¿Necesitamos líderes?

¿Necesitamos líderes?

El poder está presente en los seres humanos y en los animales sociales como una motivación primordial y básica.

Algunos individuos ostentan el poder, otros tienden a dejarse llevar y acomodarse en su regazo. Funcionamos como el sistema de pastor y rebaño. Incluso, hay autores que insisten en la base genética del liderazgo  y en factores de la personalidad que nos llevan a ser líderes naturales o a no serlo (Bermúdez de Castro) y, por lo tanto, sentirnos más cómodos siendo dirigidos. De hecho, hay más cantidad de individuos que no presentan los rasgos y características de un líder que aquellos que sí las presentan.

La palabra líder significa dirigente o jefe y procede del inglés leader (raíz: leden) que significa "guiar" o "mostrar el camino". El liderazgo es la capacidad que tiene una persona para comprometer al grupo en la consecución de objetivos comunes.

Los individuos sociales necesitamos líderes que nos guíen: ciertamente necesitamos algún tipo de liderazgo. El liderazgo nos ayuda a organizarnos, desarrollar autocontrol, sentirnos seguros y es necesario para el funcionamiento social, para que todo esté en orden.

La etología nos puede dar mucha luz sobre las funciones del liderazgo. En el mundo de los chimpancés (Jane Goodall), por ejemplo, los líderes se encargan de la defensa del territorio, organizan la búsqueda de comida, median en los conflictos del grupo y en las disputas, enseñan a los miembros de su clan, ayudan al débil… También es cierto que reciben privilegios: acicalamiento, comida… Estos líderes no se mantienen de por vida en el cargo, no están más de 7 u 8 años, incluso, facilitan ser sustituidos por otros machos del grupo. En los chimpancés también se ha observado la coalición de las hembras para apartar a los líderes déspotas. El líder en este contexto natural, busca el bien común. Parece que tiene toda la lógica, de cara a la supervivencia. Un aprovechamiento egoísta de este rol habría acabado con estos grupos.

Según estudios antropológicos y paleontológicos, los seres humanos funcionaban en grupos con uno o varios líderes que eran elegidos por sus dotes y destrezas, para determinadas tareas importantes de cara a la supervivencia. La cooperación unida a un liderazgo eficaz ayudaban a que las cosas funcionasen.

¿Qué nos ha ocurrido? No parece que ahora todo sea tan fácil.

A partir del sedentarismo y el excedente económico la cosa cambió, y los "jefes" se encargaban de gestionar la producción y el control de la riqueza. Desde entonces, el liderazgo absoluto y despótico ha sido la tónica general. Con la llegada del pensamiento científico volvemos a elegir a nuestros líderes. Aún así, no parece que el poder responda a las funciones para las que naturalmente servía en nuestra especie.

El problema radica en la cantidad de poder (el ámbito de control de ese poder y los límites del mismo) y en la duración de ese poder.

El poder aporta seguridad, prestigio, estatus, control, privilegios, pero conlleva una gran responsabilidad, soportar dosis elevadas de estrés (en los animales que ejercen el liderazgo se observa una mayor cantidad de hormonas del estrés), un gran reto, además, conlleva soledad.Y no todos los dirigentes tienen las competencias psicológicas necesarias para sostener todo esto.

El poder achanta o corrompe.

Un líder soporta una gran presión que puede no saber manejar, entonces pierde toda su credibilidad como líder. Además, tenemos líderes que no lo son en realidad, sino que se trata de dirigentes a los que se forma para asumir ese rol, y en muchas ocasiones no se consigue, ya que no sólo se requiere de un conjunto de conocimientos y aptitudes, sino de un estilo de personalidad afín con dicho estatus que no es modificable al cien por cien y ni mucho menos a corto plazo. Estos líderes son inseguros si no lo tienen todo bajo control, no saben gestionar el miedo ni manejar la incertidumbre, mostrando indecisión y dudas.

Un líder también puede desarrollar una gran codicia para no perder sus privilegios o distorsionar su propia identidad como líder, creyéndose invencible y un ser superior. En este último sentido, el estudio psicológico de muchos de los grandes líderes de la historia de la humanidad refleja la presencia de personalidades narcisistas y psicopáticas, por supuesto con grandes dotes para la manipulación. Las emociones más presentes en este perfil de líderes son: la envidia, los celos, la soberbia, el desprecio y la ausencia de culpabilidad o vergüenza. Estos líderes son difíciles de derrocar, suelen rodearse de colaboradores inferiores a ellos y servirse del miedo y la incertidumbre para generar experiencias de indefensión e inacción a su alrededor. En este punto, han perdido el objetivo que les llevó al poder.

El liderazgo positivo

Un líder positivo es aquel que tiene los conocimientos y habilidades necesarios para aplicarlos en su ámbito de liderazgo, tiene visión, sabe anticiparse y tener claras las metas de cara al futuro, es creativo y proactivo en la resolución de problemas buscando soluciones, sabe trabajar en equipo y delegar en las personas adecuadas, tiene carisma, capacidad y habilidades para comunicarse de manera asertiva, ofrece soluciones satisfactorias para el grupo, es empático y motivador, centrándose en las potencialidades del grupo, se sitúa en un enfoque gana-gana, sabe gestionar sus emociones y las del grupo, maneja la incontrolabilidad y la incertidumbre, asume la responsabilidad ante los fracasos y sabe atribuir lo éxitos a su equipo, también es importante que sientan humildad y optimismo. La ambición y la atracción por el reto están presentes en ellos pero no presentan de manera patológica envidia o celos y son sensibles a la culpa y la vergüenza. Un líder positivo también tiene que disfrutar dirigiendo y liderando.

En cualquier caso, a pesar de estas cualidades, el líder no puede dominar todo el tiempo estos recursos, paro ello, es fundamental la regulación del poder para que tenga límites y mecanismos de control, y la importancia de no mantenerse en él un exceso de tiempo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Mantener el 15M a largo plazo

Mantener el 15M a largo plazo

 Hay varios componentes psicológicos que mantienen la conducta a largo plazo:

Las emociones y los sentimientos son motores de la conducta, algunos de ellos se están experimentando en este movimiento, como la indignación, la esperanza, la alegría compartida por el empuje solidario... Estos sentimientos nos llevan a la acciónpara el cambio, a la acción para conseguir algo preciado y justo. Si estas emociones bajan su intensidad, la acción puede venirse abajo. En este sentido la actuación de los mossos d’Esquadra en la Plaza de Cataluña reavivó la indignación y le dio más vida a la llama de las emociones. La falta de concreción en las acciones o la dispersión pueden provocar también una disminución de estímulo emocional.

Otro motor de la conducta son las normas. Muchas veces no tenemos el estado emocional propicio para actuar pero hay normas interiorizadas que nos obligan a hacerlo. "Debo cumplir con…" Estas normas cobran más fuerza cuanto más unidas estuvieron en un principio y lo están con estados emocionales y sentimientos. Es decir, si se han convertido en valores importantes para ese individuo o grupo, en algo valioso por lo que luchar, en algo valioso que conseguir.

¿Está basado el movimiento 15M sólo en estados emocionales efímeros o hay un sistema de valores que está sujetándolo y manteniéndolo?

Creo que los valores están muy presentes por ser valores universales relacionados con la naturaleza humana: libertad, dignidad, seguridad, justicia, equidad…

Otro elemento que funciona como motor de la acción es el de los límites de dicha acción. Qué se puede o no se puede hacer… Hay límites que pueden superarse si miramos la realidad con un prisma positivo. Muchas veces, los límites nos los auto-imponemos nosotros mismos con creencias desajustadas, pensamientos catastróficos o irracionales, baja autoestima y baja percepción de autoeficacia, lo cual lleva a la evitación, a la huída y, a nivel emocional, al cansancio, la depresión o la resignación.

Características psicológicas que tienden al reto y a la construcción de soluciones ante situaciones complejas, al autocontrol emocional y mental ante las adversidades o dificultades, facilitan que se superen dichos límites. Tenemos muchos ejemplos de superación personal en nuestra realidad, por ejemplo en el deporte.

Por supuesto, hay límites insalvables, y por ello las metas y los objetivos de cambio deben asentarse en unos mínimos realistas que puedan materializarse en acciones concretas.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Movimiento 15M, lo mejor de la naturaleza humana

15M, lo mejor de la naturaleza humana

Lo que está ocurriendo desde el 15 de mayo explica, desde mi punto de vista, cómo el ser humano ha conseguido sobrevivir, superarse y avanzar a lo largo de millones de años de evolución: COOPERACIÓN.

Estamos asistiendo a un acontecimiento donde de manera pacífica, gentes de diversa índole e ideología se han organizado con un objetivo común, manifestándose a través de múltiples voces y enfoques, y un método común, una organización, que ha surgido prácticamente de la nada, sin líderes ni cabecillas, simplemente de la motivación hacia ese objetivo y con la conciencia de grupo, sin que primen los intereses individuales. Esto es cooperar.

La gente que se ha sumado al movimiento Democracia Real Ya o Movimiento 15M,  ha demostrado civismo, organización y solidaridad, ha habido una total y absoluta autorregulación, sin ningún tipo de incidente violento. Ha salido lo mejor de la naturaleza humana: la unión en los momentos difíciles. Desde una perspectiva psicológica, es una tendencia normal de las personas ante catástrofes, crisis o injusticias.

Está demostrado que la cooperación es más eficaz que la competición para conseguir los mejores resultados en cualquier contexto a largo plazo. La teoría de los grupos así lo ratifica, pero, aunque está en los manuales de alto rendimiento de las empresas, cuando se habla de trabajo en equipo o negociación, o lo escuchamos de boca de los políticos ante situaciones mundiales complejas, en la práctica NO SE HACE.

En épocas de opresión, de crisis, de escasez, se han producido las grandes revoluciones de la humanidad, y en todos esos momentos la cooperación ha sido clave en la consecución de libertad y derechos humanos.

El 15M se da en un contexto de crisis mundial, de índices muy altos de paro, de circunstancias donde los más desfavorecidos son los que están sufriendo las peores consecuencias, de otros antecedentes de protestas sociales ante la realidad político-económica actual. Un momento en el que muchos jóvenes  sienten que no tienen futuro y no tienen nada que perder, y ante la inminencia de unas elecciones que, en este caso, han funcionado como detonador de lo que se fraguaba.

Esta situación es un caldo de cultivo para desarrollar sentimientos de indignación y descontento ante la injusticia social y que aleja a los votantes del sistema por la incapacidad de los políticos de atender las necesidades reales de la ciudadanía. Desde la psicología hablamos del principio de saciedad/privación. Las motivaciones proactivas del ser humano se despiertan ante la privación de necesidades y no en momentos de bonanza.

Y muchos españoles se han movilizado y concentrado en la Puerta del Sol y en las principales plazas de nuestro país y de otros países, unidos por un sentimiento de indignación, que gracias al grupo, se ha complementado con sentimientos de justicia universal y de esperanza. Estos sentimientos son de unión, de lucha y de acción positiva.

Esto es lo que está pasando ahora, no hay nada que perder, social y psicológicamente se están dando todos los factores que explican este acontecimiento: privación de necesidades, sentimientos de indignación e injusticia, cohesión y cooperación grupal alimentados por sentimientos de acción positiva y objetivos comunes. 

¿Es el momento de hacer resurgir las utopías? Las utopías no se consiguen, dicen, por eso son utopías, pero la lucha por los ideales y un mundo mejor nos ha ayudado a dar grandes saltos éticos y de superación personal en la historia de la humanidad. Esto marca una gran diferencia con otras especies, el ser humano no sólo actúa motivado por el aquí y ahora sino que puede anticiparse y actuar para conseguir cosas positivas de cara al futuro, actúa también motivado por ideas e imágenes que puede ser capaz de hacer realidad.

Ojalá esto no tenga vuelta atrás y estemos ante uno de los cambios fundamentales de nuestro mundo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El secreto de la eterna juventud

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Sí, parece que este secreto existe y está en las manos de cada uno de nosotros.

¿No os ha pasado que la etapa de la infancia la recordáis como una eternidad donde pasaron muchas, muchas cosas?

Siendo niños, nos parecía eterno llegar a ser mayores. Y es que durante la etapa de la niñez, la adolescencia y la primera juventud, muchas cosas  de la vida cotidiana son novedosas y por ello despiertan al máximo nuestro interés. Eso hace que nuestra percepción subjetiva del tiempo sea más dilatada.

Tener una vida rica en experiencias, una vida activa física y mentalmente y con dosis de novedad, hace que percibamos nuestra vida como más intensa y más larga.

Aprender cosas nuevas, viajar a lugares exóticos y diferentes, tener variedad en nuestras actividades laborales o de ocio, profundizar en conocerse a sí mismo, tener una vida social rica, desarrollar actividades creativas… nos ayuda a experimentar que el tiempo está en nuestras manos.

La monotonía excesiva, el exceso de estrés, la sobrecarga de compromisos y responsabilidades, la huída de uno mismo, las actividades que son mera evasión, etc. Aceleran el paso del tiempo y nos hacen sentir más insatisfacción y frustración.

Aún no hemos inventado la máquina del tiempo pero mucho de esto sí está en nuestras manos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Nuestro vídeo corporativo

CRECE es un gabinete psicológico con sede en Madrid. Sus profesionales desarrollan su labor en el ámbito de la psicoterapia, el coaching y la formación en habilidades. Trabajamos para conseguir que las personas se conozcan mejor y se sientan bien consigo mismas, abriendo camino al cambio y a la evolución. 

En el blog de Crece podrás conocer aspectos relevantes sobre el desarrollo personal y profesional, resolver tus dudas, reflexionar y abrir debates sobre temas relevantes para nuestras vidas.

Vídeo oficial de Grupo Crece http://www.youtube.com/watch?v=IV4lINZzqJ0

 

Danza y teatro para expresar tu yo auténtico

grupo crece

En la vida desempeñamos papeles, roles diversos. Algunos de esos roles nos han servido en momentos vitales, la mayoría nos fueron impuestos en el entorno familiar y social a edades tempranas y eran útiles para adaptarnos a dichos entornos, pero en la etapa adulta ya no nos sirven y pueden estar provocándoos insatisfacción, frustración y baja autoestima. Algunos de esos papeles que tuvimos que representar no estaban hechos a nuestra medida, no respondían a nuestras necesidades, nuestras capacidades o nuestros deseos más intrínsecos. Algunos roles no tuvimos ocasión de experimentarlos por imporsición, por tabúes o miedos y son una asignatura pendiente en nuestra vida.

El teatro terapéutico o teatro Gestalt y el movimiento expresivo y danza Gestalt facilitan que tomemos contacto con nuestro verdadero yo a través de juegos teatrales y la expresión del movimiento. Se trabaja con las emociones, la comunicación, la confianza, la aceptación, la vulnerabilidad y la fortaleza, para conseguir conocernos mejor, aprender a escucharnos a nosotros mismos a nivel corporal y emocional, afrontar miedos y dificultades, y sentirnos más seguros y motivados.

Este trabajo se realiza con adultos o con menores, en el ámbito del coaching y del crecimiento personal, en el ámbito clínico-terapéutico, educativo y psico-social.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Cuando estamos alegres…

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La alegría es una emoción universal, innata y básica.

Es universal ya que está presente en todas las culturas humanas, es innata porque los bebés nacen ya con capacidad para experimentarla, expresarla y reconocerla en las expresiones de los otros y, básica porque a partir de ella desarrollamos otros sentimientos positivos más complejos.

Además, no es exclusiva de las personas, la compartimos con muchos animales.

La alegría es la emoción de la acción positiva. Cuando estamos alegres imaginamos más, somos más creativos, anticipamos que el futuro y el resultado de nuestras acciones depararán cosas buenas, sentimos que tenemos más capacidades para enfrentar las diferentes circunstancias y obstáculos cotidianos, inhibimos nuestro miedo y ansiedad, somos más proactivos, nos relacionamos más con los demás y, en definitiva, aumentamos la posibilidad de conseguir nuestros objetivos y de que las cosas salgan bien.

Todo esto se manifiesta también a nivel biológico liberando los neurotransmisores del placer, las endorfinas. 

“Sin alegría ni orgullo no hay nada que salga bien”

F. Nietzche

Hay muchas vías para potenciar los estados emocionales positivos:

  • Aprende a relajarte y mantén a raya el estrés.

  • Fíjate en lo que haces bien y no te exijas tanto.

  • Encuentra momentos para ti y lo que te gusta.

  • Come y duerme lo suficiente para ti.

  • Haz algo de deporte.

  • Toma decisiones hacia cambios vitales ilusionantes.

  • Incorpora cosas nuevas en tu vida.

  • Encuentra momentos para relacionarte con los otros.

  • Haz actividades creativas.

  • Sonríe y ríete cada día, cultiva el humor.

Técnicas como la danzaterapia, risoterapia, musicoterapia, arteterapia, entre otras nos pueden ser muy útiles para acercarnos a esos estados emocionales positivos.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Cómo afrontar un despido

INEM

Con rabia e impotencia: me han despedido, es injusto, por qué me ha tocado a mí, nos estaban explotando, nos pagaban mal, toda la vida luchando en esta empresa y encima echan a quien más se lo merece…

Tendríamos ganas de arrasar con la empresa, de protestar, de cambiar el sistema, pero sólo con la rabia no podemos.

Con miedo: y ahora qué hago, tengo que pagar la hipoteca, me quería independizar con mi pareja, no quiero que a mis hijos les falte de nada, ya tengo una edad, sólo tengo experiencia en este sector y con la crisis está fatal…

El miedo nos lleva a la defensa, la protección o la huída, nos bloquea, nos impide ser proactivos y pensar en soluciones razonables, nos lleva a evitar enfrentarnos a situaciones ya que pensamos que no tenemos recursos para ello.

Con tristeza: no valgo para nada, ni para sacar adelante a mi familia, no tengo ganas de nada, no me han llamado de ninguna de las ofertas a las que me apunté, no consigo levantarme por las mañanas, me presionan la familia y la pareja, no sé que hacer con mi tiempo…

La tristeza aparece ante la pérdida de algo valioso, poder adquisitivo, estatus, sensación de valía personal… La tristeza afecta a la autoestima y nos lleva a la inactividad.

Con vergüenza: soy un “parado”, qué pensará la gente de mí, qué pensará mi familia, cómo se lo voy a decir, voy a callarme un tiempo a ver si encuentro algo, qué vergüenza que me vean en la cola del paro o paro las mañana paseando por el barrio… La vergüenza nos bloquea.

Con culpa: he fallado a mi familia, he fallado a mis amigos, debería haber sido más sumiso en el trabajo, debería haberme esforzado más, por qué tuve que protestar aquel día… La culpa nos llena de remordimientos.

La rabia, el miedo, la tristeza... son sentimientos habituales y naturales cuando sufrimos un despido pero que no facilitan el acceso a un nuevo trabajo. La vergüenza y la culpa también son respuesta a nuestra necesidad de ser aceptados por el grupo y la sociedad pero no facilitan el cambio. Estas emociones no podemos anularlas, pero quedarnos sólo ahí no nos ayuda a solventar la situación. ¿Qué podemos hacer entonces?

Éstas son algunas recomendaciones para afrontar ese momento de shock emocional:

  • Transmitir la información a la familia lo antes posible, no ocultarlo socialmente. Hacerlo, no desde una posición o rol de víctima o desde un rol demasiado relajado con un chiste, sino abordarlo con naturalidad y seriedad.

  • Tomar unos días de descanso para asumir la noticia, descansar y expresar la preocupación, la tristeza o el desánimo.

  • Buscar tiempo para pensar qué es lo que me gustaría hacer, qué cosas se me dan mejor, cuales son mis puntos fuertes y puntos débiles en el terreno laboral y en las competencias personales asociadas.

  • Transformar los pensamientos negativos, muchas veces irracionales, en pensamientos constructivos.

  • Hacer actividades agradables que reactiven los estados emocionales positivos, retomar alguna de las aficiones que no podíamos hacer debido a las obligaciones profesionales.

  • Reactivar nuestra red de contactos o construir una red de contactos: desde sociales y familiares a contactos profesionales, no sabemos de donde puede venirnos una oferta o una información relevante.

  • Acudir a cursos de formación o procesos de coaching en las áreas técnicas o de habilidades personales en las que necesitemos refuerzo.

  • Planificar la búsqueda de trabajo como un trabajo en sí mismo, con un horario y unos objetivos concretos. Se puede empezar con una tormenta de ideas para buscar opciones de trabajo y después de seleccionar las ideas más productivas se pueden escribir los objetivos y el plan de acción y establecer una agenda. Para ello también podemos pedir consejo o ayuda a personas relevantes de nuestro entorno.

  • Actualizar el currículum y preparar cartas de presentación o de recomendación.

  • Entrenarse en entrevistas de trabajo para adaptarse a los objetivos del puesto y manejar situaciones incómodas como ¿por qué te despidieron’ ¿Por qué accedes a un trabajo de menor categoría profesional de la que has tenido en otros puestos?, etc.

Afrontar un despido forma parte de un proceso de aprendizaje, que se inicia en la toma de conciencia y aceptación de lo que estamos sintiendo, para ir progresivamente asimilando la situación y saliendo del bucle a través de la acción y pensamiento resolutivos. Como todo proceso de aprendizaje lleva un tiempo y supone avances y retrocesos que nos tenemos que permitir.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

El 14 de febrero y la comercialización del amor

El 14 de febrero y la comercialización del amor

En nuestra sociedad las personas tenemos un conjunto de ideas preconcebidas erróneas sobre las relaciones sentimentales y el amor. Son fruto, en gran parte, de los modelos de pareja que nos muestran a través del cine o la música comercial, la publicidad y, en general, los medios de comunicación, que fomentan un amor de consumo banal, vacío y superficial.

Con relación al cine no puedo evitar hacer mención a la película basada en la serie Sexo en Nueva York donde el verdadero amor se tiene que demostrar a través de un matrimonio por todo lo alto con dimensión pública, una gran fiesta, un gran vestido, muchos invitados y una gran casa con vestidor diseñado para guardar cientos de pares de zapatos.

En el mes de febrero nos bombardean con la publicidad de ese especial día de San Valentín en el que demostrarás a tu pareja lo mucho que la quieres con perfumes, joyas, flores, viajes, cenas especiales, circuitos Spa para enamorados… Está tan metido en la cultura que si él o ella no se acuerda de ese día y nos prepara algo especial nos sentimos lastimados y decepcionados, sentimos que no nos tiene en cuenta y no tiene detalles románticos con nosotros. Como si el amor fuera eso.

En la música el amor es el gran tema, y frases como “sin ti no soy nada”, “te necesito”, “como yo te amo nadie te amará”, “soy tuya”, “morir de amor” etc. alimentan también estos mitos.

Podemos remitirnos también a la literatura, que a partir del siglo XIX especialmente,  alimenta la idea del amor romántico, por ejemplo la obra Madame Bobary y la de todos los poetas románticos.

Y pensamos cosas como: el verdadero amor es estar enamorado toda la vida, el sexo siempre debe ser intenso con mi pareja, mi pareja si me quiere debe saber lo que necesito, deseo o me hace ilusión, todo lo tengo que compartir con mi pareja, mi pareja se acordará de todas las fechas importantes, el único sentido de mi vida es el amor a mi pareja, no me puedo fijar en nadie más, ni sentirme atraído/a por nadie, los celos avivan la llama del amor, los detalles románticos tienen que ser especiales: saber escribirme una poesía + gastarte dinero en mí + sacrificar todo tu tiempo por mí+ hacer algo que no le guste por mí (y si todo ello lo hace el 14 de febrero, mejor).

Además, todo aderezado por un mundo, el occidental, donde las necesidades básicas, en general, están cubiertas y donde se alimenta un estereotipo de persona que debe estar en la cresta de la ola. Vivimos atados a las pasiones y cuando esto desaparece o no está presente sentimos que no hay amor.

Se trata de una concepción del amor equivocada, sujeta a múltiples mitos que nos llevan a tener un conjunto de expectativas sobre las relaciones y el comportamiento de nuestra pareja insostenibles en la realidad, y que, en parte, pueden explicar la dificultad para mantener una relación sana y duradera.

El ser humano de forma instintiva tiende a buscar apegos y a perpetuar la especie. Culturalmente, a lo largo de la historia y según nuestras pautas específicas de socialización, se han canalizado y matizado estas necesidades instintivas. No podemos huir ni de la biología ni de la cultura, estarán presentes en nosotros siempre. Pero si rascamos en las relaciones funcionales, sanas y satisfactorias en nuestra cultura llegaríamos a varias conclusiones:

El amor es más que enamoramiento, pasión o deseo. Es amistad, respeto, admiración, empatía, comunicación, compromiso, compartir, sentirse seguro, compañía, alegría. Y hay muchas maneras, casi tantas como parejas existen, de alcanzar esto.

El amor de pareja debe dejar espacio al individuo y a la satisfacción de sus necesidades personales.

Las relaciones amorosos son dinámicas y cambian a lo largo del tiempo.

El amor se demuestra, se alimenta y se aviva cada día en las cosas pequeñas y cotidianas y no con una súper boda, un sacrificio vital o un día de San Valentín.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

El poder de la risa. A reír, a reír, a reír…

risa

La risa es un mecanismo muy básico y primitivo que nos ayuda a estar sanos y unidos al grupo.

Compartimos la risa con los primates, y también las cosquillas. Otros animales como los perros y algunos roedores parecen tener algo parecido a la risa en los ambientes de juego o cuando se les hacen cosquillas.

La risa es uno de los precursores de la comunicación, al igual que el llanto. Cuando el bebé ríe nos indica que está contento, satisfecho, que no necesita nada de nuestra parte, y además, nos invita a establecer contacto social y afectivo con él, nos ayuda a reforzar nuestro vínculo emocional.

La sonrisa y la risa transmiten confianza y seguridad, “no soy peligroso, te puedes fiar de mí”. Es, por tanto, un facilitador de la resolución de conflictos. Las personas que sonríen más son consideradas más seguras y más atractivas.

Nos reímos mucho más con otras personas que solos, es un acto social. La risa es contagiosa lo que seguramente ha sido adaptativo como mecanismo de cohesión social.

Es muy difícil reírse de mentira, se trata de un proceso inconsciente que no podemos controlar. Cuando reímos de verdad lo hacemos “con los ojos”. Contraemos el músculo orbicular que no puede hacerse de forma simulada, por ello es fácil diferenciar una sonrisa o risa falsa de una auténtica (sonrisa de Duchenne).

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La risa tiene que ver con algo muy básico, con la primera infancia. La risa nos permite bajar nuestras defensas y no tomarnos tan en serio la vida, nos permite conectar con el juego, con el niño interior y nos libera.

La risa tiene beneficios extraordinarios sobre el sistema inmunitario, aumenta las defensas, no sólo durante el momento de la risa o diversión porque el efecto permanece tiempo después. La risa y el sentido del humor nos ayudan a canalizar el estrés y las respuestas emocionales ante sucesos negativos.

A reír...

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece