Esta situación, provoca en los niños una ambivalencia de sentimientos, que lejos de aminorar la emoción, la a crecenta, ya que el miedo entra en juego. El miedo a que nos enfademos, el miedo a ser castigados, el miedo a no merecerse cosas que ellos quieren.  Eso, nada más y nada menos, son las famosas rabietas: una lucha interior entre lo que los niños sienten que deben hacer por naturaleza, y una incomprensión de los padres hacia tales actos, que les provocan unos sentimientos ambivalentes y negativos.

Esa ofuscación entre querer una cosa, no entender lo que pasa y el rechazo paterno o materno, es la fuente de la mayoría de las rabietas. Por eso lo mejor es dejarle claro que, haga lo que haga, siempre le querremos y le comprenderemos, aunque a veces no estemos de acuerdo.

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Las rabietas son la  primera experiencia de asertividad, de defensa de nuestros deseos, de nuestras preferencias.   Es importante entender esta dimensión, y no quedarnos solo en el hecho de  que nuestro hijo o nuestra hija está llorando y gritando de manera desconsolada, para no mandar el mensaje “no puedes expresarte”.

Por lo tanto tenemos que entender que cuando nuestras hijas e hijos tienen rabietas su vivencia es la siguiente:

  1. Tienen una necesidad
  2. Necesitan sentirse legitimados a tener esa necesidad.
  3. Su intención es  egocéntrica. No quieren desesperarnos ni retarnos.
  4. Les asusta nuestra reacción.

Conocer estos aspectos y tenerlos en cuenta es la base para poder manejar nuestras propias emociones, con el fin de que su frustración no se nos contagie, generando una “rabieta familiar”. Al final, las rabietas tienen una función de diferenciación (los niños nos quieren expresar que tienen un criterio diferente), por lo que tenemos que aceptar el avance en esa diferenciación, asumiendo que la emoción y la frustración no es nuestra si no suya. De esta manera, podremos colocarnos en el lugar más protector para ellos, atendiendo su malestar, sin ceder, pero cuidándoles en su emoción.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga familiar e infanto-juvenil

Grupo Crece

Mindfoodness, o cómo la alimentación más consciente puede beneficiar la salud

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Si nos detenemos por un momento a pensar en la forma en que comemos, nos daremos cuenta de que comer se ha convertido en un trámite más. Es un comer automático, a veces incluso sin registrar lo que estamos introduciendo en nuestra boca, y la mayoría de ocasiones sin preguntarle a nuestro cuerpo si tiene hambre o deseos de comer.

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Si en nuestro hambre manda nuestra cabeza, la alimentación se convierte también en una ingesta por emociones. Comemos para saciar la angustia, ansiedad, tristeza…o incluso el aburrimiento.

¿Dónde ha quedado nuestro cuerpo, principal beneficiario y “necesitador fisiólogico” del alimento?

De unos años a esta parte, Mindfulness se ha convertido en un término esencial para hablar de la presencia en nuestras vidas. Vivir con atención plena, en el presente y sin juzgarlo,  lo que nos permite tomar mayor contacto con nuestra vida y vivirla plenamente.

Mindfoodness consiste en aplicar esa atención plena a la alimentación para desarrollar nuestra capacidad de prestar atención a lo que comemos.

Es importante aclarar que NO es una dieta en particular ni un recurso para perder peso. Al relacionarnos con los alimentos desde la consciencia aprendemos una manera de alimentarnos cuyo fin último es mejorar la forma en que comemos.

Mindfoodness nos ayuda a rescatar las señales internas de nuestro cuerpo que tenemos olvidadas. Señales que nos hablan de saciedad natural, de comer cuando hay hambre, es decir, por necesidad, y no ingerir por emociones o por factores externos que nos alteran.

Con Mindfoodness aprendemos una nueva relación con nosotros mismos:

1.     Promueve el autoconocimiento

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Simplemente el preguntarnos “¿qué necesita mi cuerpo ahora?” nos lleva a tenernos en cuenta y explorar nuestras necesidades, sin dejar a un lado el placer que nos brinda la comida.

2.     Promueve el autocontrol.

Lo que reduce los antojos, el comer por estímulos que nada tienen que ver con la necesidad fisiológica de ingerir alimentos, o ajustar las cantidades que comemos a las necesidades del cuerpo. Todo esto beneficia a nuestra dieta y es, por tanto, salud para nuestro organismo.

Al mejorar la relación con los alimentos y así, promover un comportamiento alimentario saludable, mindfoodness puede contribuir a la prevención de diferentes trastornos alimentarios, como concluye una investigación publicada en Eating Disorders.

En resumen, una alimentación más consciente puede evitar conductas nocivas al momento de comer que con el tiempo, perjudican la salud.

Os invitamos a que hagáis una prueba. Utilizad al menos 10 minutos para el ejercicio. Coged un alimento pequeño (un fruto seco, un cachito de fruta, etc) y comedlo con consciencia plena.

Haced uso de cada uno de vuestros sentidos en esta ingesta:

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  • Observa qué hay, que forma tiene lo que comes, cómo incide La Luz en cada zona del plato, las sombras, los colores.

  • Haz que penetre el olor por tus fosas nasales, descubre aromas diferentes;

  • Pasa el alimento por tus dedos, percibe la textura, quizás cuando des el primer bocado puedas conectar con el tacto a través de la lengua;

  • Acerca tu oreja al alimento, aplástalo o rózalo con tus dedos¿ a que suena lo que vas a comer?;

  • Pon un poco de comida en la boca, sin tragar, dejando que el sabor se esparza por ella, da un mordisco sintiendo la explosión de sabor, no tragues, frena el deseo de tragar que comienza a emerger , y sólo cuando no necesites tragar, hazlo.

¿ Cómo ha sido tu experiencia?

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga, terapeuta y experta en mindfulness

Grupo Crece

 

 

Mi vida transcurre sin percatarme de ella, ¿Cómo vuelvo a sentirla?

MI VIDA TRANSCURRE SIN PERCATARME DE ELLA. ¿CÓMO VUELVO A SENTIRLA?

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Somos actividad pura. Nuestro día a día se resume prácticamente en la realización y consecución de tareas, actividades, objetivos y cuyo propósito principal se centra en alcanzar, conseguir y solucionar problemas. Bien es cierto que en el ámbito laboral es necesario obtener ciertos resultados, de eso trata el trabajo.

Pero, ¿ qué pasa cuando esa forma de hacer nuestra se aplica a todo lo demás, al resto de áreas de nuestra vida? ¿Qué pasa cuando, incluso en lo placentero, nuestra mente entra en el juego de planificar, conseguir resultados, trabajar duro para que las cosas sean como deben ser?

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Pues que ya no existe el placer, ya no existe lo agradable. Nuestra mente se haya en el resultado, en el final del proceso. Está colocada en el futuro.

O en el pasado, intentado corregir errores a través de la culpa, en lo que pudo ser y no fue, a ver si no lo repetimos en la siguiente…

En resumen, viajando mentalmente en el tiempo con el único objetivo de que todo salga bien.

Quizás por eso hayas sentido en algún momento que la vida pasa tan rápido que ni te estás dando cuenta. Y es que si tu mente se haya continuamente de viaje, se haya continuamente en la imaginación. Y la vida no transcurre en la imaginación, sino en lo que acontece momento a momento en el presente.

Esta claro, si todo esto que lees te suena…quizás vivas en lo que en Mindfulness se denomina un modo orientado a la acción:

•    Una forma de vida en la que realizas cada acción diaria sin conciencia de lo que haces.

La mente se encuentra lejos del cuerpo, por lo que te pierdes lo que acontece en tu vida gran parte del día.

•    El acto de pensar ocupa tu mente.

El pensamiento es un velo que filtra el color y la energía de la vida.

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•    Habitas en el pasado y el futuro:

Tu mente viaja al futuro anticipando realidades inexistentes, lo que provoca ansiedad; o a recuerdos del pasado, lo que genera melancolía.

•    Estás siempre centrada en la distancia entre lo que es y lo que debería ser:

Esta forma de funcionar lleva a la impresión de que ni tú ni tu vida son “suficientemente buenas”, lo que produce una insatisfacción constante.

Por suerte existe otra forma de empezar a funcionar…

Aprender a vivir en el presente, requiere de crear patrones mentales diferentes a los habituales. La alternativa es lo que se ha denominado el modo orientado a SER:

•    Con esta nueva forma de estar, tu mente y tu cuerpo comparten el momento presente, pues sienten y experimentan la vida a través de los sentidos, lo que te mantiene íntimamente ligado y enganchado a ella.

•    La mente está centrada en el aquí y ahora, con una actitud de interés y curiosidad que te permite descubrir lo que ocurre como algo nuevo y placentero.

•    Aceptas que las cosas sean como son: vives la experiencia tal y como es, sin necesidad de que sea de otra forma diferente.

•    Aprendes a descubrir la maravilla de lo ordinario, sin la espera de lo extraordinario como fuente de felicidad.

¿Cómo consigo este modo de funcionamiento?

Estar y ser en el presente se puede aprender.

Gracias a la practica de MINDFULNESS podrás cultivar el modo de funcionamientos de la mente orientado a ser.

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A través de sencillas herramientas, basadas en la meditación, despertarás tu conciencia corporal, clave para el presente; gestionarás tus pensamientos y emociones aprendiendo a convivir con ellas, de forma que la vida transcurra sin miedo y con serenidad.

En definitiva, comenzarás a VIVIR Y SER.

¡PRACTICA!

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

 

 

 

 

Tengo pendiente una conversación difícil. Segunda parte.

En nuestro anterior post para preparar conversaciones difíciles hablamos del primer paso: "Analizar nuestras propias historias respecto a la conversación".

En este segundo artículo hablaremos del segundo y tercer paso: "Definir el objetivo" y Clarificar los comportamientos concretos que deseamos de la otra persona". 

No obstante te recordamos los 8 pasos necesarios para preparar una conversación con la máxima eficacia:

1) Analiza tu propia historia interna sobre la conversación

2) Define claramente cuál es tu objetivo para esa conversación

3) Ten claro previamente lo que te gustaría que la persona hiciera de manera específica

4) Prepárate a nivel emocional

5) Trata de anticiparte a las posibles reacciones de la persona con la que hablarás

6) Piensa en fundamentos sólidos en los que vas a basar tus argumentos

7) Planifica tu enfoque

8) Selecciona un contexto y lugar adecuado para abordarla

Paso 2: Definir el objetivo

Cuando hablamos de definir nuestro objetivo, nos estamos refiriendo concretamente a clarificar qué es aquello que nos gustaría lograr mediante esta conversación. Esto es importante hacerlo, ya que en ocasiones, pese a que nuestras metas estén relacionadas con mejorar las relaciones, aclarar malos entendidos y vencer distancias, lo que acabamos realizando sin darnos cuenta son enfrentamientos como si se tratara de separar un bando de otro.

Las buenas intenciones pueden desaparecer por las cargas emocionales que tienen estas conversaciones. Y es aquí donde el objetivo es lo que debe orientar, centrar y guiar la conversación, al aportarnos una idea clara. De esta forma incluso este objetivo se puede verbalizar al comenzar la conversación como en los siguientes ejemplos:

 "Mi intención con esta conversación, es arreglar el posible malentendido que tuvimos en la reunión del jueves".

"Si en algún momento te hago sentir atacado/a indícamelo, ya que el objeto de la reunión va a ser buscar soluciones para mejorar nuestro sistema de trabajo".

"Nuestra relación es muy importante para mí, y he buscado este momento para poder aclarar las discrepancias del otro día porque me gustaría proteger mi amistad contigo".

Este objetivo también va a ser muy útil para recordarnos a nosotros mismos, en algún momento de la conversación que sintamos que estamos entrando a atacar, que nuestra meta es otra.

Paso 3: Tener claro el comportamiento que deseo que cambie la otra persona.

Respecto a este paso, es importante que sepamos que hay que tratar de ser lo más específicos posibles. Las conductas deben quedar concretadas, ya que si realizamos las peticiones de manera genérica, la otra persona será la que tenga que adivinar lo que nosotros queremos que cambie. De este manera tendríamos que sustituir mensajes más genéricos por otros más concretos como en los siguientes ejemplos:

Mensajes genéricos:

"No atiendes", "no estás implicado", "las riendas te están esperando desde hace tiempo", "a veces siento que no logro sacar punta de ti".

Mensajes concretos (responden a cada uno de los anteriores):

"Durante el último tramo de la reunión de ayer te noté un tanto distraído, y tengo la sensación de que durante la semana ha ocurrido en más ocasiones".

"He observado que tu participación ha disminuido en las últimas reuniones, lo he notado especialmente en el número de intervenciones que realizas".

"Me he dado cuenta que desde la semana pasada, en la que hablamos de comenzar a asumir las responsabilidades del equipo de ventas, no se han producido cambios en este sentido y el trabajo sigue siendo muy similar al que existía antes de tener la conversación, ¿hay algún problema o necesitas ayuda?".

"He de confesarte que en ocasiones me siento algo disgustado, ya que los últimos retos que te he lanzado sobre responsabilidad y equipo están todavía sin desarrollar y no he observado cambios. ¿Por qué está ocurriendo esto?".

Como podréis imaginar, redactar los mensajes concretos me ha llevado mucho más tiempo que los genéricos, que prácticamente me han salido de carrera. Ser específico es positivo e imprescindible para abordar bien una conversación difícil, pero no debemos creer en nuestra espontaneidad en exceso, y por tanto tenemos que darle tiempo y cierto esfuerzo para pensarlos y prepararlos previamente.

Por tanto, como tarea, y para finalizar este segundo post, te invito a que pienses muy bien en tu objetivo y que escribas varios comportamientos concretos que te gustaría que cambiaran, se aminoraran, incrementaran... en esa persona con la que te estás preparando para hablar.

Aquí tienes la tercera parte con los siguientes pasos.

¡Mucho ánimo!

 

Tengo pendiente una conversación difícil: ¿cómo prepararla?

Todos nos enfrentamos de vez en cuando a una conversación difícil. En este post y sucesivos os vamos a ofrecer algunos consejos para preparar este tipo de vconversaciones. Estos consejos, puedes aplicarlos independientemente de si se trata de una conversación laboral o personal. Algunos expertos recomiendan al menos un minuto de preparación por cada minuto de conversación. Prepararse tiene sentido cuando vamos a mantener esa conversación que nos inquieta o cuyo resultado es significativo de algún modo.

Los pasos serían los siguientes y en el este post vamos a hablar del primero:

1) Analiza tu propia historia interna sobre la conversación

2) Define claramente cuál es tu objetivo para esa conversación

3) Ten claro previamente lo que te gustaría que la persona hiciera de manera específica

4) Prepárate a nivel emocional

5) Trata de anticiparte a las posibles reacciones de la persona con la que hablarás

6) Piensa en fundamentos sólidos en los que vas a basar tus argumentos

7) Planifica tu enfoque

8) Selecciona un contexto y lugar adecuado para abordarla

Analiza tu propia historia:

Pasamos a desarrollar este primer paso. Consiste en que tomes conciencia de lo que te dices a ti mismo sobre esta historia o cuestión. Implica alguna crítica sobre nuestro modo de ver la realidad del problema, esto es, nuestra percepción subjetiva. Para que este paso sea útil, te recomiendo que busques algún lugar para escribir (ya sea por ordenador o con papel y lápiz) y te propongo que te conteste las siguientes preguntas:

  • ¿Qué es lo que me da miedo de esta conversación y en qué fundamentos lo apoyo? ¿Qué dice de mi ese temor?

  • ¿Hasta qué punto me está aportando mantenerme así y en qué me perjudica? ¿Qué dice esto de mi?

  • ¿Qué sería lo peor que me podría ocurrir si se produjera todo aquello que temo? ¿Y qué otras opciones podrían ocurrir?

  • ¿Qué consecuencias beneficiosas me aportaría a mí y a la otra persona esta conversación?

Las siguientes preguntas sirven para saber cómo vas a encarar la conversación a nivel personal, en lo referente a mi disposición y mis miedos. No obstante también existen técnicas o preguntas para analizar introspectivamente, como entendemos los hechos acaecidos y que nos llevan a esta conversación:

  • ¿De qué forma interpreto lo que ha ocurrido?, ¿de cuántas otras formas o qué perspectivas imagino que tendrán los demás al respecto de esta situación?, ¿pueden aportarme algo?...

Un ejercicio interesante que te proponemos para analizar los diferentes enfoques y ser capaz de ponernos en otras perspectivas es el juego de las sillas. El juego consiste en lo siguiente:

Vamos a buscar varios asientos en nuestro lugar de preparación, los cuales serán correspondidos a la cantidad de personas que estén implicadas en el asunto o les afecte, y por tanto, cada silla representará a una de estas personas.  El ejercicio consistirá en obligarte, cada vez que te sientes en una de las sillas, en analizar desde esa perspectiva el conflicto o las motivaciones de esa persona, así como su punto de vista sobre lo que está sucediendo.  Una vez se haya realizado, cogeremos una tercera silla, llamada la silla del observador externo. Esta se colocará alejada del resto, y una vez te sientes en ella, deberás analizar la situación que está aconteciendo como si fueses una persona totalmente externa que observa lo que ocurre desde una perspectiva ajena y totalmente neutral. ¿Cómo lo ve este espectador?.

Una vez hemos completado el juego, volveremos de nuevo a nuestro cuaderno, donde hemos anotado las respuestas a las preguntas anteriores y nos haremos las siguientes preguntas finales con respecto a la persona con la que tendremos que hablar:

  • ¿Qué visión tengo yo mismo de esta persona?, ¿en qué lo fundamento?

  • ¿Hay personas que la ven de una manera diferente a mi?, ¿es posible que se me pase algún aspecto?

  • ¿Podría explicarse lo que ocurre desde la otra persona de una manera tan honesta o sensata como la mía?

Si has logrado realizar todos los pasos, seguramente hayas sacado algunos aspectos en claro que quizá en un principio desconocías y pasabas por alto.

En posteriores post analizaremos otros elementos relacionados con las conversaciones difíciles.

¡Ánimo con esa preparación!

Mi hijo/a tiene miedos, ¿Cómo puedo ayudarle?

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Es normal que el niño o la niña, a lo largo de su desarrollo, tenga algún tipo de miedo pasajero. La actitud de las personas que le rodean es importante para evitar que se agrave el temor y desemboque en un miedo mayor como la fobia.

Por ejemplo, muchas veces, para evitar que el niño o la niña se exponga a un riesgo, los padres y madres lo cogen en brazos (por ejemplo, cuando se cruzan con un gato) lo que le lleva al pequeño o pequeña a concluir que realmente existe un peligro.

En otros casos, los padres y madres se muestran molestos/as e incluso se enfadan con su hijo/a por sus miedos a cosas inofensivas: “Eres muy miedoso/a, ¿no ves que no hace nada?”. Con esto lo único que se consigue es que el niño o la niña muestre mayores reacciones de temor.

Lo recomendable es mantener siempre un diálogo de confianza para que pueda expresar sus miedos y ayudarle a darse cuenta que son sólo miedos infundados: “¿Que te da miedo, el gato? Sólo saca las uñas y bufa si está enfadado, y ahora no las ves, a si que puedes acercarte sin temor….mira, es suave…”

A veces, se utiliza el miedo como método educativo. Algunos padres o madres creen que la única forma de conseguir que el niño o la niña obedezca es atemorizándole:  “Te voy a llevar al médico si no comes… si no te duermes no vas a crecer y te quedarás pequeño… si no te tomas el jarabe tendrán que pincharte…”. Este tipo de amenazas se emplean con el fin de lograr ciertos comportamientos del niño o la niña y aunque funcionen a corto plazo, a la larga su eficacia es cuanto menos dudosa. Lo que se consigue es un niño o niña miedoso/a que cree que el médico es malo o que no va a crecer nunca. De esta forma, el miedo que presente no será infundado y resultará difícil que se desprenda de él.

Algunas de las pautas que pueden seguir los padres y madres para ayudar a su hijo o hija a superar sus miedos son:

No ridicudizarlo.

No burlarse de sus miedos y mucho menos delante de otras personas. La emoción del miedo es real y es necesario respetarla y validarla.

Entender su miedo y ponerse en su lugar.

La empatía es en estos momentos la mejor de las estrategias para calmar su miedo: “Entiedocómo te sientes, yo de pequeño/a también tenía miedo… es normal, se pasará, yo estoy aquí para ayudarte a superarlo….”.

Demostrarle con la propia actitud que realmente no pasa nada.

Si el niño o niña ve que los padres y madres tienen miedo por ejemplo a tocar un perro, es probable que él también sienta lo mismo y, seguramente,  esa emoción le dure mucho tiempo.

Tener paciencia.

No tener prisa porque supere sus miedos. Cada niño o niña necesita un tiempo para poder enfrentarse a las situaciones que le provocan temor.

No presionar

No obligarle a que se enfrente a los estímulos que le provocan miedo de forma directa porque muchas veces conseguiremos el efecto contrario: que tenga más miedo. Hay que exponerle de forma gradual, haciendo una jerarquía de situaciones de menor a mayor miedo. Por ejemplo, con el miedo a los perros, empezamos primero mirando fotos de perros, vídeos, a continuación verlos de lejos por la calle, primero los más pequeños, luego los más grandes, después más cerca…. Así sucesivamente hasta que logre acariciar uno de manera tranquila y con confianza.

No mentir sobre sus miedos.

Ser siempre honestos con ellos y con sus temores.

Susana Paniagua

Psícologa familiar, educativa e infanto-juvenil

Grupo Crece

 

¿Sabes empatizar?

Podríamos hablar de la empatía en varios términos, por ejemplo como una capacidad, una habilidad, una característica innata de alguna persona, una herramienta de comunicación o una técnica para conseguir algún objetivo. Sin embargo todas ellas comparten un denominador común: el efecto que genera en la persona que lo recibe.

La definición más conocida y simple de la empatía es la siguiente: “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Pero… ¿qué es eso de ponerse en el lugar? Erróneamente las personas que leen esta definición podrían concluir que para empatizar con alguien tendrían que ser capaces de sentir exactamente lo mismo que esa persona está sintiendo en ese momento. Esto por supuesto es un error.

La empatía o capacidad de empatizar se ha estudiado también utilizando como contraste los trastornos del espectro autista.  En estos casos las personas que lo padecen, en mayor o menor medida muestran grandes dificultades para tener en cuenta lo que piensa o siente el otro. Una de las teorías que se han estudiado para comprender esta incapacidad son las teorías referentes a las “neuronas en espejo”. De una forma muy simple (sin ánimo de profundizar en el asunto) se concluiría que estas personas tendrían dificultades para ponerse en el lugar del otro debido a la ausencia o alteración en este sustrato. Dando esto por cierto, estas neuronas en espejo serían las responsables de que saltásemos de alegría cuando un amigo nos comunica con gran entusiasmo que le han ascendido en el trabajo, o las que nos pueden hacer llorar cuando vemos una película triste.

Como veis hemos empezado a hablar de emociones y ya no tanto de estar en el lugar de nadie. Hablamos de CAPTAR Y RECOGER LA EMOCIÓN.

La verdadera clave de la habilidad de empatizar está en ser capaz de CAPTAR y RECOGER esa emoción para después TRANSMITIR al otro que lo hemos hecho. En este caso, captar significaría “darnos cuenta”, recoger significaría “colocarla en nosotros mismos” y transmitir estaría relacionado con “ser reflejo de ella ante el otro”. Y para ello la auténtica y verdadera clave está en una sola cosa: LA EMOCIÓN.

En las formaciones de inteligencia emocional al igual que en muchas otras, siempre me gusta dar un papel importantísimo a la capacidad de empatizar, ya que en sí supone la capacidad de centrarse en la emoción del otro en lugar de vislumbrar el problema. Y hay una metáfora que me gusta mucho contar para explicarla.

“Tendríamos que pensar o imaginar que tenemos un jardín pequeño y delicado, con bonsáis y pequeñas macetas entre otros elementos. Disponemos de una manguera para poder regar todas estas plantas pero el agua sale con un chorro de gran presión. ¿Cómo regaríamos nuestras plantas?... y todo el mundo contesta… pues echando el agua a un cubo o una regadera… Pues precisamente esa acción de meter ese chorro de gran presión… recogerlo… colocarlo… para luego regar… es la capacidad de empatía. El gran chorro de agua es la emoción y nosotros somos ese recipiente que guardará el agua para luego regar con delicadeza (el jardín sería el problema o la cuestión de la que emana esa emoción)”.

En el primer párrafo habíamos indicado que el denominador común de la empatía era el efecto que generaba en el otro. Y esto es realmente lo único importante cuando hablamos estrictamente de habilidad empática,  lograr generar la sensación en el otro de que somos capaces de recogerle antes de empezar a dar consejos para solucionar sus problemas.

Si tuviésemos que resumir el proceso en tres pasos serían los siguientes:

1) Visualizar la emoción

En primer lugar tenemos que olvidar el problema o cuestión que conlleva la situación y visualizar la emoción. Una persona puede venir a contarnos algo en un tono neutro o sin emoción… en este caso no tiene ningún sentido empatizar, pero en otras ocasiones las palabras o acciones pueden estar mediadas por esa emoción. Las claves para detectar esta emoción las podemos detectar en el lenguaje no verbal o paraverbal. Imaginemos que un amigo viene a hablar con nosotros y nos saluda con desgana, su tono de voz es bajo y monocorde con respecto a lo que estamos acostumbrados en él, se muestra cabizbajo y algo encogido, habla muy despacio y tarda en reaccionar a lo que le decimos... ¿sospecháis alguna emoción? Efectivamente, esta persona parece triste.

2) Recoger la emoción

El siguiente paso está en recoger esa emoción. Ya nos hemos dado cuenta de que viene triste y decaído y por tanto nosotros vamos a adoptar nuestra postura y gesto a él. Nuestro rostro, actitud corporal, tono de voz,  velocidad… van a adaptarse como si fuésemos un espejo, hasta que la emoción vaya estabilizándose. En este paso no vamos a dar consejos ni a interrumpir, solo escuchar con atención lo que cuenta y a su emoción.

3) Reflejar y sincronizar la emoción

Por último, en el transcurso de la conversación le mostraremos el reflejo de ese espejo a través de expresiones empáticas como “entiendo…”, “lo lamento mucho…”, “entiendo que estés triste”,“noto que esto te es doloroso”…

¡¡MUCHO ÁNIMO Y A PRACTICAR!!

 

La agresividad en los menores: claves para prevnirla

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La agresividad es un estado emocional que conlleva sentimientos de ira y odio y deseos de dañar a otra persona, animal u objeto. La agresión es cualquier forma de conducta que pretende herir física o psicológicamente a alguien. Esto se traduce en empujones, golpes, arañazos, pellizcos, patadas, insultos, burlas, amenazas, etc.

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La frustración es la situación en la que se halla el/ niño/a cuando encuentra un obstáculo que no le permite alcanzar un deseo o una meta. Esta frustración no tiene por qué generar agresividad, a menos que el/la niño/a experimente una importante emoción negativa al no poder conseguir lo que desea.

Las situaciones que con más frecuencia provocan comportamientos agresivos en el/la niño/a  suelen deberse a problemas de relación con otros/as niños/as, que a su vez le agreden o no le permiten satisfacer sus deseos, y con adultos que le aplican consecuencias, no le dan lo que él/ella quiere o le exigen que cumpla una serie de normas.

¿Cómo prevenir estos comportamientos agresivos?

  1. Es fundamental normalizar y restar importancia a las situaciones de irritación, evitar exagerarlas como medio de corrección: si el niño o la niñagrita y su padre o madre le grita a él o ella,  entran en una dinámica que no sirve para evitar el comportamiento del niño/a y sí para aumentar el ambiente de crispación en casa.
  2. Respetar el punto de vista de nuestros/as hijos e hijas y empatizar con la emoción sin imponer violentamente el nuestro. Escucharles y escuchar las razones que nos dan. Bajo ningún concepto es justificable la imposición de criterios por la fuerza.
  3. La agresión física o verbal sólo tiene consecuencias negativas. No se debe justificar ni utilizar. La agresividad de los niños y niñas es muchas veces un reflejo de la que reciben o visualizan, hay que olvidarse pues de los castigos físicos y las actitudes agresivas.En medio de una discusión es recomendable parar y contar hasta 10. Si un padre o madre ve que se va a iniciar una pelea con su hijo o hija podrá salir de la habitación y después, cuando los ánimos lo permitan, volver a plantear el tema y buscar una solución.En ocasiones parece que el niño o la niña tiene una actitud retadora y está provocando que surja una situación conflictiva. En estos casos no hay que entrar al trapo, sino retirarse de la situación, cambiar de actividad o salir a dar una vuelta.  Si el niño o la niña se muestra agresivo/a, no se debe caer en la tentación de actuar igual que él o ella; lo más probable es que se provoque una escalada de mutua agresividad difícil de parar, que irá aumentando en intensidad. Lo más apropiado en este caso es mantener la calma, conseguir contagiarles con la misma y no al contrario. Los padres y madres deben estar pendientes de los contenidos a los que acceden sus hijos e hijas a través de la televisión, internet o videojuegos. Es importante controlar que los/las más pequeños/as no vean escenas de agresividad física o verbal. Si aparecen, conviene estar con ellos/ellas, explicarles que no son escenas reales y darles alternativas de solución para que no piensen que lo que ven es válido.
  4. Hay que convencer al niño o la niña que él o ella es capaz de controlar el enfado antes de transformarse en ira: contándole a algún amigo o amiga lo que le pasa; contando hasta 10 antes de insultar, gritar o pegar;  recibir o dar un abrazo;  discernir con él  o ella si lo que le pasa es un problema pequeño, mediano o muy grande y darle alternativas para cada uno de ellos; golpear una almohada; hacer un dibujo de su ira; dar determinadas vueltas corriendo tan rápido como pueda;  pensar en cosas buenas y practicar ejercicios de relajación (por ejemplo, aprender mindfunless).

Susana Paniagua Diaz

Psicóloga familiar e infanto-juvenil

Grupo Crece

 

10 señales de que te está yendo bien la vida

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1. NO TIENES MIEDO A PEDIR AYUDA

Para ser un héroe debes renunciar a ser el superhéroe que puede con todo y salva a todos.

Querer llevar la carga del mundo sobre los hombros sólo te llevará a que se caiga en algún momento y te arrastre con él debido a su peso.

Pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de madurez, puesto que reconocerse como humano incompleto requiere de mucha fortaleza.

2. TU PONES TUS NORMAS.

Eliges cómo quieres vivir las cosas, cómo quieres construirlas ( lo que no significa que siempre lo tengas claro y sabiendo que siempre puedes pedir ayuda )
Vives de acuerdo a tus deseos, sin ignorar los deseos del otro, pero haciendo que los tuyos sean prioritarios puesto que se trata de TÚ desarrollo personal.

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3. TE ALEJAS DE LAS COSAS QUE TE HACEN DAÑO

Te quieres lo suficiente para empezar a tratarte con respeto y alejar a las personas que no lo hacen y despedir las situaciones o cosas que no te convienen...

4. HAS APRENDIDO QUE LOS FRACASOS SON PARTE DEL AUTOCRECIMIENTO

No nos queda más remedio que sumir que la única forma de crecer es concebir el error como primer paso para ello. Y es que en el error no debe haber vergüenza, ni culpa, ni inferioridad…lo único perjudicial del error es no aprender de él debido a nuestro orgullo y a la ambición de ser superhéroes.

5. TE RODEAS DE PERSONAS QUE APORTAN EN TU VIDA

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Ya has alejado a la gente que no te hace bien y eliges que formen y formar parte de la vida de personas que te aporten bienestar.

Esto no significa que no haya nunca dificultades con esas personas, eso forma parte de las relaciones, pero esas dificultades se tratan con respeto y con cariño.

Estas personas confían en ti y confías en ellos, lo que te ayuda a avanzar y continuar adelante.

6. NO TE QUEJAS MUCHO

Eres capaz de ver el otro lado de las cosas, el positivo, el que nos hace disfrutar de los pequeños detalles placenteros.

Atendiendo únicamente a lo negativo no queda más remedio que la queja, no hay otra forma de sobrellevarlo.

En los momentos más complicados, te quejas , pero lo justo y necesario para expresar tu malestar, sabiendo que la queja excesiva no te hace bien ni a ti ni a quien te rodea.

7. CELEBRAS LOS LOGROS AJENOS.

Es natural que aparezca cierta envidia del éxito del otro si consideramos que en nuestra vida no vamos cumpliendo nuestros deseos....

Y cuánto más pendientes estemos de si los otros consiguen o no sus sueños , menos conscientes seremos de los que vamos consiguiendo nosotros y menos valor le daremos.

Céntrate en ti y acompaña a los demás en su crecimiento. Saldrás creciendo también.

8. ACEPTAS QUE HAY COSAS QUE NO PUEDEN CAMBIAR

No gastes tus energías en intentar cambiar cosas que sólo están en la voluntad del otro cambiar.

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9. SABES QUE NO PUEDES COMPLACER A TODO EL MUNDO

Complacer implica ir regalando trocitos de uno mismo. Regálate a quien tu quieras, no a quien debas, porque si todo el mundo se queda con algo de ti puede llegar el día en el que te mires y no encuentres nada tuyo. Todo se lo habrán quedado los demás .

10. TE SIENTES FELIZ

A pesar de que las vicisitudes de la vida seguirán ocurriendo, cuando miras dentro de ti encuentras un espacio de serenidad y la sensación de que las cosas, aunque lentas, van colocándose....

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