Mi vida transcurre sin percatarme de ella, ¿Cómo vuelvo a sentirla?

MI VIDA TRANSCURRE SIN PERCATARME DE ELLA. ¿CÓMO VUELVO A SENTIRLA?

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Somos actividad pura. Nuestro día a día se resume prácticamente en la realización y consecución de tareas, actividades, objetivos y cuyo propósito principal se centra en alcanzar, conseguir y solucionar problemas. Bien es cierto que en el ámbito laboral es necesario obtener ciertos resultados, de eso trata el trabajo.

Pero, ¿ qué pasa cuando esa forma de hacer nuestra se aplica a todo lo demás, al resto de áreas de nuestra vida? ¿Qué pasa cuando, incluso en lo placentero, nuestra mente entra en el juego de planificar, conseguir resultados, trabajar duro para que las cosas sean como deben ser?

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Pues que ya no existe el placer, ya no existe lo agradable. Nuestra mente se haya en el resultado, en el final del proceso. Está colocada en el futuro.

O en el pasado, intentado corregir errores a través de la culpa, en lo que pudo ser y no fue, a ver si no lo repetimos en la siguiente…

En resumen, viajando mentalmente en el tiempo con el único objetivo de que todo salga bien.

Quizás por eso hayas sentido en algún momento que la vida pasa tan rápido que ni te estás dando cuenta. Y es que si tu mente se haya continuamente de viaje, se haya continuamente en la imaginación. Y la vida no transcurre en la imaginación, sino en lo que acontece momento a momento en el presente.

Esta claro, si todo esto que lees te suena…quizás vivas en lo que en Mindfulness se denomina un modo orientado a la acción:

•    Una forma de vida en la que realizas cada acción diaria sin conciencia de lo que haces.

La mente se encuentra lejos del cuerpo, por lo que te pierdes lo que acontece en tu vida gran parte del día.

•    El acto de pensar ocupa tu mente.

El pensamiento es un velo que filtra el color y la energía de la vida.

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•    Habitas en el pasado y el futuro:

Tu mente viaja al futuro anticipando realidades inexistentes, lo que provoca ansiedad; o a recuerdos del pasado, lo que genera melancolía.

•    Estás siempre centrada en la distancia entre lo que es y lo que debería ser:

Esta forma de funcionar lleva a la impresión de que ni tú ni tu vida son “suficientemente buenas”, lo que produce una insatisfacción constante.

Por suerte existe otra forma de empezar a funcionar…

Aprender a vivir en el presente, requiere de crear patrones mentales diferentes a los habituales. La alternativa es lo que se ha denominado el modo orientado a SER:

•    Con esta nueva forma de estar, tu mente y tu cuerpo comparten el momento presente, pues sienten y experimentan la vida a través de los sentidos, lo que te mantiene íntimamente ligado y enganchado a ella.

•    La mente está centrada en el aquí y ahora, con una actitud de interés y curiosidad que te permite descubrir lo que ocurre como algo nuevo y placentero.

•    Aceptas que las cosas sean como son: vives la experiencia tal y como es, sin necesidad de que sea de otra forma diferente.

•    Aprendes a descubrir la maravilla de lo ordinario, sin la espera de lo extraordinario como fuente de felicidad.

¿Cómo consigo este modo de funcionamiento?

Estar y ser en el presente se puede aprender.

Gracias a la practica de MINDFULNESS podrás cultivar el modo de funcionamientos de la mente orientado a ser.

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A través de sencillas herramientas, basadas en la meditación, despertarás tu conciencia corporal, clave para el presente; gestionarás tus pensamientos y emociones aprendiendo a convivir con ellas, de forma que la vida transcurra sin miedo y con serenidad.

En definitiva, comenzarás a VIVIR Y SER.

¡PRACTICA!

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

 

 

 

 

Tengo pendiente una conversación difícil. Segunda parte.

En nuestro anterior post para preparar conversaciones difíciles hablamos del primer paso: "Analizar nuestras propias historias respecto a la conversación".

En este segundo artículo hablaremos del segundo y tercer paso: "Definir el objetivo" y Clarificar los comportamientos concretos que deseamos de la otra persona". 

No obstante te recordamos los 8 pasos necesarios para preparar una conversación con la máxima eficacia:

1) Analiza tu propia historia interna sobre la conversación

2) Define claramente cuál es tu objetivo para esa conversación

3) Ten claro previamente lo que te gustaría que la persona hiciera de manera específica

4) Prepárate a nivel emocional

5) Trata de anticiparte a las posibles reacciones de la persona con la que hablarás

6) Piensa en fundamentos sólidos en los que vas a basar tus argumentos

7) Planifica tu enfoque

8) Selecciona un contexto y lugar adecuado para abordarla

Paso 2: Definir el objetivo

Cuando hablamos de definir nuestro objetivo, nos estamos refiriendo concretamente a clarificar qué es aquello que nos gustaría lograr mediante esta conversación. Esto es importante hacerlo, ya que en ocasiones, pese a que nuestras metas estén relacionadas con mejorar las relaciones, aclarar malos entendidos y vencer distancias, lo que acabamos realizando sin darnos cuenta son enfrentamientos como si se tratara de separar un bando de otro.

Las buenas intenciones pueden desaparecer por las cargas emocionales que tienen estas conversaciones. Y es aquí donde el objetivo es lo que debe orientar, centrar y guiar la conversación, al aportarnos una idea clara. De esta forma incluso este objetivo se puede verbalizar al comenzar la conversación como en los siguientes ejemplos:

 "Mi intención con esta conversación, es arreglar el posible malentendido que tuvimos en la reunión del jueves".

"Si en algún momento te hago sentir atacado/a indícamelo, ya que el objeto de la reunión va a ser buscar soluciones para mejorar nuestro sistema de trabajo".

"Nuestra relación es muy importante para mí, y he buscado este momento para poder aclarar las discrepancias del otro día porque me gustaría proteger mi amistad contigo".

Este objetivo también va a ser muy útil para recordarnos a nosotros mismos, en algún momento de la conversación que sintamos que estamos entrando a atacar, que nuestra meta es otra.

Paso 3: Tener claro el comportamiento que deseo que cambie la otra persona.

Respecto a este paso, es importante que sepamos que hay que tratar de ser lo más específicos posibles. Las conductas deben quedar concretadas, ya que si realizamos las peticiones de manera genérica, la otra persona será la que tenga que adivinar lo que nosotros queremos que cambie. De este manera tendríamos que sustituir mensajes más genéricos por otros más concretos como en los siguientes ejemplos:

Mensajes genéricos:

"No atiendes", "no estás implicado", "las riendas te están esperando desde hace tiempo", "a veces siento que no logro sacar punta de ti".

Mensajes concretos (responden a cada uno de los anteriores):

"Durante el último tramo de la reunión de ayer te noté un tanto distraído, y tengo la sensación de que durante la semana ha ocurrido en más ocasiones".

"He observado que tu participación ha disminuido en las últimas reuniones, lo he notado especialmente en el número de intervenciones que realizas".

"Me he dado cuenta que desde la semana pasada, en la que hablamos de comenzar a asumir las responsabilidades del equipo de ventas, no se han producido cambios en este sentido y el trabajo sigue siendo muy similar al que existía antes de tener la conversación, ¿hay algún problema o necesitas ayuda?".

"He de confesarte que en ocasiones me siento algo disgustado, ya que los últimos retos que te he lanzado sobre responsabilidad y equipo están todavía sin desarrollar y no he observado cambios. ¿Por qué está ocurriendo esto?".

Como podréis imaginar, redactar los mensajes concretos me ha llevado mucho más tiempo que los genéricos, que prácticamente me han salido de carrera. Ser específico es positivo e imprescindible para abordar bien una conversación difícil, pero no debemos creer en nuestra espontaneidad en exceso, y por tanto tenemos que darle tiempo y cierto esfuerzo para pensarlos y prepararlos previamente.

Por tanto, como tarea, y para finalizar este segundo post, te invito a que pienses muy bien en tu objetivo y que escribas varios comportamientos concretos que te gustaría que cambiaran, se aminoraran, incrementaran... en esa persona con la que te estás preparando para hablar.

Aquí tienes la tercera parte con los siguientes pasos.

¡Mucho ánimo!

 

Tengo pendiente una conversación difícil: ¿cómo prepararla?

Todos nos enfrentamos de vez en cuando a una conversación difícil. En este post y sucesivos os vamos a ofrecer algunos consejos para preparar este tipo de vconversaciones. Estos consejos, puedes aplicarlos independientemente de si se trata de una conversación laboral o personal. Algunos expertos recomiendan al menos un minuto de preparación por cada minuto de conversación. Prepararse tiene sentido cuando vamos a mantener esa conversación que nos inquieta o cuyo resultado es significativo de algún modo.

Los pasos serían los siguientes y en el este post vamos a hablar del primero:

1) Analiza tu propia historia interna sobre la conversación

2) Define claramente cuál es tu objetivo para esa conversación

3) Ten claro previamente lo que te gustaría que la persona hiciera de manera específica

4) Prepárate a nivel emocional

5) Trata de anticiparte a las posibles reacciones de la persona con la que hablarás

6) Piensa en fundamentos sólidos en los que vas a basar tus argumentos

7) Planifica tu enfoque

8) Selecciona un contexto y lugar adecuado para abordarla

Analiza tu propia historia:

Pasamos a desarrollar este primer paso. Consiste en que tomes conciencia de lo que te dices a ti mismo sobre esta historia o cuestión. Implica alguna crítica sobre nuestro modo de ver la realidad del problema, esto es, nuestra percepción subjetiva. Para que este paso sea útil, te recomiendo que busques algún lugar para escribir (ya sea por ordenador o con papel y lápiz) y te propongo que te conteste las siguientes preguntas:

  • ¿Qué es lo que me da miedo de esta conversación y en qué fundamentos lo apoyo? ¿Qué dice de mi ese temor?

  • ¿Hasta qué punto me está aportando mantenerme así y en qué me perjudica? ¿Qué dice esto de mi?

  • ¿Qué sería lo peor que me podría ocurrir si se produjera todo aquello que temo? ¿Y qué otras opciones podrían ocurrir?

  • ¿Qué consecuencias beneficiosas me aportaría a mí y a la otra persona esta conversación?

Las siguientes preguntas sirven para saber cómo vas a encarar la conversación a nivel personal, en lo referente a mi disposición y mis miedos. No obstante también existen técnicas o preguntas para analizar introspectivamente, como entendemos los hechos acaecidos y que nos llevan a esta conversación:

  • ¿De qué forma interpreto lo que ha ocurrido?, ¿de cuántas otras formas o qué perspectivas imagino que tendrán los demás al respecto de esta situación?, ¿pueden aportarme algo?...

Un ejercicio interesante que te proponemos para analizar los diferentes enfoques y ser capaz de ponernos en otras perspectivas es el juego de las sillas. El juego consiste en lo siguiente:

Vamos a buscar varios asientos en nuestro lugar de preparación, los cuales serán correspondidos a la cantidad de personas que estén implicadas en el asunto o les afecte, y por tanto, cada silla representará a una de estas personas.  El ejercicio consistirá en obligarte, cada vez que te sientes en una de las sillas, en analizar desde esa perspectiva el conflicto o las motivaciones de esa persona, así como su punto de vista sobre lo que está sucediendo.  Una vez se haya realizado, cogeremos una tercera silla, llamada la silla del observador externo. Esta se colocará alejada del resto, y una vez te sientes en ella, deberás analizar la situación que está aconteciendo como si fueses una persona totalmente externa que observa lo que ocurre desde una perspectiva ajena y totalmente neutral. ¿Cómo lo ve este espectador?.

Una vez hemos completado el juego, volveremos de nuevo a nuestro cuaderno, donde hemos anotado las respuestas a las preguntas anteriores y nos haremos las siguientes preguntas finales con respecto a la persona con la que tendremos que hablar:

  • ¿Qué visión tengo yo mismo de esta persona?, ¿en qué lo fundamento?

  • ¿Hay personas que la ven de una manera diferente a mi?, ¿es posible que se me pase algún aspecto?

  • ¿Podría explicarse lo que ocurre desde la otra persona de una manera tan honesta o sensata como la mía?

Si has logrado realizar todos los pasos, seguramente hayas sacado algunos aspectos en claro que quizá en un principio desconocías y pasabas por alto.

En posteriores post analizaremos otros elementos relacionados con las conversaciones difíciles.

¡Ánimo con esa preparación!

¿Sabes empatizar?

Podríamos hablar de la empatía en varios términos, por ejemplo como una capacidad, una habilidad, una característica innata de alguna persona, una herramienta de comunicación o una técnica para conseguir algún objetivo. Sin embargo todas ellas comparten un denominador común: el efecto que genera en la persona que lo recibe.

La definición más conocida y simple de la empatía es la siguiente: “la capacidad de ponerse en el lugar del otro”. Pero… ¿qué es eso de ponerse en el lugar? Erróneamente las personas que leen esta definición podrían concluir que para empatizar con alguien tendrían que ser capaces de sentir exactamente lo mismo que esa persona está sintiendo en ese momento. Esto por supuesto es un error.

La empatía o capacidad de empatizar se ha estudiado también utilizando como contraste los trastornos del espectro autista.  En estos casos las personas que lo padecen, en mayor o menor medida muestran grandes dificultades para tener en cuenta lo que piensa o siente el otro. Una de las teorías que se han estudiado para comprender esta incapacidad son las teorías referentes a las “neuronas en espejo”. De una forma muy simple (sin ánimo de profundizar en el asunto) se concluiría que estas personas tendrían dificultades para ponerse en el lugar del otro debido a la ausencia o alteración en este sustrato. Dando esto por cierto, estas neuronas en espejo serían las responsables de que saltásemos de alegría cuando un amigo nos comunica con gran entusiasmo que le han ascendido en el trabajo, o las que nos pueden hacer llorar cuando vemos una película triste.

Como veis hemos empezado a hablar de emociones y ya no tanto de estar en el lugar de nadie. Hablamos de CAPTAR Y RECOGER LA EMOCIÓN.

La verdadera clave de la habilidad de empatizar está en ser capaz de CAPTAR y RECOGER esa emoción para después TRANSMITIR al otro que lo hemos hecho. En este caso, captar significaría “darnos cuenta”, recoger significaría “colocarla en nosotros mismos” y transmitir estaría relacionado con “ser reflejo de ella ante el otro”. Y para ello la auténtica y verdadera clave está en una sola cosa: LA EMOCIÓN.

En las formaciones de inteligencia emocional al igual que en muchas otras, siempre me gusta dar un papel importantísimo a la capacidad de empatizar, ya que en sí supone la capacidad de centrarse en la emoción del otro en lugar de vislumbrar el problema. Y hay una metáfora que me gusta mucho contar para explicarla.

“Tendríamos que pensar o imaginar que tenemos un jardín pequeño y delicado, con bonsáis y pequeñas macetas entre otros elementos. Disponemos de una manguera para poder regar todas estas plantas pero el agua sale con un chorro de gran presión. ¿Cómo regaríamos nuestras plantas?... y todo el mundo contesta… pues echando el agua a un cubo o una regadera… Pues precisamente esa acción de meter ese chorro de gran presión… recogerlo… colocarlo… para luego regar… es la capacidad de empatía. El gran chorro de agua es la emoción y nosotros somos ese recipiente que guardará el agua para luego regar con delicadeza (el jardín sería el problema o la cuestión de la que emana esa emoción)”.

En el primer párrafo habíamos indicado que el denominador común de la empatía era el efecto que generaba en el otro. Y esto es realmente lo único importante cuando hablamos estrictamente de habilidad empática,  lograr generar la sensación en el otro de que somos capaces de recogerle antes de empezar a dar consejos para solucionar sus problemas.

Si tuviésemos que resumir el proceso en tres pasos serían los siguientes:

1) Visualizar la emoción

En primer lugar tenemos que olvidar el problema o cuestión que conlleva la situación y visualizar la emoción. Una persona puede venir a contarnos algo en un tono neutro o sin emoción… en este caso no tiene ningún sentido empatizar, pero en otras ocasiones las palabras o acciones pueden estar mediadas por esa emoción. Las claves para detectar esta emoción las podemos detectar en el lenguaje no verbal o paraverbal. Imaginemos que un amigo viene a hablar con nosotros y nos saluda con desgana, su tono de voz es bajo y monocorde con respecto a lo que estamos acostumbrados en él, se muestra cabizbajo y algo encogido, habla muy despacio y tarda en reaccionar a lo que le decimos... ¿sospecháis alguna emoción? Efectivamente, esta persona parece triste.

2) Recoger la emoción

El siguiente paso está en recoger esa emoción. Ya nos hemos dado cuenta de que viene triste y decaído y por tanto nosotros vamos a adoptar nuestra postura y gesto a él. Nuestro rostro, actitud corporal, tono de voz,  velocidad… van a adaptarse como si fuésemos un espejo, hasta que la emoción vaya estabilizándose. En este paso no vamos a dar consejos ni a interrumpir, solo escuchar con atención lo que cuenta y a su emoción.

3) Reflejar y sincronizar la emoción

Por último, en el transcurso de la conversación le mostraremos el reflejo de ese espejo a través de expresiones empáticas como “entiendo…”, “lo lamento mucho…”, “entiendo que estés triste”,“noto que esto te es doloroso”…

¡¡MUCHO ÁNIMO Y A PRACTICAR!!

 

Decisiones: ¿por qué nos asustan tanto?

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Respiras tranquilo cuando por fin has tomado la decisión

Pero con lo que no contabas es que a la vuelta de la esquina otra nueva “ toma de decisiones” está al acecho. Y es que es condición de la existencia elegir y decidir de forma continua.

La propia palabra existir está compuesta del prefijo ex- (hacia fuera) y el verbo sistere (tomar posición). Es decir, que la vida lleva consigo el incómodo acto de posicionarse y, por tanto, de arriesgarse y escoger.

Ahora mismo, el momento vital en el que te encuentras, para bien o para mal, se debe a una serie de decisiones encadenadas que has ido tomando a lo largo de tu vida. A veces, decisiones insignificantes ( “me crucé de acera para ir por el sol y me choqué con el que es hoy mi pareja”), otras mucho más complejas . A través de tus decisiones, te haces responsable de tu existencia y de la de aquellos que dependen de ti. Y de esta grandísima responsabilidad, es de donde derivan todos los miedos relacionados con el acto de decidir o de elegir la mejor opción entre varias posibles.

Tratamos las decisiones como si fueran “ a vida o muerte”. Es un “ no hay vuelta atrás”, "de esto depende TODA mi felicidad” o un “ qué pensarán de mi si elijo esto”. Si pienso de esta forma, lo más normal y lógico es que la duda se instale y me sienta incapaz de elegir. Cuantísima responsabilidad. La felicidad o el caos ante mi. Esto es lo que paraliza y bloquea.

Quizás lo que nunca te has planteado es que, salvo contadas ocasiones, ninguna decisión es a vida o muerte. Hay muchas decisiones intrascendentes, y sólo algunas requerirán toda nuestra atención y esfuerzo. Así que lo primero que hay que hacer es distinguir la relevancia de unas y otras y tratarlas de forma diferente.

No existe un camino correcto e incorrecto. E incluso si existiera un camino correcto, nadie te asegura que te lleve hacia la felicidad, que es, al fin y al cabo, lo que perseguimos cuando elegimos. E incluso el camino incorrecto puede abrir horizontes insospechados.

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A veces explico en terapia que la vida es como un árbol. No existen árboles con una rama, o con dos. Existen árboles con ramas que se ramifican en otras, y éstas otras en otras más. Elijas la rama que elijas, aún con dudas, de esa primera rama surgirá otra rama, otro camino, que podrás escoger o no…pero no pasa nada si no lo coges, o si lo coges, porque seguirán apareciendo ramitas que te llevará hacia un lugar totalmente diferente al que creías cuando escogiste la primera. Es decir, que casi siempre podrás ir afinando en tu elección, o cambiando si la decisión no dio los resultados que esperabas. NO hay decisiones a vida o muerte ( salvo algún caso excepcional).

Vas a tomar decisiones menos acertadas, sí, pero no te preocupes.

Responsabilízate de esa mala elección , analiza qué motivaciones tenías cuando la elegiste ( que mis padres estuvieran orgullosos, el dinero, estatus social, sentirme amado/a ) y quién decidió por ti realmente.

Y cuando tengas que volver a decidir, sintoniza con tu voz interna, disminuye el volumen de las ajenas y piensa que después, pase lo que pase, otra ramita se abrirá frente a ti.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga

Grupo Crece

10 señales de que te está yendo bien la vida

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1. NO TIENES MIEDO A PEDIR AYUDA

Para ser un héroe debes renunciar a ser el superhéroe que puede con todo y salva a todos.

Querer llevar la carga del mundo sobre los hombros sólo te llevará a que se caiga en algún momento y te arrastre con él debido a su peso.

Pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de madurez, puesto que reconocerse como humano incompleto requiere de mucha fortaleza.

2. TU PONES TUS NORMAS.

Eliges cómo quieres vivir las cosas, cómo quieres construirlas ( lo que no significa que siempre lo tengas claro y sabiendo que siempre puedes pedir ayuda )
Vives de acuerdo a tus deseos, sin ignorar los deseos del otro, pero haciendo que los tuyos sean prioritarios puesto que se trata de TÚ desarrollo personal.

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3. TE ALEJAS DE LAS COSAS QUE TE HACEN DAÑO

Te quieres lo suficiente para empezar a tratarte con respeto y alejar a las personas que no lo hacen y despedir las situaciones o cosas que no te convienen...

4. HAS APRENDIDO QUE LOS FRACASOS SON PARTE DEL AUTOCRECIMIENTO

No nos queda más remedio que sumir que la única forma de crecer es concebir el error como primer paso para ello. Y es que en el error no debe haber vergüenza, ni culpa, ni inferioridad…lo único perjudicial del error es no aprender de él debido a nuestro orgullo y a la ambición de ser superhéroes.

5. TE RODEAS DE PERSONAS QUE APORTAN EN TU VIDA

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Ya has alejado a la gente que no te hace bien y eliges que formen y formar parte de la vida de personas que te aporten bienestar.

Esto no significa que no haya nunca dificultades con esas personas, eso forma parte de las relaciones, pero esas dificultades se tratan con respeto y con cariño.

Estas personas confían en ti y confías en ellos, lo que te ayuda a avanzar y continuar adelante.

6. NO TE QUEJAS MUCHO

Eres capaz de ver el otro lado de las cosas, el positivo, el que nos hace disfrutar de los pequeños detalles placenteros.

Atendiendo únicamente a lo negativo no queda más remedio que la queja, no hay otra forma de sobrellevarlo.

En los momentos más complicados, te quejas , pero lo justo y necesario para expresar tu malestar, sabiendo que la queja excesiva no te hace bien ni a ti ni a quien te rodea.

7. CELEBRAS LOS LOGROS AJENOS.

Es natural que aparezca cierta envidia del éxito del otro si consideramos que en nuestra vida no vamos cumpliendo nuestros deseos....

Y cuánto más pendientes estemos de si los otros consiguen o no sus sueños , menos conscientes seremos de los que vamos consiguiendo nosotros y menos valor le daremos.

Céntrate en ti y acompaña a los demás en su crecimiento. Saldrás creciendo también.

8. ACEPTAS QUE HAY COSAS QUE NO PUEDEN CAMBIAR

No gastes tus energías en intentar cambiar cosas que sólo están en la voluntad del otro cambiar.

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9. SABES QUE NO PUEDES COMPLACER A TODO EL MUNDO

Complacer implica ir regalando trocitos de uno mismo. Regálate a quien tu quieras, no a quien debas, porque si todo el mundo se queda con algo de ti puede llegar el día en el que te mires y no encuentres nada tuyo. Todo se lo habrán quedado los demás .

10. TE SIENTES FELIZ

A pesar de que las vicisitudes de la vida seguirán ocurriendo, cuando miras dentro de ti encuentras un espacio de serenidad y la sensación de que las cosas, aunque lentas, van colocándose....

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El regalo de los años

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Todos hemos oído alguna vez frases del tipo… ya te estás haciendo mayor, se te va a pasar el arroz, ya vas teniendo una edad, ya no tienes 20 años, es la crisis de los 30, de los 40, de los 50… En definitiva, todos hemos oído frases hechas y expresiones coloquiales referidas al paso del tiempo y al cumplir años con cierta connotación negativa.

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No es un gran secreto que la sociedad actual valora cualidades como la seguridad, el poder, la belleza, la juventud… una sociedad que va en busca de esa juventud eterna y que nos anima a luchar contra lo que parece imposible: el avance del tiempo.

Crecemos pensando que debemos esconder y prevenir todos los signos posibles de este avance: tinte para las canas, cremas y sérums para las arrugas, cirugía para lo que ya no puedes esconder bajo otros medios, dietas restrictivas para el cambio de metabolismo… y la lista sigue y sigue…

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Y no sólo crecemos temiendo los efectos físicos del tiempo, sino también los sociales y psicológicos: ya es tarde para cambiar, a esta edad no haré amistades, ya no podré encontrar una pareja…

 

 

 Pero ¿crecer tiene ventajas?

¡Por supuesto que las tiene! A continuación, os exponemos algunas de las muchas ventajas que tiene crecer…

1.      Madurez intelectual

A medida que crecemos almacenamos más conocimientos, tanto teóricos, como prácticos. Aprendemos más sobre el mundo que nos rodea, sobre las personas que viven en él, aprendemos hechos, datos, habilidades, técnicas, hobbies, estrategias… y todo eso no son más que herramientas a nuestro alcance que podemos usar en nuestro beneficio.

2.      Madurez emocional

Aunque algunos de vosotros estéis pensando que conocéis a más de uno que con su edad no ha desarrollado demasiado este punto… es uno de los beneficios que para la mayoría trae consigo el paso del tiempo. Los años y las experiencias que vivimos en ellos nos dotan de una perspectivamás amplia, y de cierta sabiduría respecto a un gran abanico de situaciones y personas. Aprendemos de los errores, los corregimos, comenzamos a discernir lo que queremos de lo que no, comprendemos mejor nuestras propias emociones y motivaciones, así como las ajenas…

3.      Autoestima

Es cierto que este punto no es solo cuestión de edad. La autoestima es algo en lo que tenemos que trabajar y requiere además un esfuerzo por nuestra parte. Pero el tiempo nos da ese espacio para conocernos y aceptar nuestras peculiaridades, nuestras diferencias, nos da tiempo a hacer las paces con lo que no nos gustade nosotros mismos, a valorarnos y reconocer la importancia de querernos y cuidarnos, asaber que ésta es la base para nuestro bienestar.

4.      Confianza

Como decíamos en el punto uno, la edad nos da conocimientos y destrezas. Cuando crecemos hay ciertas cosas a las que debemos enfrentarnos y superar una y otra vez: exposiciones en público, eventos sociales, entrevistas de trabajo, reuniones de equipo, manejo de conflictos, entrega de informes con fecha límite, lidiar con obras, firmar contratos… todo esto nos prepara para afrontar las mismas situaciones en el futuro y poder hacerlo con mayor confianza al haber podido comprobar que lo hemos resuelto de manera satisfactoria en el pasado.

5.      Fortaleza

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Los obstáculos que hemos de superar y que inevitablemente se nos presentan en el camino, nos llevan a hacernos más fuertes, a salir de esas adversidades con algo en nuestro beneficio, con algo aprendido, a ser más resilientes y salir de esas experiencias habiendo crecido.

6.      Priorizar

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Crecer también nos dota del sentido de lo que es realmente importante en la vida. Las cosas que vivíamos con más intensidad o mayor angustia, aprendemos a relativizarlas y darle la importancia que ocupan en nuestra vida. Aprendemos a valorar lo que nos importa y lo que más feliz nos hace y hacer de esto lo que realmente cuenta e importa.

Por tanto, crecer no es sinónimo de deterioro o envejecimiento. Crecer no es ni más ni menos lo que queremos que sea. Aceptar lo que viene con la edad no significa ni mucho menos conformarnos, no quiere decir que no debamos intentar cuidarnos. Obviamente hacernos mayores trae consigo algunas consecuencias que no siempre son agradables y cuidarnos es clave para llevar los cambios que se producen de una forma positiva.

Lo importante de crecer es como lo llevemos y qué mentalidad decidamos adoptar al respecto, siendo conscientes del regalo que supone el tiempo y las experiencias que vivimos en él.

Romina Collado

Psicóloga

Grupo Crece

 

 

Recetas para combatir la frustración

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Todos nos hemos enfrentado alguna vez a ese sentimiento incómodo o incluso desagradable, cuando algo no nos sale como esperábamos,  cuando alguien nos dice que no, cuando no conseguimos nuestros objetivos, cuando los resultados no igualan nuestrasexpectativas... la frustración.

¿Qué es la frustración?

La frustración es una respuesta emocional que aparece como resultado de un conflicto psicológico ante la imposibilidad de satisfacer una necesidad o deseo.

¿Por qué aparece?

1. Factores de desarrollo

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Las situaciones que vivimos de pequeños y la manera en la que hemos sido criados nos preparan ante la frustración o, por el contrario, nos vuelven más vulnerables ante esta.

2. Factores sociales

El entorno que nos rodea establece expectativas e ideales con los que crecemos, por lo que no lograr satisfacer estos estándares puede suponer una frustración.

3. Factores internos

Muchas veces la frustración viene dada por nuestra propia autoexigencia, por proponernos metas poco realistas, por ser demasiado críticos con nosotros mismos…

4. Factores externos

Además de los sociales, la frustración puede venir de la mano de otras personas. Las críticas de los demás, las expectativas que tienen los demás de nosotros o las expectativas que a veces tenemos de los demás no siempre coincide con la realidad y de ahí deriva la frustración.

Tipos de frustración

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La frustración por incompatibilidad de objetivos: aparece cuando existe la posibilidad de conseguir dos objetivos positivos, pero estos son incompatibles entre sí.

Ejemplo: le decimos a un niño que puede comer de postre helado o tarta, pero no las dos cosas.

La frustración por conflicto aproximación-evitación: surge cuando una situación provoca resultados positivos y negativos en igual medida, y se produce indecisión al calibrar el resultado y los beneficios.

Ejemplo: sabemos que para conseguir un aumento de sueldo (consecuencia positiva -> aproximación) debemos trabajar muchas horas (consecuencia negativa -> evitación).

 

La frustración por conflicto evitación-evitación: se produce cuando las dos alternativas posibles son negativas.

Ejemplo: nos urge mudarnos y las únicas opciones disponibles son un apartamento oscuro y alejado del trabajo y otro muy pequeño y también lejos.

La frustración por barrera: se da cuando existe un obstáculo que impide alcanzar un objetivo.

Ejemplo: queremos hacer una reforma en nuestra casa, pero el ayuntamiento no nos concede los permisos.

Y sus efectos...

Ansiedad

Ante la frustración la persona puede desarrollar ansiedad y emitir signos externos de la misma, tal como morderse las uñas, rascarse la cabeza, mover mucho las piernas…

Racionalización

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Surge como intento de paliar las consecuencias negativas de la frustración, al haber tenido que escoger una opción que no nos convencía, o haber tenido que renunciar a una buena alternativa.  Justificamos nuestra elección racionalizando la misma y convenciéndonos de que era la mejor/única opción.

Proyección

Podemos proyectar esa frustración hacia nuestro entorno de forma inadecuada, lo que nos repercutirá negativamente.

Huida

Es la retirada de la lucha por conseguir un objetivo si se presentan obstáculos o dificultades.

Enfado/ira

Una emoción muy común que surge a raíz de la frustración es la ira, bien sea hacia otros o focalizada en nosotros mismos. Esta emoción nos puede traer consecuencias muy negativas, tanto a nivel personal (problemas de salud, devaluación de nuestra autoeficacia, nuestra autoestima…) como a nivel social (alejarnos de los demás, provocar situaciones tensas o incómodas, incitar hostilidad y desconfianza en los que nos rodean…)

Agresión

Un efecto común en algunas personas de la frustración es la agresividad, ya sea de forma verbal o física. Esto puede darse sobre todo en niños pequeños, que aún no han adquirido las herramientas necesarias para hacer frente a esta situación.

Sustitución

Cuando sustituimos una actividad por otra debido a la frustración de no conseguir la primera. Esto no siempre es positivo (si lo hacemos con demasiada facilidad o frecuencia), ya que no perseveramos en lo que queremos conseguir.

 

Nuestra receta para gestionar la frustración

1. Tener alternativas

No obcecarnos en conseguir algo, y centrarnos en otras cosas que si están en nuestra mano cambiar o conseguir puede ayudar. Tener metas alternativas es una manera eficaz de superar la frustración.

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2. Centrarse en lo positivo

Aunque algo no nos salga como esperábamos ganamos en experiencia y aprendizaje.

3. Reconocer los errores

Es la única forma de aprender y no volver a cometer los mismos fallos del pasado. Los errores nunca son fracasos, simplemente experiencias, que incluso nos pueden servir para conseguir nuevas metas en el futuro.

4. Dejar ir el ideal de perfección

Las ideas de perfección, inflexibilidad y exigencia elevadas son contraproducentes para reponerse y superar frustraciones.

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5. Abre tu perspectiva

No cerrarse en una sola cosa nos permite evaluar la realidad de una manera más amplia y no derrumbarnos ante los obstáculos.

6. Fomentar la autoestima

Ante todo, confía en tus capacidades y aptitudes y persevera en lo que desees conseguir.

 

 

Romina Collado

Psicóloga

Grupo Crece