¿Por qué es tan importante la habilidad para hablar en público?

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La habilidad para hablar en público es de las más complejas y difíciles de gestionar. Parece que hay personas especialmente dotadas para ello, que se manejan como pez en el agua cuando tienen que "soltar un speech" en público, sea dando un curso o conferencia, tomando la palabra en una reunión de trabajo o contando una anécdota en un grupo social o familiar.

Si somos de los que pensamos que “se nos da mal” esto de hablar en público, es muy posible que admiremos y nos maravillemos de este tipo de personas y sintamos que esto “no es para nosotros", "no hemos nacido con ese don”, “nosotros no seremos nunca capaces de conseguirlo”.

En realidad, no es así, las habilidades de oratoria y hablar en público se aprenden y cualquiera de nosotros puede hacer gala de poder disfrutar hablando en público, conmover, convencer o conseguir la atención de un auditorio, con sólo entrenarse y practicar el conjunto de habilidades y estrategias implicadas en una conducta, a priori, muy difícil. 

Además, es una conducta que si aprendemos a manejarla, nos va a aportar una mejor autoestima y una mayor seguridad en nosotros/as mismos/as. 

Hablar bien en público nos puede abrir muchas puertas. Desde un punto de vista profesional puede ayudar a:  aumentar las posibilidades en una entrevista laboral, conseguir mayor credibilidad y atención en las reuniones de trabajo, obtener mejores resultados en un examen u oposición, captar clientes para una empresa o proyecto, ganarme la confianza de mi equipo, liderar con más seguridad a un grupo de personas… Pero, también, en el terreno personal tiene grandes ventajas como facilitar sentirme más integrado/a en los grupos sociales o en el entorno familiar, conseguir que mis opiniones sean tomadas más en cuenta, ser percibido/a como una persona más interesante y segura de sí misma…

Cuando hablamos en público, ponemos sobre la mesa un gran abanico de competencias, desde cómo estructurar un discurso, a cómo expresarse con los gestos de la cara, las manos, el cuerpo o la voz. Todo ello implica un conjunto de habilidades verbales y no verbales que se pueden entrenar por separado de una manera sencilla.

¿Por qué se nos da mal hablar en público? ¿Por qué, incluso, hemos desarrollado miedo escénico o miedo a hablar en público?

Es muy posible, que en algún momento de nuestra vida, hayamos tenido una experiencia desagradable o traumática, donde quizá hubo personas que se burlaron o nos humillaron, sufrimos un bloqueo o una reacción de mucho nerviosismo, nos sometían a situaciones de mucha exigencia…. Entonces, nuestro organismo ha automatizado la respuesta de activación o tensión para protegernos (Cerebro reptiliano o emocional) y esta respuesta de alerta se generaliza a otros contextos de exponernos a un público aunque racionalmente (neocortex) nos parezca absurdo o no encontremos la relación.  

Puede ser también, que por las circunstancias de un entorno muy protector, exigente o que no nos haya ofrecido oportunidades de enfrentarnos a estas situaciones, no tengamos experiencia y práctica a la hora de comunicarnos y hablar en público y sintamos que no sabemos hacerlo.

La timidez, el miedo a exponernos al juicio de los demás, los bloqueos para mostrarnos espontáneos y tal como somos, también suelen estar en la base de nuestro miedo o dificultad para hablar en público.

Ante esto, las consecuencias de tener dificultades a la hora de enfrentarse a hablar en público son:

  • Si no podemos evitar enfrentarnos porque en nuestro trabajo es imprescindible, al no disponer de recursos de autogestión emocional ni herramientas verbales y no verbales, obtenemos un resultado negativo, nuestra autoestima baja y mantenemos o empeoramos el problema al largo plazo.

  • Si podemos, evitaremos exponernos a aquello que provoca malestar, con lo cual nunca podremos aprender o mejorar estas habilidades y darnos cuenta de que podemos hacerlo y podemos hacerlo bien y disfrutarlo.

Disfrutarlo, sí.

Cuando podemos ser nosotros mismos ante un auditorio o grupo de personas, gestionando nuestra ansiedad hasta el punto de poder bajarla al mínimo, mostrando naturalidad en nuestra comunicación no verbal, y pudiendo expresar nuestras ideas, obtenemos un gran refuerzo social y nuestra autoestima se refuerza muchísimo.

 

Hay ciertas claves a tener en cuenta a la hora de hablar en público:

1. Nuestro nivel de activación o ansiedad que nos puede hacer percibir la sensación de descontrol y de miedo al miedo o miedo a las señales de ansiedad: taquicardia, sudor, dificultad para respirar, bloqueo corporal, temblor en la voz o en el cuerpo. Pensar que los demás “lo pueden notar” nos hace estar muy indefensos y expuestos. Y centrar nuestra atención en la ansiedad favorece que la ansiedad se mantenga, ese comportamiento de hipervigilancia hace que nosotros mismo provoquemos que estas señales se mantengan e incluso que aumente su intensidad. Mantener a raya nuestro nivel de ansiedad y aprender estrategias como la respiración diafragmática o el control atencional para manejarlo, será imprescindible.

2. Las ideas que tenemos de nosotros/as mismos/as en ese momento, o antes o después de enfrentarnos al público: ideas, la mayoría de las veces, muy negativas e hiperexigentes y que ponen en duda nuestra valía personal. Tendemos a:  

  • Anticipar las consecuencias negativas “voy a hacer el ridículo”, evaluar de manera poco realista y muy negativa nuestras habilidades, “lo hago fatal”, o las situaciones, “nadie se está enterando de nada”.

  • Generalizar los errores o las dificultades, “no lo voy a conseguir nunca”, “todo lo hago mal”,

  • o focalizar la atención en un aspecto que no es tan relevante, “ya estoy de nuevo con los titubeos”.

  • Marcarnos metas excesivamente elevadas sin tener en cuenta nuestro punto de partida a la hora de hablar en público: “tengo que hacerlo perfecto si no, no vale”

  • Exagerar nuestros errores y no tener en cuenta nuestros logros: “se me ha olvidado hablar de…”

  • Compararnos con otras personas de modo que nosotros/as siempre salimos perdiendo provocándonos una respuesta de inseguridad y desánimo: “no puedo competir con esta persona, lo hace y lo hará siempre mejor que yo”.

Desarrollar ideas más proactivas y constructivas y desbancar las ideas perjudiciales será una estrategia importante. Podemos usar autoistrucciones positivas como: “nadie lo nota más que yo” “voy a respirar” “me voy a centrar en la presentación”, “voy a mover las manos”, “estoy consiguiendo estar más calmado/a” “he conseguido avanzar en … desde la última vez”.

3. La conciencia de nuestros movimientos corporales, faciales y del uso de la voz, y el conocimiento que tengamos de los comportamientos no verbales adecuados en estas situaciones. Hay aspectos de la conducta no verbal y paralingüística que nos pueden dificultar la puesta en escena y otros que nos lo facilitan, favoreciendo que el mensaje llegue de manera más clara y contundente y consigamos nuestros objetivos en dicha comunicación, y lo más importante, vamos a conseguir contagiarnos de esa actitud no verbal y sentirnos más seguros/as. Es necesario un entrenamiento en estas competencias dirigido por un profesional.

4. La estructura de nuestro discurso y el uso del lenguaje verbal, así como los apoyos didácticos usados, que igualmente, puede facilitar o no que nuestro mensaje llegue al interlocutor. Podemos acudir a un profesional que nos oriente y corrija nuestras presentaciones.

5. La exposición progresiva a situaciones de hablar en público y la práctica son imprescindibles para descondicionar nuestra experiencia negativa y propiciar nuevas asociaciones positivas en el cerebro. Mientras más lo evitemos, más dificultades y más conflicto tendremos con esta habilidad.

Existe una gran oferta de cursos presenciales de oratoria, cursos para vencer el miedo escénico o cursos para hablar en público en Madrid y en el resto de España. Un buen curso es la opción más eficaz para superar nuestro nerviosismo y ansiedad en las presentaciones y mejorar considerablemente nuestras habilidades.


Raquel López Vergara

Psicóloga, coach y formadora

Grupo Crece 

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Movimiento 15M, lo mejor de la naturaleza humana

15M, lo mejor de la naturaleza humana

Lo que está ocurriendo desde el 15 de mayo explica, desde mi punto de vista, cómo el ser humano ha conseguido sobrevivir, superarse y avanzar a lo largo de millones de años de evolución: COOPERACIÓN.

Estamos asistiendo a un acontecimiento donde de manera pacífica, gentes de diversa índole e ideología se han organizado con un objetivo común, manifestándose a través de múltiples voces y enfoques, y un método común, una organización, que ha surgido prácticamente de la nada, sin líderes ni cabecillas, simplemente de la motivación hacia ese objetivo y con la conciencia de grupo, sin que primen los intereses individuales. Esto es cooperar.

La gente que se ha sumado al movimiento Democracia Real Ya o Movimiento 15M,  ha demostrado civismo, organización y solidaridad, ha habido una total y absoluta autorregulación, sin ningún tipo de incidente violento. Ha salido lo mejor de la naturaleza humana: la unión en los momentos difíciles. Desde una perspectiva psicológica, es una tendencia normal de las personas ante catástrofes, crisis o injusticias.

Está demostrado que la cooperación es más eficaz que la competición para conseguir los mejores resultados en cualquier contexto a largo plazo. La teoría de los grupos así lo ratifica, pero, aunque está en los manuales de alto rendimiento de las empresas, cuando se habla de trabajo en equipo o negociación, o lo escuchamos de boca de los políticos ante situaciones mundiales complejas, en la práctica NO SE HACE.

En épocas de opresión, de crisis, de escasez, se han producido las grandes revoluciones de la humanidad, y en todos esos momentos la cooperación ha sido clave en la consecución de libertad y derechos humanos.

El 15M se da en un contexto de crisis mundial, de índices muy altos de paro, de circunstancias donde los más desfavorecidos son los que están sufriendo las peores consecuencias, de otros antecedentes de protestas sociales ante la realidad político-económica actual. Un momento en el que muchos jóvenes  sienten que no tienen futuro y no tienen nada que perder, y ante la inminencia de unas elecciones que, en este caso, han funcionado como detonador de lo que se fraguaba.

Esta situación es un caldo de cultivo para desarrollar sentimientos de indignación y descontento ante la injusticia social y que aleja a los votantes del sistema por la incapacidad de los políticos de atender las necesidades reales de la ciudadanía. Desde la psicología hablamos del principio de saciedad/privación. Las motivaciones proactivas del ser humano se despiertan ante la privación de necesidades y no en momentos de bonanza.

Y muchos españoles se han movilizado y concentrado en la Puerta del Sol y en las principales plazas de nuestro país y de otros países, unidos por un sentimiento de indignación, que gracias al grupo, se ha complementado con sentimientos de justicia universal y de esperanza. Estos sentimientos son de unión, de lucha y de acción positiva.

Esto es lo que está pasando ahora, no hay nada que perder, social y psicológicamente se están dando todos los factores que explican este acontecimiento: privación de necesidades, sentimientos de indignación e injusticia, cohesión y cooperación grupal alimentados por sentimientos de acción positiva y objetivos comunes. 

¿Es el momento de hacer resurgir las utopías? Las utopías no se consiguen, dicen, por eso son utopías, pero la lucha por los ideales y un mundo mejor nos ha ayudado a dar grandes saltos éticos y de superación personal en la historia de la humanidad. Esto marca una gran diferencia con otras especies, el ser humano no sólo actúa motivado por el aquí y ahora sino que puede anticiparse y actuar para conseguir cosas positivas de cara al futuro, actúa también motivado por ideas e imágenes que puede ser capaz de hacer realidad.

Ojalá esto no tenga vuelta atrás y estemos ante uno de los cambios fundamentales de nuestro mundo.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece

 

Danza y teatro para expresar tu yo auténtico

grupo crece

En la vida desempeñamos papeles, roles diversos. Algunos de esos roles nos han servido en momentos vitales, la mayoría nos fueron impuestos en el entorno familiar y social a edades tempranas y eran útiles para adaptarnos a dichos entornos, pero en la etapa adulta ya no nos sirven y pueden estar provocándoos insatisfacción, frustración y baja autoestima. Algunos de esos papeles que tuvimos que representar no estaban hechos a nuestra medida, no respondían a nuestras necesidades, nuestras capacidades o nuestros deseos más intrínsecos. Algunos roles no tuvimos ocasión de experimentarlos por imporsición, por tabúes o miedos y son una asignatura pendiente en nuestra vida.

El teatro terapéutico o teatro Gestalt y el movimiento expresivo y danza Gestalt facilitan que tomemos contacto con nuestro verdadero yo a través de juegos teatrales y la expresión del movimiento. Se trabaja con las emociones, la comunicación, la confianza, la aceptación, la vulnerabilidad y la fortaleza, para conseguir conocernos mejor, aprender a escucharnos a nosotros mismos a nivel corporal y emocional, afrontar miedos y dificultades, y sentirnos más seguros y motivados.

Este trabajo se realiza con adultos o con menores, en el ámbito del coaching y del crecimiento personal, en el ámbito clínico-terapéutico, educativo y psico-social.

Raquel López Vergara

Psicóloga y coach

Grupo Crece