Éxito y fracaso: una comparativa entre algunos animales y el ser humano

éxito y fracaso

En un taller sobre éxito y fracaso, un alumno me planteó que si echásemos un vistazo al mundo animal, el porcentaje de éxito en la caza del alimento era muy bajo en relación al porcentaje de fracaso. Sin embargo, los seres humanos y más en nuestra sociedad donde los valores de competitividad y los modelos de éxito están sobre estimados y desvirtuados, no admitimos el fracaso.

La época de vacas gordas y el aprovechamiento por parte de las empresas para activar un consumo banal y sinsentido, nos ha llevado a valorar el éxito como algo imprescindible en la vida, y valorar solamente un determinado tipo de éxito basado en tener más que en ser.

Quedarse en paro, perder la casa, tener que apretarse el cinturón y no poder mostrar a los vecinos, o familiares lo bien que nos va con esas súper vacaciones, ese cochazo o esa casa en la playa que nos estamos planteando vender. En lugar de sincerarnos y decir simplemente: “ahora no podemos permitirnos ese gasto”, seguramente diremos: “la verdad, es que ya no nos gusta esa casa, se nos ha quedado pequeña y apenas vamos”.

Si volvemos al mundo animal y a la reflexión de nuestro alumno, George Schaller, el famoso naturalista alemán, estudio al león africano. Las hembras de león son formidables depredadoras. Han aprendido desde pequeña a perfeccionar el arte de la caza, sin contar con sus armas naturales: fuerza, velocidad, instinto y organización en grupo.

El científico, tras observar durante largos periodos a esos grandes felinos fue capaz de calcular porcentajes de éxito en sus intentos de caza, dependiendo de distintas variables. Los datos nos dicen que las leonas solo se convertían en festín en un 14% de los casos de los ataques a damaliscos, frente al 47% de los ataques a facóqueros, el 38% de los intentos contra cebras. Asimismo, calculó que una ofensiva desde los matorrales funcionaba el 41% de las veces, mientras el porcentaje de éxito era solo del 12% en campo descubierto. Además, la noche (33%) era más propicia que el día (21%). En todos los casos el porcentaje del fracaso es mucho mayor al del éxito.

Según información de wikipedia, el guepardo tiene un índice de éxito del 50%. Tiene una vista privilegiada, que aprovecha para observar a sus víctimas desde la distancia, tumbado en un promontorio o subiéndose a un árbol. Es paciente y tranquilo; sabe escoger su presa y esperar el momento adecuado. El león cuando está hambriento, desperdicia energías corriendo sin mucho tino detrás de las presas. El guepardo, en cambio, espera. Los guepardos, gracias a sus características aerodinámicas pueden alcanzar velocidades de más de 100 km/h en carreras cortas, lo que garantiza un alto porcentaje de éxito en sus cacerías. Se calcula que la mitad de sus intentos de caza acaban en capturas. También es cierto, y los amantes de los documentales bien lo saben, que el guepardo acaba tan exhausto después de cazar a una presa que en ocasiones no puede comerla y le es arrebatada por animales oportunistas.

El licaón, de la familia de los perros, habita en el continente africano. Además de estar en la lista de los más veloces, alcanza 72 km/hora, es considerado el mejor cazador del mundo, pues su porcentaje de éxito está entre 70 y 89%. Este gran título se debe a su estrategia de caza en manadas y relevos.

La naturaleza es dura con los éxitos y fracasos y los éxitos siempre suponen un gran esfuerzo, nos ofrece una gran dosis de humildad al respecto y nos enseña muchas cosas sobre el proceso hacia el éxito: esperar una ocasión adecuada sin precipitarse, trabajar en equipo, desarrollar las habilidades adecuadas para el objetivo al que me quiero dirigir. Podríamos concluir que aspirar a más de un 50% de éxito no es muy realista y que podría ser que lo que consideramos éxito no lo sea y lo que consideramos fracaso no lo sea tampoco, sería interesante revisar para nosotros mismos qué es éxito y qué es fracaso y que hago realmente para alcanzar el éxito y que hago o no hago para llegar al fracaso.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La Vergüenza (Serie de artículos sobre las Reacciones a la crisis de España desde una perspectiva psicosocial)

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Reconocer la pobreza es muy duro si partimos de una situación de clase media o incluso acomodada, reconocer que ya nos cuesta llegar a fin de mes ante nuestros vecinos o familiares, reconocer el “fracaso” que se vive como propio aunque no lo sea exactamente, es muy duro y… primero se esconde.

Ha ocurrido, también, en otras circunstancias, muchos inmigrantes que se han visto sometidos a unas condiciones laborales de explotación y a unas situaciones de vida lamentables, de hacinamiento y hambre, y nunca lo reconocerían ante sus familias ajenas en sus países de origen de la auténtica realidad y que soñaban con una vida mejor para su hijo, su hermano, su padre.

Ahora, también, lo vivimos los españoles en un amplio porcentaje de la población.

Da vergüenza…da vergüenza decir: “soy pobre”.

La vergüenza es un sentimiento que nos lleva a evitar mostrar conductas que socialmente se consideran inapropiadas y, desgraciadamente en nuestro país, la pobreza se ha relegado a lo inaceptable por vergonzoso no por injusto. Quizá por la memoria histórica de la guerra civil y la posguerra, la pobreza es algo que ni queremos pensar. Todo lo que vemos en las películas de Buñuel puede que no esté lejos de nuestra realidad actual.

Nos vendieron que se podía y nos lo creímos y quizá vivimos por encima de nuestras posibilidades, quizá no quisimos ver lo que se avecinaba, quizá la sociedad abandonó cosas muy valiosas en pos de tener y acumular y aparentar, hace años que hablábamos de crisis de valores.

Y dejamos que los que nos dirigían lo hicieran sin tenernos en cuenta y creímos en ellos. Es fácil dejarse llevar cuando todo “va bien” aunque sea en apariencia, es humano y las personas respondemos así en épocas de abundancia. En realidad nos mueve más la privación que la abundancia, despierta nuestro ingenio y nuestra capacidad de adaptación pero cuando sobra… o parece que sobra… En España hemos vivido nuestro sueño americano.

La vergüenza nos lleva a ocultar y así no resolvemos, la vergüenza mina nuestra autoestima y así no resolvemos, la vergüenza nos lleva  a sentirnos 100% responsables y no lo somos.

El pasado sábado 27 de Abril acudía  ver una obra de mi compañero Fernando Gallego, que dirige La rueda, una asociación que lleva el teatro social a la calle y a las escuelas, “Los Rodríguez, una familia en crisis”, fantástica recreación psico-sociológica de una realidad que desgraciadamente cada vez se ve y se siente más cerca.

La vergüenza se supera atreviéndose a mostrar, dejando de ocultar, es difícil pero es el único camino. Y sin vergüenza tendremos una esperanza.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

LA COOPERACIÓN (serie de artículos sobre REACCIONES ANTE LA CRISIS EN ESPAÑA desde una perspectiva psico-social)

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Las situaciones de privación o disminución de recursos económicos nos llevan en primera instancia a la cooperación, fomentan el asociacionismo, unirnos a colectivos o grupos diversos para conseguir esos recursos, que de otra manera son más difíciles o inviables. La cooperación es una herramienta básica para la vida, los niños/as deben aprenderla desde que son pequeñitos, y el entorno familiar, social y escolar les irá enseñando a cooperar para conseguir lo que desean y necesitan.

Los individuos no podemos acceder a todo lo que deseamos, y no podemos conseguirlo todo solos, somos, por encima de todo, seres sociales y gracias a la aportación del grupo hemos llegado lejos en conocimientos, herramientas, destrezas y recursos. La cooperación nos brinda la oportunidad de aprender a tolerar la frustración, aprender a compartir, aprender a relacionarnos, aprender a resolver conflictos, aprender a negociar y desarrollar el pensamiento colectivo y el trabajo en equipo.

Con la crisis no queda otra que cooperar. Observamos como en la actualidad, y cada vez más surgen iniciativas cooperativas: centros culturales y de ocio autogestionados, bancos de tiempo, grupos de consumo, bancos de alimentos, servicios diversos que se ofrecen a través de asociaciones de vecinos… Además, se trata de una cooperación auténtica en la que se cuida que todos contribuyan a ese objetivo común, o sea, un toma y daca. El altruismo y ofrecer lo que uno sabe o tiene es algo que se está visualizando de manera muy patente en nuestra sociedad, las redes sociales también son un vehículo de cooperación.

Siempre han surgido el asociacionismo y los movimientos solidarios para responder a situaciones de opresión y desigualdad: Sindicatos, ONGs, las Naciones Unidas…

Si la situación de crisis llegase a empeorar y se extremasen las condiciones, la psicología y la sociología nos dicen que seríamos menos cooperativos y egoístas. Esperemos nos llegar a ese extremo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

La desobediencia (serie de artículos sobre REACCIONES A LA CRISIS EN ESPAÑA (desde una perspectiva psico-social)

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En la actualidad, una parte de los españoles se están movilizando contra los recortes, ajustes e injusticias provocados por la crisis, algunas de estas movilizaciones están siendo criticadas por políticos y medios de comunicación apelando a que podrían estar fuera de la ley y que se acercan a comportamientos violentos. Desde una perspectiva psicológica, podríamos denominar estos comportamientos como conductas desobedientes. Lejos de criticarlo, la psicología moderna nos habla muy positivamente de la desobediencia.

Desobedecer es crecer, desligarse del cordón umbilical y convertirse en un individuo autónomo e independiente.

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Todos los niños/as desobedecen, es algo normal en su desarrollo y se considera sano desde un punto de vista psicológico.

El niño/a que no aprende a decir “no quiero”, posiblemente, se convierta en un niño/a sumiso, inseguro y dependiente, además no desarrollará su propia opinión ni un sentido crítico.

Las madres, padres y otros cuidadores aprenden a canalizar ese “no” ayudando al niño/a a tener su propio espacio, dentro de unos límites, seguros, sanos y necesarios también para su crecimiento y desarrollo (las normas). No todo vale, hay un límite para la desobediencia. Pero le dejarán explorar y moverse en un entorno controlado pero abierto y flexible para que el niño pueda satisfacer sus necesidades y desarrollar sus talentos y potencialidades. Esto le enseñará al niño/a a conocerse, a valorarse y a ser independiente y maduro.

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En la adolescencia se produce otro hito en este aspecto. Los/as adolescentes rebeldes serán individuos más sanos en un futuro que aquellos que no lo fueron en su día y que posiblemente, harán su adolescencia a los 20, a los 30, a los 40…

El/la adolescente, a lo largo del proceso de la construcción de la identidad, rompe en mayor o menor medida con las normas de los adultos que hasta ese momento han sido un referente. Necesita diferenciarse, para conocerse y comprenderse. Necesita un entorno en el que los límites vuelvan a ser flexibles y claros. Necesita un espacio para explorar con libertad al igual que el niño pequeño en su etapa de los dos o tres años, para conseguir un desarrollo sano.

Y de esta manera vamos cambiando de generación en generación, asimilando los cambios que se van produciendo en cada cultura y contribuyendo a los cambios. Y la desobediencia es esencial para que se de este movimiento y este progreso.

Por poner sólo algunos ejemplos.

La desobediencia llevó a las mujeres a conseguir acercarse mucho en las sociedades occidentales a los derechos de los hombres y esto ya está empezando a movilizarse en otras sociedades.

La desobediencia llevó a la igualdad entre negros y blancos cuando Rosa Parks se negó a sentarse en el autobús en el espacio destinado sólo a negros, ella podía como cualquier otro ciudadano blanco sentarse en cualquier asiento del autobús, esto generó el movimiento necesario para cambiar las leyes en Estados Unidos.

La desobediencia de un pueblo unido a través de las redes sociales fue capaz de derrocar un régimen injusto como ocurrió en Egipto o Túnez en las llamadas primaveras árabes.

La desobediencia a través de un constante y persistente movimiento liderado por Nelson Mandela acabó con el Apartheid en Sudáfrica.

Y más atrás en el tiempo, la semilla de la democracia que supuso la Revolución Francesa derrocando al sistema absolutista, a través del conjunto de motines ciudadanos provocados por el hambre y una situación económica insostenible e injusta.

La desobediencia ha llevado al gobierno islandés a los juzgados, acusado por su ciudadanía por una gestión económica delictiva e injusta.

La desobediencia de los ciudadanos asociados a través de la “Plataforma de los afectados por las hipotecas”, han parado miles de desahucios.

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Las convocatorias de escraches disparadas por el asunto de las acciones preferentes, que están ahora en todos los informativos, medios y circulan por las redes, están siendo muy criticadas por algunos políticos y medios, que las califican de acoso, e incluso la Fiscalía está examinando por si pudiese ser considerado delito. El escrache vuelve a ser otro ejemplo de desobediencia para conseguir parar una situación injusta que los políticos no resuelven.

¿Cuál es el límite de la desobediencia cuando te echan de tu hogar, te despiden del trabajo y no encuentras otro y llevas mucho tiempo en el paro y sin subsidio, cuando te han timado los bancos y las cajas vendiéndote un producto engañoso, etc.? El límite es complicado definirlo. Lo que sí está claro es que ante la situación bochornosa que estamos viviendo, ¿cómo no mostrar comportamientos de  desobediencia? De hecho, los niños/as y adolescentes que se muestran más negativistas y rebeldes lo hacen cuando más insatisfechas están sus necesidades y más rígido es su entorno.

Se están tachando de delictivos y violentos actos de simple desobediencia comparándolos incluso con los actos afines a grupos terroristas.

El 25 de Abril se ha convocado de nuevo a los ciudadanos a rodear el congreso, congreso que lleva acorazado y protegido meses, como si con esa protección el estado se estuviese sintiendo víctima. El paralelismo con las familias vuelve a estar presente, muchas veces, padres y madres se siente víctimas de los niños/as desobedientes.

Si los gobernantes, igual que los progenitores no se hacen eco de estos pacíficos y justificados actos de desobediencia que lo único que reflejan es la expresión de un conjunto de necesidades insatisfechas, necesidades básicas e importantes… ¿Podría pasar que se saltase la barrera y se llegase a la violencia? Podría, igual que ocurre con los hijos que se crían en entornos que no son los suficientemente flexibles y son injustos en sus exigencias o castigos.

Progenitores autoritarios o desligados de las necesidades del niño/a y adolescentes no ayudan a educar niños obedientes y respetuosos, igual que gobernantes que no escuchan ni atienden a la ciudadanía, a las necesidades reales del pueblo. Si lo hiciesen seríamos una sociedad más democrática y que cumpliría con las normas porque nuestras necesidades al menos se atenderían y se haría por satisfacerlas en lo que se pudiese.

Pero cuando hay hijos preferidos que pagan menos impuestos en relación a sus ingresos, o que pueden llevar su dinero a paraísos fiscales o que no se les mira con lupa y pueden escaquearse del cumplimiento de alguna ley, y hay hijos que cumpliendo deben de pagar los platos rotos de los otros…

Nuestro Estado está siendo injusto con os ciudadanos y excesivamente exigente con los que menos tienen, los ciudadanos respondemos con desobediencia. Esas son las leyes de la psicología que explica el comportamiento humano, no podemos ir contra ellas. Y no podrán hacer nada para evitar que cada vez seamos ciudadanos más rebeldes y más desobedientes.

Si todo fuera diferente, y los Estados escuchasen al pueblo y no tuvieran hijos preferidos, seríamos una sociedad que cumpliría con las normas y contribuiríamos al desarrollo del Estado de una manera cooperativa como ocurre en las familias sanas.

Raquel López Vergara

Psicóloga

Grupo Crece

Infidelidad: naturaleza o cultura ¿Decidimos si somos fieles?

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Se ha discutido mucho desde un punto de vista científico si somos fieles o no por naturaleza. Empezaremos con un análisis antropológico descriptivo (sin entrar en juicios éticos o morales) para pasar a un análisis psicológico y dar unas pinceladas de los diferentes tipos de infidelidad que podemos encontrar en nuestra sociedad.

Nuestro objetivo es desmitificar la infidelidad, normalizarla y ayudar a los lectores a identificar las diferentes causas de ser infiel. Desde ahí apuntaremos a los valores que tenemos asociados a la infidelidad y el sistema de creencias que lo sustenta desde una perspectiva psicosocial. De cara a potenciar una mayor conciencia a la hora de “ser o no ser infiel”.

Los antropólogos en general lo tienen bastante claro. La infidelidad es algo natural e intrínseco a la naturaleza humana al igual que se observa en animales.

Sin embargo, existen formas diferenciadas de considerar la infidelidad reguladas por normas socioculturales según las culturas o pueblos, incluso animales como los primates tienen comportamientos de infidelidad regulados por normas sociales. Parafraseando a José Antonio Marina: “somos un híbrido entre biología y cultura”, no podemos defender más el peso de lo biológico sobre lo socio-cultural o viceversa, y la cuestión de la infidelidad no se salva de esto.

Hay más discrepancia en los estudios en relación a conceptos como el de monogamia y poligamia. Khomegah, dentro del modelo de la antropología social, defiende que en buena parte de su historia, los seres humanos debieron vivir en sociedades donde la poligamia era una forma de estructura familiar común. Por otro lado, Helen Fisher, una de las antropólogas más reconocidas defiende la tendencia humana a la monogamia como manera de estar en pareja, desde una perspectiva psicobiológica y antropológica, aunque culturalmente se hayan dado casos de poligamia desde tiempos remotos en la historia de la humanidad. Si bien, ciertamente el número de sociedades auténticamente poligámicas es bastante reducido según los datos disponibles.

Pero con relación a la fidelidad, Fisher y sus colegas son muy tajantes, la infidelidad y el adulterio forman parte de patrones habituales de comportamiento.

La tendencia en los seres humanos es a la variedad de parejas a lo largo de la vida del individuo. En culturas primitivas, según datos aportados por Fisher, el cambio de pareja se producía aproximadamente a los 4 años, tiempo que coincidía con el destete de los niños, ambos progenitores se sentían más libres ya que sus retoños eran ya menos dependientes.

Las separaciones y las posibilidades económicas se relacionan estrechamente en todas las culturas, la antropóloga Nancy Howell, lo investigó en la década de los setenta. Las conclusiones de sus estudios indicaban que, cuando había más posibilidades económicas, aumentaba el índice de divorcios, un caso interesante es el de la cultura !kung; en dicha cultura, tanto el hombre como la mujer aportaban económicamente a la familia, y el índice de rupturas estaba en torno al 40% y después era habitual que contrajeran nuevos enlaces también.

Según datos de un estudio en Finlandia realizado entre los años 1974 y 1987, el mayor porcentaje de rupturas se producía en el tercer o cuarto año de relación y este porcentaje declinaba a medida que las parejas seguían juntas un mayor tiempo, parece también, que la comparación de este estudio con los datos de estudios en otras culturas mantiene la misma relación.

Es decir:

Las parejas rompen como media tras llevar tres o cuatro años de relación y es menos probable la ruptura si la relación supera este número de años.

Las posibilidades económicas y la distribución de la riqueza entre el hombre y la mujer aumentan el número de divorcios o rupturas, y tras esto se establecen nuevos vínculos afectivos.

Otro tema interesante es el tabú que siempre ha habido en torno a la infidelidad, es algo generalizado en las diversas culturas aunque hay excepciones.

Los vínculos extramatrimoniales en las diferentes culturas suelen ser furtivos, no es aconsejable hablar de ellos y suele ser cosa de compartir en círculos muy íntimos, pero no siempre es así.

El préstamo de la esposa, conocido como hospitalidad femenina, es habitual para los pueblos esquimales, esto favorece los vínculos de amistad y sólo se hace si la esposa está de acuerdo.

La cultura kuikuru de la selva brasileña considera normal la libertad sexual, sólo es castigada si eso implica el descuido del hogar y otras obligaciones domésticas.

A lo largo de nuestra historia en Europa, también tenemos ejemplos de ello, el señor feudal se reservaba el derecho a desvirgar a la novia de su vasallo (el derecho de pernada) y en muchas culturas europeas, hasta hace bien poco, que el marido tuviese escarceos o amantes era algo “normal” y no considerado adulterio, salvo que fuese la mujer quien actuase de esta manera.

En muchas culturas las relaciones extramatrimoniales han estado estrictamente prohibidas para las mujeres, corriendo peligro sus vidas.

No siempre se asocia adulterio con hacer el amor; tener un amigo o recibir un favor de alguien del otro sexo; en muchas culturas se considera adulterio cosas como pasear con alguien del otro sexo o recibir un regalo de alguien del otro sexo, incluso si la mujer es viuda, y aún en nuestros días existen muchas parejas que no están cómodas o no permiten las relaciones de amistad viviéndolo como un posible competidor/a.

A pesar de trabas y tabúes, a pesar de nuestro rechazo ante la infidelidad, considerándolo algo inmoral, a pesar de los sentimientos de culpa asociados a ser infiel, a pesar del riesgo que asumimos de romper nuestra familia o provocar rechazo social, las estadísticas nos muestran que no evitamos las relaciones extramatrimoniales.

El sexólogo Alfred Kindsey en la década de los cuarenta y cincuenta indica que de los 6.427 maridos encuestados, más de un tercio habían engañado a sus esposas, el 26% de las 6.972 mujeres casadas, divorciadas o viudas que fueron entrevistadas habían tenido relaciones extramaritales antes de los 40 años, un 19% con cinco amantes. En los años 70, un estudio dirigido por Morton Hunt revela datos parecidos. La infidelidad masculina era más frecuente hasta los 30 años y la femenina a partir de los 35 años. En los años 80, una encuesta realizada por la revista Cosmopolitan señala que el 72% de los hombres y el 54% de las mujeres, tuvieron aventuras amorosas durante sus matrimonios. Todos estos datos se refieren a población norteamericana.

infidelidad

¿Por qué la infidelidad?

Desde una perspectiva darwiniana, si el hombre tiene variedad sexual es más probable que sus genes no desaparezcan. Pero en el caso de la mujer, no puede engendrar cada vez que copula, teniendo en cuenta el periodo de gestación y lactancia, no es por tanto, la motivación de trasladar sus genes la que sustenta evolutivamente la infidelidad, sino la de obtener bienes  servicios adicionales, la subsistencia complementaria y conseguir variedad en los ADN, garantizando la subsistencia del hijo más fuerte. Esta tendencia biológica sigue latiendo en nosotros como un instinto de supervivencia que nos lleva a reaccionar ante determinados estímulos, igual que la activación del miedo nos lleva a protegernos aunque sea un miedo irracional.

Desde una perspectiva psicológica, habría muchas otras motivaciones relevantes además de la supervivencia de la especie, podría ser que algunas personas quisieran ser descubiertas para que tras tocar fondo en la relación, se resuelva un conflicto matrimonial, o para satisfacer necesidades insatisfechas en la relación de pareja y que esta fluya mejor, o para tener una excusa y poder romper su relación, o quizá sentirse especiales, más deseados, por la necesidad de deslumbrar continuamente, por venganza, la excitación del peligro, sentirse jóvenes buscando las novedades…

El peso de las variables socio culturales sobre la cuestión de la infidelidad, los valores de cada persona al respecto cumplen también un papel esencial.

ruptura afectiva

¿Decidimos ser infieles? Motivaciones de la infidelidad.

Los seres humanos no nos guiamos únicamente por instintos biológicos. Si somos infieles lo decidimos, con mayor o menor reflexión, o con mayor o menor conciencia de por qué y para qué lo hacemos, pero lo decidimos.

Hay diversos motivos que nos llevan a ser infieles y no podemos meter el tema de la infidelidad en un mismo saca.

En mi experiencia como psicoterapeuta me encontrado con una gran variedad de circunstancias y casos diferentes que podría agrupar en los siguientes.

1.  Mi pareja y yo ya no nos queremos, o las cosas van bastante mal, quizá no somos muy consientes de lo que pasa en la relación, pero hay unas necesidades afectivo-sexuales sin cubrir (suelen pesar más las necesidades afectivas que son mucho más esenciales siempre) y muchas veces, busco sin ser consciente de ello y por supuesto, encuentro, estoy receptivo/a y inconscientemente lo muestro. No me atrevo a romper los lazos con mi pareja, y mi pareja tampoco se atreve a romper, aunque siente que las cosas van mal, sabe que ya no me quiere y puede que también tenga un/una amante. Puedo mantener una relación en paralelo que puede durar años. En estos casos, seguramente es el/la amante quien acaba rompiendo esa relación.

Romper es muy difícil psicológicamente hablando para algunas personas, lo viven como un desapego, como quedarse desamparados, como un fracaso, la fachada social les importa mucho, se han establecido relaciones de dependencia afectiva muy peligrosas pro las dos partes.

2.  Mi pareja y yo nos queremos aún, pero no se sabe muy bien de qué manera, si hay amor o cariño, algo funciona mal, puede que no seamos conscientes al principio de lo que pasa pero… de repente…conozco a alguien que me quita la venda de los ojos y me hace sentir como yo necesito, hay culpabilidad pero lo he visto muy claro. Puede que sea o no la persona adecuada para mí, pero me ayuda a darme cuenta de lo que no vi. Las necesidades afectivas mueven mucho más la infidelidad que las necesidades sexuales, también en estos casos.

Es muy posible que, admitiendo o no la infidelidad pueda hablar con mi pareja y empezar a resolver los problemas, quizá acudir a una terapia, y es posible, que la relación salga adelante reforzada o que se descubra que ya es demasiado tarde y se produzca una ruptura.

Quizá, si admito mi infidelidad o me descubren, todo se estropee debido también, a los valores y características psicológicas de mi pareja.

En estos casos si el deseo de la personas es seguir con la relación es mejor no confesar la infidelidad. No tenemos que ser al cien por cien sinceros con nuestra pareja, la mentira “piadosa” puede salvar muchas relaciones, pero hablaremos de ello en otro lugar.

3.  Mi pareja me quiere pero yo a ella no tanto y me empiezo a dar cuenta, pero no quiero verlo, no amo a mi pareja pero le tengo afecto y no quiero que sufra, conozco a una persona, cubre lo que necesito, sé que no debo hacerlo, me siento culpable, pero no lo puedo evitar, es superior a mis fuerzas, pero como se lo digo, haré sufrir a mi pareja… lo afectivo aquí, también, prima más.

Esto puede convertirse en un peregrinar de amantes hasta que esa parte se atreve a dar el paso y separarse definitivamente.

4.  Yo quiero a mi pareja pero me siento decepcionado/a con cosas que han ido pasando y puede que me haya ido desenamorando poco a poco, no soy consciente del todo, aparece alguien en mi vida por casualidad, me hace feliz, la culpa está ahí, es probable que acuda a una terapia para analizar lo que pasa y descubra lo que realmente quiero y necesito. La infidelidad no es algo sexual sino afectivo.

5.  Puede que todo vaya muy bien pero hay una incompatibilidad sexual, pero lo demás funciona de maravilla, es difícil, muy difícil dejar a esta persona que me aporta tanto, mi mejor amigo/a, pero no hay química, realmente nunca la hubo pero al principio no me importó. Como dejar es difícil y esta persona cubre tanto y yo no quiero ver los problemas, lo niego, lo hago inconsciente, me protejo pero mi cuerpo si los ve y un día reacciona enrollándose con alguien. Ya ahí comienza el conflicto…

La persona que está al lado es más una amiga o un amigo y no alguien con quien quiero tener una relación de pareja, necesito tiempo para digerirlo ya que supone una pérdida afectiva muy importante. Y en algún momento debo de ser sincero con la pareja.

6.  Puede que sea una persona que necesita novedades en su vida, incluyendo las novedades en el terreno sexual, quizá se lo he planteado a mi pareja, y le he propuesto aventuras de a tres, intercambio de parejas o cosas de ese tipo, puede que mi pareja esté de acuerdo o… no… quizá he planteado desde el principio una relación abierta…La motivación es más sexual que afectiva.

Que esto funcione no es un imposible, pero ambas partes deben de estar de acuerdo y deben cumplir ciertas características psicológicas. En nuestra cultura la infidelidad se considera deslealtad y falta de respeto a la otra persona y es difícil salir de valores tan arraigados. Aunque tendemos a eliminar el concepto de posesión en el amor y eso es fundamental también para adaptarnos a los valores de nuestra época, la libertad sexual sigue siendo culturalmente un asunto complicado de encajar.

De todos modos hay grupos de personas muy numerosos, que dentro de sus valores observan la infidelidad como algo puramente sexual y pueden dejar a un lado la parte afectiva y diferencia la infidelidad de la deslealtad. Esto es más frecuente en el mundo homosexual sobre todo entre hombres.

Siempre que las dos partes de la pareja participen, se podrá encontrar un equilibrio, si no es así, y una de las partes de la pareja cede para no perder al otro, o sufre con estas circunstancias, entrar en estas dinámicas no es recomendable ya que el final no será feliz.

7.  Puede que mi infidelidad se explique por mi falta de autoestima, he aprendido que sentirme seductor/a es un apoyo importante en mi autoconcepto y cuando ya he seducido, y a mi pareja ya la he seducido y ya no es un reto para mí, necesito buscar más retos, necesito sentirme deseado/a continuamente.

Sería importante tratarlo en una terapia psicológica, es más fácil que las mujeres reconozcan esto como un problema, los hombres suelen atribuirlo a la “normalidad” ya que aún a día de hoy, hablando de nuestra cultura, existen muchas creencias machistas instauradas en patrones de comportamiento.

Dentro del modelo “machista” la infidelidad puede considerarse como “hombría” independientemente de los sentimientos que esto provoque en la otra parte o, incluso, independientemente del amor que siento por mi pareja.

También, puede ser el caso de personalidades narcisistas, que buscan siempre la satisfacción de sus necesidades sin importarles el sufrimiento de la otra parte, sin ni siquiera tenerlo presente o ser conscientes, en estos casos, es habitual que además de infidelidad haya maltrato psicológico hacia la pareja.

8.  Puedo ser infiel porque satisfago mis necesidades sin tener en cuenta las de la otra persona, realmente no quiero a mi pareja como a ésta le gustaría ser querida. Hago lo que es “normal”, desde una perspectiva convencional,  hacer, una pareja, unos hijos… pero no pongo límites a mis deseos o impulsos.

¿Se trataría de una personalidad narcisista o un sistema de valores “machista”? Ambos encajarían en este punto.

En cualquier caso, desde una perspectiva psicológica y social, no podemos aislar los conceptos de fidelidad-infidelidad del marco socio-cultural en el que nos movemos, aunque éste esté en constante movimiento.

El modelo amoroso donde el otro es de “mi propiedad” está cayendo por su propio peso. La mayor igualdad entre el hombre y la mujer, el avance en los derechos humanos fundamentales, la normalización de estos comportamientos desde una perspectiva biológica y antropológica… nos hacen ver las cosas con una perspectiva más amplia.

La tendencia en las parejas sanas es tener una vida personal propia, además de la vida en común con la pareja, sean parejas homosexuales o heterosexuales, pero en términos generales, aún, no estamos preparados para compartir sexualmente a nuestras parejas, quizá tenga razón Fisher que naturalmente buscamos la monogamia o quizá nuestra cultura aún no nos ha preparado emocionalmente para ello.

También hay pruebas de que las parejas felices duran mucho más y no son infieles, y la clave de las parejas felices ya la apuntamos en nuestro artículo “Las claves del amor eterno”

Es importante destacar, también, un concepto relacionado con la fidelidad-infidelidad que es el de lealtad, apuntado ya en el apartado anterior. Eso sí es fundamental cultivarlo para que una relación de pareja sea sana y feliz, ya que tiene que ver con valorar al otro, hacerle sentir valorado y apoyarlo en los momentos difíciles, aportarle la sensación de confianza necesaria para que cualquier relación vaya a buen puerto.

Raquel López Vergara

Psicóloga

Grupo Crece

La primavera ¿la sangre altera?

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El sol influye directamente en nuestro estado emocional y motivacional, muchas personas en primavera se sienten más felices y más activas. El aumento de la luz provoca la segregación en nuestro organismo las hormonas como la melatonina o la serotonina, esto provoca que nos sintamos más contentos y con mejor humor.

De hecho el índice de depresiones es mucho más alto en zonas del planeta con menos luz solar.

Además de los cambios hormonales, también tienden a aumentar los niveles de colesterol y de azúcar, y la acidez de la sangre.

El cuerpo debe adaptarse a un nuevo clima y en este proceso podemos notar cansancio, somnolencia, bajadas de tensión, apatía, pérdida de hambre... Estos cambios siendo normales, pueden ser experimentales con más o menos intensidad, dependiendo de cada persona.

Por otro lado, la primavera puede revolvernos y desestabilizarnos emocionalmente, los cambios de temperaturas, la inestabilidad del tiempo,  pueden llevarnos a los que se denomina "depresión primaveral". La persona puede sentirse triste, aunque habitualmente es un estado de humor pasajero que desaparece a los pocos días o semanas. No estamos hablando de depresión como problema psicológico o psiquiátrico, sino de una bajada del ánimo que afectará más o menos a la persona según su patrón de habilidades y las circunstancias que la rodeen en ese momento.

En personas con trastornos psiquiátricos ya instaurados el patrón estacional influye entre un 10% y un 20%.

En conclusión, la primavera como tal no provoca ningún trastorno, sino que tiene alguna influencia en personas más sensibles a los cambios, esto puede afectarnos a nivel corporal y/o emocional y no le debemos dar demasiada importancia.

Lo que podemos hacer es:

-          Cuidarnos un poco más y no desatender nuestros hábitos básicos.

-          Aceptar el estado de fatiga o apatía.

-          Buscar hacer actividades con otras personas y actividades agradables.

-          No obsesionarnos, escucharnos lo justo, dejando que pasen unos días, seguramente nuestros pensamientos no serán tan negativos.

Y si el efecto es de activación y buen humor disfrutémoslo al máximo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Sexo, ¿imprescindible en las relaciones de pareja?

sexo septem trionis

El sexo, junto a la sintonía emocional e intelectual, es uno de los ingredientes de una relación de pareja satisfactoria. La mayor parte de las personas, tanto hombres como mujeres en parejas heterosexuales y en parejas homosexuales, lo consideran un factor muy importante en las relaciones de pareja.

Pero valorar si hay buen sexo o mal sexo o si la frecuencia es la adecuada, es una cuestión subjetiva.

La clave está en la sintonía entre los componentes de la pareja ante esta cuestión. Sin que, de ningún modo, sea patológico, hay personas que están más dispuestas o receptivas a una relación sexual y otras que no lo requieren con tanta frecuencia. Hay personas con una disposición más activa y otras que prefieren dejarse hacer. Sin entrar en generalizaciones, la edad es un factor que influye en la libido y también influye, la duración de la pareja, ya que a medida que pasan los años con una misma pareja, eliminamos un componente que activa el deseo sexual, que es "la novedad", también aumentamos la posibilidad de compenetración y de calidad de la relación sexual ya que conocemos mucho mejor al otro.

Debemos de tener en cuenta, además, que el sexo es algo más que un coito o un orgasmo, el sexo también es besos, caricias, miradas, sentirnos deseados...

Si nos fuésemos a comportamientos que provocan infelicidad en la pareja o en una de las partes de dicha pareja, podríamos valorar si hay alguna necesidad insatisfecha, un problema de autoestima de base o una disfunción sexual, y quizá pudiese ser necesaria una intervención psicoterapéutica, terapia de pareja o terapia sexual.

Muchos factores externos pueden influir también en la libido o deseo sexual, como son los hábitos y rutinas de la pareja en las que pueda haber incompatibilidades de horarios, la organización con los hijos que no facilite los encuentros sexuales, etc.

Los estados de cansancio, estrés, ansiedad o tristeza interfieren en nuestro deseo y receptividad sexual.

El consumo de ciertos fármacos y sustancias como el alcohol, los antidepresivos, algunos anticonceptivos orales o alteraciones en algunos parámetros biológicos pueden tener también su peso incidiendo en el deseo sexual.

¿Puede haber parejas que se sientan felices sin sexo?

Sí, efectivamente, si las dos personas están en esa sintonía.

¿Puede ser que la falta de deseo sexual sea un indicador de que la pareja presenta una crisis o que la relación va mal?

Sí, también, es posible.

¿Puede ser que no sea un problema de deseo o de felicidad de la pareja sino de una etapa en la que el estrés, la dedicación al trabajo o a los hijos, el cansancio y una mala organización de todos esto lleve a la pareja a disminuir mucho la frecuencia de sus relaciones sexuales?

¡Claro!

¿Puede ocurrir que en la pareja haya diferentes necesidades sexuales y se produzca algún tipo de incompatibilidad en este terreno?

Sí, puede ser y también puede ser superable.

Lo importante es analizar cada caso de manera independiente, valorar en qué punto me encuentro en este terreno con mi pareja, cuáles son mis necesidades y compartirlas con la pareja, para buscar soluciones, evitar malas interpretaciones o expectativas desajustadas que sí puedan derivar en un futuro en una crisis o ruptura.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Guía para identificar el lenguaje del cuerpo

manos

¿Qué tenemos en cuenta a la hora de valorar si alguien me miente, es de fiar, es lo suficientemente seguro, se siento cómo conmigo, se siente atraído por mí, me está manipulando? ¿Qué estamos expresando con nuestro cuerpo con nuestra manera de andar, de mover las manos’ ¿Es esa la imagen que quiero dar, es eso lo que realmente siento y es lo que estoy mostrando? ¿Qué quiero mostrar y que no quiero mostrar a los demás?

El lenguaje no verbal corresponde a más del 80% de la información que podemos obtener de la otra persona si queremos interpretar sus necesidades, personalidad o intenciones.

  • 7% verbal (palabras)

  • 38% vocal (volumen voz, ritmo, etc.)

  • 55% movimientos corporales incluyendo movimiento faciales.

Es una herramienta esencial en la comunicación, tanto para el éxito de nuestras relaciones personales como sociales o laborales.

Existen pautas universales en la expresión no verbal pero en gran parte, se trata conductas aprendidas con gran influencia de factores culturales.

El significado de la conducta no verbal se debe enfocar teniendo en cuenta el conjunto de los gestos y el contexto.

Damos prioridad a lo no verbal frente a lo verbal a la hora de percibir el significado de un mensaje.

Es inconsciente, la mayor parte de las veces no nos damos cuenta de gestos que hacemos y también lo percibimos en general de manera inconsciente pero tiene un efecto en la imagen que nos hacemos del otro y en nuestras decisiones. Cada vez hay más interés sobre este tema y más personas interesadas en dominar un poco mejor su lenguaje no verbal y saber descifrar el de los demás.

Las habilidades para identificar lo no verbal las tenemos todos pero nos las hemos entrenado, de hecho los niños son mucho más hábiles que los adultos para identificar todo este tipo de patrones, ya que en los primeros años cuando aún no han desarrollado un lenguaje complejo, su comunicación se basa en lo no verbal.

Entendemos por comunicación no verbal aquello que hacemos con nuestro cuerpo, postura, orientación, ocupación del espacio, manera de caminar, movimientos de las manos, de las piernas, del tronco. También todo lo correspondiente a los gestos de la cabeza y de la cara, las expresiones de las emociones, la mirada, la sonrisa, por supuesto no podemos olvidar los aspectos paralingüísticos. Como suena nuestra voz, las pausas y los silencios que hacemos, los tonos emocionales de la voz, el volumen, la resonancia de la voz, el uso de nuestros tonos más grabes o agudos, el ritmo del habla.

Aunque no es propiamente no verbal también podemos descubrir muchas cosas del otro a través de su apariencia física, la estructura corporal, la ropa, los adornos…

Lo que no se dice pero se insinúa, la manera de expresarnos verbalmente si es más directa, más general, si hay ambigüedades, el vocabulario, si es más o menos rebuscado o es sencillo…

Os iremos descifrando las claves de la comunicación no verbal en diferentes post próximamente.

Os pedimos un juego, que es el primer paso para conocernos en lo no verbal e ir despertando nuestra capacidad de detectarlo en los demás.

VAMOS A OBSERVAR… Y OBSERVARNOS… ese es el primer paso.

Vamos a daros unas pistas para manejar situaciones habituales:

CLAVES PARA IDENTIFICAR LA INSEGURIDAD

bulling

1. Sudor excesivo en función de las circunstancias ambientales.

2. Postura cerrada de brazos, piernas o ambos.

3. Tensión facial: los gestos no son naturales.

4. Mirada baja, no mirar a los ojos de manera natural (intermitente).

5. Picores, rascarnos de manera impulsiva.

6. Agarrarse o frotarse las manos.

8. Balancearse (si la persona está de pie).

9. Movimientos nerviosos de las manos.

10. Mover poco las manos al hablar.

12. Expresar poco con la cara.

13. Titubeos.

14. Justificaciones excesivas

CLAVES PARA IDENTIFICAR QUE ALGUIEN NO DICE LA VERDAD O NO DA CONFIANZA

mentir

Muchos de estos indicios indican emociones negativas o incomodidad, no siempre engaño.

  1. Mirada fría (no hay nada detrás).

  2. Gesto inexpresivo, nos da poca información, “cara de poker”

  3. Control excesivo de los movimientos faciales, la emoción se puede exagerar apareciendo de manera brusca, no natural, cuando el gesto es genuino aparece de manera más paulatina e igualmente desaparece de manera paulatina.

  4. Control de los movimientos corporales, también de una manera no natural. Lo normal es que el gesto no verbal preceda unos instantes la palabra, cuando mentimos la palabra antecede unos instantes al gesto. A veces, desacompasamiento de los gestos o poco acompañamiento del cuerpo o manos con el discurso.

  5. Esconder las manos al hablar.

  6. Sonrisa falsa, no nos salen las patas de gallo al sonreír, los ojos, la mirada no sonríe.

  7. Exageración en las muestras de afecto en relación al vínculo que establecemos con el otro.

  8. Microexpresiones contradictorias. Las microexpresiones son expresiones faciales que se producen en 3/4 de segundo que reflejan la auténtica emoción (Sistema de codificación de la actividad facial (FACS, ref. P. Ekman).Por ejemplo no te gusta lo que te dicen y pones un microgesto de ira casi imperceptible, después muestras una calma o relax que no son sinceras.

  9. Abortar una expresión emocional, que se queda como a medias.

10. Mirar fijamente a los ojos en situaciones de vergüenza o culpa, cuando sentimos vergüenza o culpa o así lo manifestamos la conducta automática es bajar la mirada o la cabeza, aunque sea por un instante.

11. Lágrimas cuando no hay risa o cuando las cejas no están levantadas

12. Enrojecimiento o empalidecimiento (pueden indicar otras situaciones emocionales rabia, vergüenza y culpa, y no sólo engaño)

13. Deslices emblemáticos: los emblemas son gestos a veces universales otras veces culturales que reflejan un mensaje, por ejemplo encogerse hombros significa duda, si ante una pregunta en la que me dicen, ¿se siente capacitado para realizar esta tarea? Decimos sí y de manera rápida encojemos los hombros, se darán cuenta de que mentimos o no confiamos en nuestra respuesta si son buenos observadores.

14. No hay coherencia entre lo verbal y lo no verbal.

sonrisa falsa

COMO DARNOS CUENTA DE QUE ALGUIEN NO ESTÁ CÓMODO CON NOSOTROS

  1. Nos mira menos.

  2. Nos pregunta menos y muestra menos conductas empáticas. Sus preguntas no están orientadas a lo personal.

  3. No orienta el cuerpo hacia nosotros: puede ser que sólo oriente la cabeza o sólo el tronco y no las piernas o puede ser que su postura esté totalmente orientada a otro lugar.

  4. No habla de sí mismo, no nos hace confidencias ni autorrevelaciones.

  5. Aumenta la distancia interpersonal.

  6. Sonrisa falsa, no nos salen las patas de gallo al sonreír, los ojos, la mirada no sonríe.

  7. Nos puede cambiar de tema.

  8. Mira el reloj.

  9. Su postura es más cerrada tanto de brazos como de piernas.

10. Puede expresar movimientos nerviosos con las manos o el cuerpo.

11. Hay tensión facial y corporal.

12. Al despedirse no concreta un nuevo encuentro.

COMO DARNOS CUENTA DE QUE ALGUIEN MUESTRA INTERÉS HACIA NOSOTROS

  1. Mirada intermitente pero a los ojos.

  2. Sonrisa, incluso risa.

  3. Escucha empática.

  4. Sincronía empática, repite los mismo gestos o adopta una postura parecida a la que estamos adoptando nosotros de manera intermitente.

  5. Pupilas más dilatadas con relación a la luminosidad del ambiente.

  6. Hay más acercamiento, menos distancia personal e incluso contacto físico.

  7. La postura está 100% orientada a nosotros.

  8. La postura es asimétrica y relajada.

  9. Hace preguntas más personales y ofrece autorrevelaciones.

10. Expresa cosas positivas y lo muestra en el rostro.

11. Hay coherencia entre lo verbal y lo no verbal.

12. No hay tensión facial ni corporal.

COMO DARNOS CUENTA DE QUE LA OTRA PERSONA QUIERE LIGAR CON NOSOTROS O LE INTERESAMOS MÁS ALLÁ DE LA AMISTAD

A veces es difícil distinguirlo del mero interés sincero, pero hay algunas claves.

1.  Mirada muy intensa a los ojos. A veces rubor y desvío de mirada.

2.  Sonrisa continua, risa a la menor oportunidad.

3.  Escucha empática. Nuestra vida le parece apasionante, hasta el más nimio detalle.

4.  Sincronía empática, repite los mismo gestos o adopta una postura parecida a la que estamos adoptando nosotros, de manera continua.

5.  Pupilas más dilatadas con relación a la luminosidad del ambiente.

6.  Hay más acercamiento, menos distancia personal y cualquier excusa es buena para tocar.

7.  La postura está 100% orientada a nosotros.

8.  La postura es asimétrica y relajada.

9.  Hace preguntas personales y ofrece autorrevelaciones personales.

10.  Expresa cosas positivas hacia nosotros y lo muestra en el rostro.

11.  Hay coherencia entre lo verbal y lo no verbal.

12.  La persona está cómoda pero puede mostrar señales de nerviosismo o de pudor, no hay una relajación física total.

13.      Buscará la manera de estar a nuestro lado quitándose de en medio y cerrando la postura a posibles competidores o competidoras.

14.  Conductas masculinas:

  • Avanzar y mover los hombros.

  • Estirarse.

  • Acariciarse el cuello.

  • Pasar el peso de un pie a otro

  • Balanceo a delante y hacia atrás

  • Sobreactuación del cuerpo.

  • Elevación o impostación de la voz. Puede que también susurre.

  • Autocontactos.

  • Exhibiciones de destrezas.

  • Miradas de comprobación.

  • Tocare los labios.

  • Velocidad del habla lenta

SEDUCCION

15.  Conductas femeninas.

  • Estirarse, arquear la espalda, empujar el pecho hacia delante. Movimientos ondulantes en general.

  • Elevación de cejas.

  • Balanceo de cadera.

  • Enredarse y recolocarse el pelo.

  • Torcer la cabeza.

  • Humedecerse los labios, chasquear la lengua.

  • Ligeros movimientos de cabeza.

  • Autocontactos.

  • Pies arqueados

  • Cruce de piernas

  • Manos desplegadas mostrando la muñeca por su cara exterior.

  • Voz más aguda o susurrante.

  • Agarrarse las caderas.

  • Velocidad del habla lenta

Muchas de las conductas de cortejo tienen una similitud brutal en los animales, están en nuestra base biológica más primitiva.

COMO PODEMOS MOSTRAR CONFIANZA Y SEGURIDAD

  1. Sonrisa intercalada con ostros gestos, incluso en momentos de conflicto.

  2. Mirada directa. Cabeza recta sin levantar la barbilla.

  3. Mirar a menudo.

  4. Gestos de seguridad tendiendo a la simetría y contundencia.

  5. Mover manos, y en general ser expresivo con el cuerpo y gesto.

  6. Posturas abiertas.

  7. Acercarse al otro, no retirarse hacia atrás.

  8. Orientación corporal hacia el otro.

  9. Evitar posturas excesivamente territoriales.

10.  Combinados con gestos asimétricos y ondulantes.

11.  Inflexiones y juego vocal, sonidos contundentes

12.  Contacto físico natural adaptado a las situaciones.

13.  Coherencia entre lo verbal y lo no verbal y coherencia entre los diferentes elementos no verbales.

14.  Evitar automanipulaciones o movimientos nerviosos.

COMO IDENTIFICAR A LAS PERSONAS QUE QUIEREN INTIMIDARNOS

En general utilizarán comportamientos no verbales agresivos pero de manera muy sutil, aunque se pueden ir al extremo de comportamientos evidentemente agresivos.

chantaje

NUESTRA ACTITUD DEBE DE SER SIEMPRE MOSTRAR SEGURIDAD Y CONFIANZA, NUNCA SUMISIÓN.

  1. No te mira, o lo hace elevando la barbilla, mira más a la frente que a los ojos.

  2. Mirada directa y continua sin casi pestañear intimidatoria.

  3. Se sitúa en un lugar de “poder”, por ejemplo. Silla más elevada, posición de mayor control en una mesa o en una estancia, está de pie, mientras el otro está sentado…

  4. Postura con los brazos agarrando la nuca y las piernas cruzadas en cuatro.

  5. Nos quita posibilidades de movimiento o maniobra.

  6. Invade nuestro espacio personal.

  7. Eleva el volumen de voz con respecto al del otro.

  8. Interrumpe continuamente.

  9. Relativiza o ignora los comentarios del otro.

10. Puede mostrar gestos sarcásticos o irónicos.

11. Sonrisa falsa o ausencia de sonrisa.

12. Postura frontal y simétrica.

13. Ridiculizarnos en público.

COMO IDENTIFICAR A UNA PERSONA QUE SE ESTÁ ENFADANDO MUCHO

Algunos de estos gestos serán evidentes si la persona no pretende disimular su enfado pero si no es así, un buen observador puede identificar y prevenir un ataque de ira.

ENFADO

Gestos más evidentes

  1. Gesto facial del enfado

  2. Elevación del volumen de voz.

  3. Esgrimir el puño

  4. Ataque físico

  5. Miradas intensas y duras

Gestos más sutiles

  1. Enrojecimiento

  2. Puños cerrados de pie

  3. Puño en la boca

  4. Rascarse el puño

  5. Palma en la frente

  6. Taparse la boca con un dedo

  7. Brazo-antebrazo cogido por la mana o o puño agarrado

  8. Respiración rápida, intensa y torácica

  9. Tensión corporal generalizada

10.  Micropicores:

  • o Hacia el interior del ojo

  • o Rascarse el ojo hacia adentro

  • o Cara externa de los brazos

  • o En la oreja

  • o Picar la nariz hacia el interior del rostro

  • o Tocarse la nuez

  • o Rascarse el cuello con todos los dedos

ira

COMO ACTUAR ANTE UNA PERSONA QUE PUEDE ESTAR MUY ENFADADA E INCLUSO PUEDE TENER UN ARRANQUE VIOLENTO

  1. Emitir señales corporales de relajación, tranquilidad y seguridad. Postura semiabierta, gesto relajado, cuerpo relajado, hombros relajados, piernas dirigidas hacia la persona, barbilla recta, nunca elevada…

  2. Postura simétrica y mirada directa al otro pero sin intimidar.

  3. No irnos hacia a tras, al contrario, que la persona vea que no le tenemos miedo y nos acercamos un poco evitando el contacto físico.

  4. Invitamos y facilitamos que la persona se siente, eso la relajará un poco.

  5. Empatía, sintonía con el otro, con nuestro cuerpo (asentimientos, mirada de interés, gesto serio…) y con nuestras palabras le daremos una razón parcial: “Es normal que te enfades”, “entiendo tu enfado”, (entendemos su enfado, no tenemos porque valorar positivamente su conducta, ni estar de acuerdo).

  6. Mantenemos silencio y sólo hacemos una escucha activa, asentimientos, parafraseos, sonidos de aprobación… no interrumpimos, le damos al otro espacio para expresar y que se desahogue, aunque nos parezca que dice algo injusto (ya habrá momento para aclarar el malentendido cuando la personas esté calmada).

  7. Cuando tomamos la palabra nuestros gestos y nuestra voz serán suaves pero contundentes.

  8. Cuando la persona se haya apaciguado plantearemos nuestra postura. Si esta postura es contraria la del otro, mantendremos nuestra postura con firmeza, nuestro gesto será serio pero no agresivo, nuestra mirada será amigable.

  9. Si presentimos que el arranque del otro puede ser muy violento puede sernos útil buscar el apoyo de otra persona o mantenernos en una postura más sumisa hasta poder escapar de la situación.

COMO TRASNMITIR Y CONTAGIAR MOTIVACIÓN

1.  Sonrisa amplia

2.  Más volumen en la voz pero cálido.

3.  Mayor velocidad del habla.

4.  Mirada directa pero sin intimidar, mirar amale y alegre.

5.  Movimientos enérgicos, contundentes pero relajados.

6.  Ritmo alto y tono muscular alto del cuerpo y de los movimientos.

7.  Pausas en el lenguaje unido a mirada directa. Jugar con los silencios en momentos relevantes del discurso.

8.  Actitud alegre e intensa.

9.  Presencia de emociones en el gesto y la voz.

  1. Movimientos sincrónicos con respecto al otro

  2. Empatía.

  3. Coherencia entre lo verbal y no verbal, debemos transmitir credibilidad

COMO SEDUCIR/PERSUADIR SIN ASOCIARLO A UNA CONQUISTA O LIGUE

1.  Sonrisa.

2.  Sonrisa más mirada. Mirada directa con leve sonrisa.

3.  Mirar a menudo. Juegos de miradas.

4.  Reír y provocar la risa.

5.  Gestos de seguridad combinados con gestos asimétricos y ondulantes.

6.  Entonaciones susurrantes y cálidas.

7.  Velocidad lenta.

8.  Inflexiones y juego vocal.

9.  El juego de las palabras seductoras.

10.  Contacto físico natural.

11.  Coherencia entre lo verbal y no verbal, debemos transmitir credibilidad

12.  Generar cierta sorpresa o misterio (que se resolverá al final o al hilo de la conversación).

COMO TRANSMITIR CERCANÍA Y CALMA

1.  Sonrisa

2.  Sonrisa más mirada. Mirada directa con leve sonrisa.

3.  Mirar a menudo pero no intimidar.

4.  Movimientos calmados a nivel corporal.

5.  Velocidad del habla lenta.

6.  Volumen medio-bajo.

7.  Gestos acordes con la emoción que expresa el otro, espejo empático. Por ejemplo: tristeza-compasión, vergüenza-discreción.

8.  Gestos asimétricos.

9.  Contacto físico adaptado a la situación.

  1. Inflexiones y juego vocal adaptado al interlocutor pero cálidos.

  2. Coherencia entre lo verbal y lo no verbal.

  3. No exagerar los gestos a nivel no verbal.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Las emociones no engañan

emociones caras 2

Las emociones como la ira, el miedo, la tristeza…, todas ellas, son universales y también, lo son sus expresiones y gestos faciales y muchos de sus desencadenantes, por ejemplo la tristeza aparece ante las pérdidas, el miedo ante la amenaza de un peligro. Sin embargo, hay aspectos culturales o individuales diferenciales, que nos hacen inhibir las expresión, anular las emociones o exagerar sus expresiones o sentirlas con mayor o menor intensidad en diferentes circunstancias.

Las emociones se reflejan en la cara, voz y en cambios a nivel fisiológico. El cuerpo no nos engaña con relación a las emociones si aprendemos a escucharlo.

Paul Ekman identificó los movimientos musculares implicaos en cada una de las emociones básicas (primarias) y algunas emociones secundarias. Se denominó sistema de codificación de la actividad facial (FACS, ref. P. Ekman). Ekman habla de que a través de las emociones no podemos engañar, ante cualquier evento o situación reaccionamos emocionalmente de manera abierta o de manera disimulada, en este último caso aparecen lo que él denominó microexpresiones. Las microexpresiones pueden durar 3/4 de segundo pero revelan lo que realmente sentimos.

Movimientos faciales de algunas emociones básicas siguiendo a Paul Ekman.

MIEDO

Eleve los párpados superiores al máximo, y, si se ve capaz, tense ligeramente los inferiores; si la tensión de los inferiores interfiere en la elevación de los superiores, entonces céntrese únicamente en la elevación de los superiores.

  • Abra la boca, deje que la mandíbula caiga, y estire los labios horizontalmente hacia las orejas.

  • Si tras intentarlo varias veces, no lo logra, limítese a dejar que la mandíbula cuelgue abriendo la boca y no intente estirar los labios horizontalmente.

  • Con los párpados superiores alzados al máximo, mire hacia delante y levante las cejas también al máximo. Vea si al mismo tiempo que las levanta, puede juntarlas. Si no puede realizar las dos acciones, sólo levántelas junto con los párpados superiores.

TRISTEZA

  • Mantenga la boca abierta y caída.

  • Baje las comisuras de los labios.

  • Manteniéndolas abajo, intente levantar las mejillas, como al entrecerrar los ojos. Eso tirará de las comisuras de los labios.

  • Mantenga la tensión entre las mejillas elevadas y las comisuras de los labios hacia abajo.

  • Mire hacia abajo e incline los párpados superiores.

  • Tire hacia arriba de las comisuras interiores de las cejas, pero sólo en el centro, no con toda la ceja.

  • También será de ayuda juntar y levanta las cejas en el centro.

  • Mantenga la mirada baja y los párpados superiores caídos.

IRA

Baje las cejas y júntelas: asegúrese de que los extremos interiores de las cejas descienden apuntando a la nariz.

  • Manteniendo las cejas como se ha descrito, intente abrir mucho los ojos de forma que los párpados superiores empujen contra las cejas descendidas, endurezca la mirada.

  • Una vez que esté seguro de que está realizando los movimientos de cejas y párpados, relaje la parte superior de la cara y concéntrese en la parte inferior.

  • Apriete los labios y ténselos; no los frunza, limítese a apretarlos uno contra el otro.

  • Una vez esté seguro de que está realizando correctamente los movimientos de la parte inferior de la cara, añada los de la parte superior bajando las cejas, juntándolas y levantando los párpados superiores para producir una mirada fija.

ALEGRÍA

  • Estire las comisuras de los labios hacia arriba y abra la boca sin soltar la tensión lateral.

  • Enseñe los dientes de la parte superior, elevando los labios en la parte central.

  • Frunza los ojos y cejas en la parte lateral.

La expresión facial como por arte de magia, provoca la sensación corporal de la emoción y si mantenemos un buen rato esta expresión podemos conectar con el sentimiento (aspecto mental de la emoción).

Si realizas este ejercicio presta atención a las sensaciones de la cara, estómago, pecho, garganta, manos y piernas. Observa la respiración y si la cara y las manos están frías o calientes o si se produce algún pensamiento o movimiento corporal.

Esta experiencia nos puede ayudar a identificar nuestros parones fisiológicos y corporales de las emociones y permitirnos identificarlas en situaciones cotidianas. Por otro lado, si forzamos una expresión facial es fácil que nos auto-provoquemos la emoción, es una manera de conseguir estado emocionales positivos o salir de los negativos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

Referencia: Ekman, P: ¿Qué dice ese gesto?. RBA libros, 2004, Barcelona.

¿Qué pasa con los amigos cuando tengo una relación de pareja?

Tener amigos de distinto sexo si soy heterosexual o del mismo sexo si soy homosexual, ¿pone en peligro una relación de pareja?

No debería, si es así, es importante que cada parte de la pareja reflexione al respecto.

Nuestra pareja no es una posesión nuestra y además, no, no nos lo puede dar todo, no es una media naranja perfecta. Desgraciadamente, esto sólo existe en la ficción. Esto no significa que nuestra relación no sea perfecta en la imperfección. Tenemos el concepto de que “lo perfecto” es “lo bueno” o lo “ideal” y no tiene por qué ser así. La perfección no existe y podemos disfrutar de una sana y duradera relación de pareja conviviendo con las imperfecciones.

Con respecto a los amigos, sean del sexo que sean, es sano y recomendable tenerlos, incluso al margen de la relación de pareja. Podemos tener amigos comunes también, no es excluyente.

Los seres humanos necesitamos un universo rico en experiencias y nuestras parejas (si las hemos elegido bien y hemos tenido un poquito de suerte) nos aportan muchas de estas experiencias, pero otras tantas nos las aportarán otras personas interesantes que conoceremos a lo largo de nuestras vidas u otras experiencias vitales en las que quizá no participe nuestra pareja por falta de interés o de tiempo.

Entre todas esas experiencias, la amistad con otras personas es un ingrediente muy importante, que no debemos perder porque no acomodamos en nuestro nidito de amor o porque “mi pareja no está conforme con esa situación”, quizá por ¿celos? De los celos hablaremos en otro lugar un poco más extensamente, pero siempre denotan inseguridad en la persona que los siente.

Tampoco debería ser un problema que nuestro amigo, amiga sea soltero, la tasa de infidelidades se da más entre personas casadas, por cierto,  y si somos infieles o no, hay diferentes razones para serlo y también este tema sería objeto de otra reflexión, ya que no tiene nada que ver con la amistad.

Relajémonos, no pongamos obstáculos a que nuestras parejas tengan amigos o amigas. Sentirnos libres en una relación de pareja aumenta la satisfacción y duración de la misma.

La amistad es una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras de la vida y no debemos renunciar a ello sólo por estar emparejados.

El amigo nos sirve de complemento de esas cosas que necesitamos y nuestra pareja o circunstancias no nos aportan, el amigo es un confidente para ciertos temas que no quiero o no puedo tratar con mi pareja o con mi familia, el amigo me aporta una visión de mi mismo compleja ya que no es un mero conocido, me aporta matices que quizá mi pareja no ve o mi familia no ve y eso enriquece la visión que tengo de mí mismo/a.

No perdamos a nuestros amigos, cuidemos la amistad y construyamos nuevas amistades a lo largo de la vida.

“…en estos días pensé en mis amigos y amigas, entre ellos, apareciste tu. No estabas arriba, ni abajo ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el numero uno ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida...”

Fragmento de Poema de la amistad de Jorge Luís Borges

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece