¿Necesitamos líderes?

¿Necesitamos líderes?

El poder está presente en los seres humanos y en los animales sociales como una motivación primordial y básica.

Algunos individuos ostentan el poder, otros tienden a dejarse llevar y acomodarse en su regazo. Funcionamos como el sistema de pastor y rebaño. Incluso, hay autores que insisten en la base genética del liderazgo  y en factores de la personalidad que nos llevan a ser líderes naturales o a no serlo (Bermúdez de Castro) y, por lo tanto, sentirnos más cómodos siendo dirigidos. De hecho, hay más cantidad de individuos que no presentan los rasgos y características de un líder que aquellos que sí las presentan.

La palabra líder significa dirigente o jefe y procede del inglés leader (raíz: leden) que significa "guiar" o "mostrar el camino". El liderazgo es la capacidad que tiene una persona para comprometer al grupo en la consecución de objetivos comunes.

Los individuos sociales necesitamos líderes que nos guíen: ciertamente necesitamos algún tipo de liderazgo. El liderazgo nos ayuda a organizarnos, desarrollar autocontrol, sentirnos seguros y es necesario para el funcionamiento social, para que todo esté en orden.

La etología nos puede dar mucha luz sobre las funciones del liderazgo. En el mundo de los chimpancés (Jane Goodall), por ejemplo, los líderes se encargan de la defensa del territorio, organizan la búsqueda de comida, median en los conflictos del grupo y en las disputas, enseñan a los miembros de su clan, ayudan al débil… También es cierto que reciben privilegios: acicalamiento, comida… Estos líderes no se mantienen de por vida en el cargo, no están más de 7 u 8 años, incluso, facilitan ser sustituidos por otros machos del grupo. En los chimpancés también se ha observado la coalición de las hembras para apartar a los líderes déspotas. El líder en este contexto natural, busca el bien común. Parece que tiene toda la lógica, de cara a la supervivencia. Un aprovechamiento egoísta de este rol habría acabado con estos grupos.

Según estudios antropológicos y paleontológicos, los seres humanos funcionaban en grupos con uno o varios líderes que eran elegidos por sus dotes y destrezas, para determinadas tareas importantes de cara a la supervivencia. La cooperación unida a un liderazgo eficaz ayudaban a que las cosas funcionasen.

¿Qué nos ha ocurrido? No parece que ahora todo sea tan fácil.

A partir del sedentarismo y el excedente económico la cosa cambió, y los "jefes" se encargaban de gestionar la producción y el control de la riqueza. Desde entonces, el liderazgo absoluto y despótico ha sido la tónica general. Con la llegada del pensamiento científico volvemos a elegir a nuestros líderes. Aún así, no parece que el poder responda a las funciones para las que naturalmente servía en nuestra especie.

El problema radica en la cantidad de poder (el ámbito de control de ese poder y los límites del mismo) y en la duración de ese poder.

El poder aporta seguridad, prestigio, estatus, control, privilegios, pero conlleva una gran responsabilidad, soportar dosis elevadas de estrés (en los animales que ejercen el liderazgo se observa una mayor cantidad de hormonas del estrés), un gran reto, además, conlleva soledad.Y no todos los dirigentes tienen las competencias psicológicas necesarias para sostener todo esto.

El poder achanta o corrompe.

Un líder soporta una gran presión que puede no saber manejar, entonces pierde toda su credibilidad como líder. Además, tenemos líderes que no lo son en realidad, sino que se trata de dirigentes a los que se forma para asumir ese rol, y en muchas ocasiones no se consigue, ya que no sólo se requiere de un conjunto de conocimientos y aptitudes, sino de un estilo de personalidad afín con dicho estatus que no es modificable al cien por cien y ni mucho menos a corto plazo. Estos líderes son inseguros si no lo tienen todo bajo control, no saben gestionar el miedo ni manejar la incertidumbre, mostrando indecisión y dudas.

Un líder también puede desarrollar una gran codicia para no perder sus privilegios o distorsionar su propia identidad como líder, creyéndose invencible y un ser superior. En este último sentido, el estudio psicológico de muchos de los grandes líderes de la historia de la humanidad refleja la presencia de personalidades narcisistas y psicopáticas, por supuesto con grandes dotes para la manipulación. Las emociones más presentes en este perfil de líderes son: la envidia, los celos, la soberbia, el desprecio y la ausencia de culpabilidad o vergüenza. Estos líderes son difíciles de derrocar, suelen rodearse de colaboradores inferiores a ellos y servirse del miedo y la incertidumbre para generar experiencias de indefensión e inacción a su alrededor. En este punto, han perdido el objetivo que les llevó al poder.

El liderazgo positivo

Un líder positivo es aquel que tiene los conocimientos y habilidades necesarios para aplicarlos en su ámbito de liderazgo, tiene visión, sabe anticiparse y tener claras las metas de cara al futuro, es creativo y proactivo en la resolución de problemas buscando soluciones, sabe trabajar en equipo y delegar en las personas adecuadas, tiene carisma, capacidad y habilidades para comunicarse de manera asertiva, ofrece soluciones satisfactorias para el grupo, es empático y motivador, centrándose en las potencialidades del grupo, se sitúa en un enfoque gana-gana, sabe gestionar sus emociones y las del grupo, maneja la incontrolabilidad y la incertidumbre, asume la responsabilidad ante los fracasos y sabe atribuir lo éxitos a su equipo, también es importante que sientan humildad y optimismo. La ambición y la atracción por el reto están presentes en ellos pero no presentan de manera patológica envidia o celos y son sensibles a la culpa y la vergüenza. Un líder positivo también tiene que disfrutar dirigiendo y liderando.

En cualquier caso, a pesar de estas cualidades, el líder no puede dominar todo el tiempo estos recursos, paro ello, es fundamental la regulación del poder para que tenga límites y mecanismos de control, y la importancia de no mantenerse en él un exceso de tiempo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Mantener el 15M a largo plazo

Mantener el 15M a largo plazo

 Hay varios componentes psicológicos que mantienen la conducta a largo plazo:

Las emociones y los sentimientos son motores de la conducta, algunos de ellos se están experimentando en este movimiento, como la indignación, la esperanza, la alegría compartida por el empuje solidario... Estos sentimientos nos llevan a la acciónpara el cambio, a la acción para conseguir algo preciado y justo. Si estas emociones bajan su intensidad, la acción puede venirse abajo. En este sentido la actuación de los mossos d’Esquadra en la Plaza de Cataluña reavivó la indignación y le dio más vida a la llama de las emociones. La falta de concreción en las acciones o la dispersión pueden provocar también una disminución de estímulo emocional.

Otro motor de la conducta son las normas. Muchas veces no tenemos el estado emocional propicio para actuar pero hay normas interiorizadas que nos obligan a hacerlo. "Debo cumplir con…" Estas normas cobran más fuerza cuanto más unidas estuvieron en un principio y lo están con estados emocionales y sentimientos. Es decir, si se han convertido en valores importantes para ese individuo o grupo, en algo valioso por lo que luchar, en algo valioso que conseguir.

¿Está basado el movimiento 15M sólo en estados emocionales efímeros o hay un sistema de valores que está sujetándolo y manteniéndolo?

Creo que los valores están muy presentes por ser valores universales relacionados con la naturaleza humana: libertad, dignidad, seguridad, justicia, equidad…

Otro elemento que funciona como motor de la acción es el de los límites de dicha acción. Qué se puede o no se puede hacer… Hay límites que pueden superarse si miramos la realidad con un prisma positivo. Muchas veces, los límites nos los auto-imponemos nosotros mismos con creencias desajustadas, pensamientos catastróficos o irracionales, baja autoestima y baja percepción de autoeficacia, lo cual lleva a la evitación, a la huída y, a nivel emocional, al cansancio, la depresión o la resignación.

Características psicológicas que tienden al reto y a la construcción de soluciones ante situaciones complejas, al autocontrol emocional y mental ante las adversidades o dificultades, facilitan que se superen dichos límites. Tenemos muchos ejemplos de superación personal en nuestra realidad, por ejemplo en el deporte.

Por supuesto, hay límites insalvables, y por ello las metas y los objetivos de cambio deben asentarse en unos mínimos realistas que puedan materializarse en acciones concretas.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El secreto de la eterna juventud

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Sí, parece que este secreto existe y está en las manos de cada uno de nosotros.

¿No os ha pasado que la etapa de la infancia la recordáis como una eternidad donde pasaron muchas, muchas cosas?

Siendo niños, nos parecía eterno llegar a ser mayores. Y es que durante la etapa de la niñez, la adolescencia y la primera juventud, muchas cosas  de la vida cotidiana son novedosas y por ello despiertan al máximo nuestro interés. Eso hace que nuestra percepción subjetiva del tiempo sea más dilatada.

Tener una vida rica en experiencias, una vida activa física y mentalmente y con dosis de novedad, hace que percibamos nuestra vida como más intensa y más larga.

Aprender cosas nuevas, viajar a lugares exóticos y diferentes, tener variedad en nuestras actividades laborales o de ocio, profundizar en conocerse a sí mismo, tener una vida social rica, desarrollar actividades creativas… nos ayuda a experimentar que el tiempo está en nuestras manos.

La monotonía excesiva, el exceso de estrés, la sobrecarga de compromisos y responsabilidades, la huída de uno mismo, las actividades que son mera evasión, etc. Aceleran el paso del tiempo y nos hacen sentir más insatisfacción y frustración.

Aún no hemos inventado la máquina del tiempo pero mucho de esto sí está en nuestras manos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Nuestro vídeo corporativo

CRECE es un gabinete psicológico con sede en Madrid. Sus profesionales desarrollan su labor en el ámbito de la psicoterapia, el coaching y la formación en habilidades. Trabajamos para conseguir que las personas se conozcan mejor y se sientan bien consigo mismas, abriendo camino al cambio y a la evolución. 

En el blog de Crece podrás conocer aspectos relevantes sobre el desarrollo personal y profesional, resolver tus dudas, reflexionar y abrir debates sobre temas relevantes para nuestras vidas.

Vídeo oficial de Grupo Crece http://www.youtube.com/watch?v=IV4lINZzqJ0

 

Ya lo pagarán mis padres

Botellón

Si un menor comete una infracción, cualquiera que sea y en el lugar que sea, la responsabilidad cae directamente sobre padres o tutores legales y casi siempre es un asunto económico. ¿Cuál es el objetivo? Que el menor aprenda a respetar un espacio público o natural. Pero, ¿lo estamos consiguiendo con una multa que pagan sus padres? Creo que no.

Desde la psicología y la pedagogía se ha demostrado que la mejor manera de prevenir este tipo de comportamientos es utilizar métodos de control-autocontrol como la SOBRECORRECCIÓN.

La sobrecorrección implica subsanar el error cometido, de modo que se aprende una conducta alternativa y no sólo se castiga la inadecuada (en este caso el castigo es para los padres y no para los hijos, así que con las multas no existe ningún tipo de control directo sobre los adolescentes).

Los trabajos de servicios a la comunidad que imponen algunos jueces son un buen ejemplo de sobrecorrección.

Si un niño o adolescente ha destrozado un pupitre, la sobrecorrección implicaría ayudar al carpintero a repararlo, si ha destrozado una fachada con una pintada, ayudar a los equipos de limpieza a limpiarlo o a volver a pintarlo, acudir a limpiar una zona natural de vidrios y plásticos, etc.

El objetivo, en realidad, es tomar conciencia del esfuerzo que implican las cosas y aprender a valorar lo que se hace bien, lo correcto, el trabajo bien hecho. Además se aprende que si una persona comete un error debe resolverlo, es decir, educar en el sentido de la responsabilidad. Y esto se educa desde la acción, no desde la palabra.

En otros momentos históricos en nuestro país, momentos de escasez, en la familia y la sociedad esto fluía de una manera natural. Había que cuidar el abrigo porque era el único que teníamos y si se estropeaba había que zurcirlo y arreglarlo porque no podíamos permitirnos otro abrigo. Era algo valioso y requería un esfuerzo tanto para conservarlo como para repararlo y al mismo tiempo la responsabilidad de un uso adecuado.

Creo que se abusa de implicar a las familias en el manejo de estas variables. Esfuerzo, responsabilidad, valorar lo importante, se las responsabiliza directamente de la irresponsabilidad de sus hijos, pero si la sociedad no fomenta desde las leyes, un sentido sano y educativo de la responsabilidad está contribuyendo poderosamente a mantener a un conjunto de adolescentes irresponsables sin darles la oportunidad de cambiar.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Cuando estamos alegres…

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La alegría es una emoción universal, innata y básica.

Es universal ya que está presente en todas las culturas humanas, es innata porque los bebés nacen ya con capacidad para experimentarla, expresarla y reconocerla en las expresiones de los otros y, básica porque a partir de ella desarrollamos otros sentimientos positivos más complejos.

Además, no es exclusiva de las personas, la compartimos con muchos animales.

La alegría es la emoción de la acción positiva. Cuando estamos alegres imaginamos más, somos más creativos, anticipamos que el futuro y el resultado de nuestras acciones depararán cosas buenas, sentimos que tenemos más capacidades para enfrentar las diferentes circunstancias y obstáculos cotidianos, inhibimos nuestro miedo y ansiedad, somos más proactivos, nos relacionamos más con los demás y, en definitiva, aumentamos la posibilidad de conseguir nuestros objetivos y de que las cosas salgan bien.

Todo esto se manifiesta también a nivel biológico liberando los neurotransmisores del placer, las endorfinas. 

“Sin alegría ni orgullo no hay nada que salga bien”

F. Nietzche

Hay muchas vías para potenciar los estados emocionales positivos:

  • Aprende a relajarte y mantén a raya el estrés.

  • Fíjate en lo que haces bien y no te exijas tanto.

  • Encuentra momentos para ti y lo que te gusta.

  • Come y duerme lo suficiente para ti.

  • Haz algo de deporte.

  • Toma decisiones hacia cambios vitales ilusionantes.

  • Incorpora cosas nuevas en tu vida.

  • Encuentra momentos para relacionarte con los otros.

  • Haz actividades creativas.

  • Sonríe y ríete cada día, cultiva el humor.

Técnicas como la danzaterapia, risoterapia, musicoterapia, arteterapia, entre otras nos pueden ser muy útiles para acercarnos a esos estados emocionales positivos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El 14 de febrero y la comercialización del amor

El 14 de febrero y la comercialización del amor

En nuestra sociedad las personas tenemos un conjunto de ideas preconcebidas erróneas sobre las relaciones sentimentales y el amor. Son fruto, en gran parte, de los modelos de pareja que nos muestran a través del cine o la música comercial, la publicidad y, en general, los medios de comunicación, que fomentan un amor de consumo banal, vacío y superficial.

Con relación al cine no puedo evitar hacer mención a la película basada en la serie Sexo en Nueva York donde el verdadero amor se tiene que demostrar a través de un matrimonio por todo lo alto con dimensión pública, una gran fiesta, un gran vestido, muchos invitados y una gran casa con vestidor diseñado para guardar cientos de pares de zapatos.

En el mes de febrero nos bombardean con la publicidad de ese especial día de San Valentín en el que demostrarás a tu pareja lo mucho que la quieres con perfumes, joyas, flores, viajes, cenas especiales, circuitos Spa para enamorados… Está tan metido en la cultura que si él o ella no se acuerda de ese día y nos prepara algo especial nos sentimos lastimados y decepcionados, sentimos que no nos tiene en cuenta y no tiene detalles románticos con nosotros. Como si el amor fuera eso.

En la música el amor es el gran tema, y frases como “sin ti no soy nada”, “te necesito”, “como yo te amo nadie te amará”, “soy tuya”, “morir de amor” etc. alimentan también estos mitos.

Podemos remitirnos también a la literatura, que a partir del siglo XIX especialmente,  alimenta la idea del amor romántico, por ejemplo la obra Madame Bobary y la de todos los poetas románticos.

Y pensamos cosas como: el verdadero amor es estar enamorado toda la vida, el sexo siempre debe ser intenso con mi pareja, mi pareja si me quiere debe saber lo que necesito, deseo o me hace ilusión, todo lo tengo que compartir con mi pareja, mi pareja se acordará de todas las fechas importantes, el único sentido de mi vida es el amor a mi pareja, no me puedo fijar en nadie más, ni sentirme atraído/a por nadie, los celos avivan la llama del amor, los detalles románticos tienen que ser especiales: saber escribirme una poesía + gastarte dinero en mí + sacrificar todo tu tiempo por mí+ hacer algo que no le guste por mí (y si todo ello lo hace el 14 de febrero, mejor).

Además, todo aderezado por un mundo, el occidental, donde las necesidades básicas, en general, están cubiertas y donde se alimenta un estereotipo de persona que debe estar en la cresta de la ola. Vivimos atados a las pasiones y cuando esto desaparece o no está presente sentimos que no hay amor.

Se trata de una concepción del amor equivocada, sujeta a múltiples mitos que nos llevan a tener un conjunto de expectativas sobre las relaciones y el comportamiento de nuestra pareja insostenibles en la realidad, y que, en parte, pueden explicar la dificultad para mantener una relación sana y duradera.

El ser humano de forma instintiva tiende a buscar apegos y a perpetuar la especie. Culturalmente, a lo largo de la historia y según nuestras pautas específicas de socialización, se han canalizado y matizado estas necesidades instintivas. No podemos huir ni de la biología ni de la cultura, estarán presentes en nosotros siempre. Pero si rascamos en las relaciones funcionales, sanas y satisfactorias en nuestra cultura llegaríamos a varias conclusiones:

El amor es más que enamoramiento, pasión o deseo. Es amistad, respeto, admiración, empatía, comunicación, compromiso, compartir, sentirse seguro, compañía, alegría. Y hay muchas maneras, casi tantas como parejas existen, de alcanzar esto.

El amor de pareja debe dejar espacio al individuo y a la satisfacción de sus necesidades personales.

Las relaciones amorosos son dinámicas y cambian a lo largo del tiempo.

El amor se demuestra, se alimenta y se aviva cada día en las cosas pequeñas y cotidianas y no con una súper boda, un sacrificio vital o un día de San Valentín.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece