¿Qué ocurre durante una terapia psicológica?

“El propósito de la psicología es darnos una idea totalmente diferente de las cosas que mejor conocemos.”

Paul Valery

Desde el primer momento en que una persona entra en un “despacho de terapia” se inicia una relación. Una relación diferente a las conocidas hasta ahora. No saben nada la una de la otra. Sólo saben que una viene a mostrar su interior ( hasta donde pueda, pues no es fácil hablar de una/o misma/o) y la otra está dispuesta para observar, recoger y sostener.

Este primer encuentro es importante pues ambos miembros de la relación decidirán si su camino juntos puede continuar.

Iniciar un proceso terapéutico con alguien requiere de confianza, de poder sentirse comprendida/o y protegida/o por el otro. Esto es lo que debe ofrecer la o el profesional. Esto es lo que debe sentir la persona que acude a terapia. Esto es un equipo. La implicación de ambas partes será fundamental.La investigación ha demostrado que el éxito de la terapia está determinado más por la calidad de la relación entre terapeuta y paciente, que por la orientación teórica del terapeuta.

Esta relación, para que prospere, requiere de un compromiso. Por una parte, el/la paciente se compromete a “trabajar” en él/ella mismo/a. Iniciar una terapia psicológica requiere de cierto esfuerzo para mirarse por dentro. El terapeuta podrá mandar tareas a realizar entre sesiones, donde será necesaria la reflexión, cierta consciencia de lo que sucede alrededor y en una misma, de honestidad...

Por otra parte, un compromiso con respecto a la asistencia a las sesiones . La terapia es un proceso, y como tal, para que de frutos, es necesaria la continuidad en el tiempo.

En la terapia se produce un tipo de conversación especial. No serás juzgada/o ni criticada/o. No debes preocuparte por si lo que dices es correcto o incorrecto, ni callar cosas por si haces daño o molestas al otro. No serás castigada/o de ninguna manera. Absolutamente todo lo que digas o necesites decir está bien. Y, lo más importante, no hay nada que sea una tontería. Todo lo que sientes, piensas o haces es importante.

Y si algo de esto no sucede, si en algún momento te sintieras juzgada/o, molesta/o o con desconfianza para expresar…lo mejor de todo es que puedes hablar de ello también. En tu relación con el terapeuta, quizás aparezcan emociones o pensamientos que tienes a tener “fuera” de la terapia. Qué mejor lugar como “laboratorio de pruebas” para poder hablar y explorar esos miedos, dudas y angustias.

¿Qué pasa durante las sesiones?

Que se empieza a poder nombrar ya poner palabras a sensaciones, malestares, imágenes o pensamientos confusos. Se saca fuera lo que está dentro.Esto permite comprender y darnos cuenta de lo que nos pasa, a la vez que alivia nuestra ansiedad y estado de ánimo y reduce la intensidad de nuestras emociones.

Se añaden a tu vocabulario palabras como “ respetar” y “ legitimar”. Comienzas a respetar tus tiempos, tus espacios…a respetarte en general. Comienzas a dar valor a lo que sientes, aunque lo que sientas lo consideres “terrible”. Son emociones que aparecen y, por muy negativas que éstas sean, no podemos obviarlas, evitarlas ni taparlas. Comienzas a naturalizar las emociones, a normalizar los errores, a convivir con la imperfección. Te permites dejar de lado la perfección y vivir como un ser humano. Abandonas el deseo de ser un superhéroe/heroína que puede con todo. O un dios o diosa del Olimpo, como lo denomino yo en mi terapia.

El profesional de la psicología no te dirá lo que quieres oír. Será como un espejo donde aprenderás a verte tal y como eres, no como desearías ser o como te culpas por ser.

También se produce, a mi modo de ver, un proceso de DECONSTRUCCIÓN:

Deshacer analíticamente algo

para darle una nueva estructura.

No quiero meterme en exceso en otros campos de conocimiento, ni tengo la intención de generar un debate dialéctico sobre la conveniencia de este término. Sin embargo, creo que es una palabra que define muy bien algo que sucede en la terapia.

Esta palabra fue utilizada por Jacques Derrida, filósofo francés del S. XX. Él consideraba que la deconstrucción es una “estrategia” que deshace los conceptos que se han edificado, no para destruirlos sino para comprobar cómo están hechos, cómo se ensamblan sus componentes y qué elementos ocultos controlan su significado. De esta forma, se podrán presentar nuevas posibilidades de interpretación, nuevos significados.

En un proceso terapéutico, mientras se van nombrando nuestras confusiones,  se van “aireando” y sacando a la luz aquellas ideas, conceptos, valores y creencias con las que nos relacionamos con nosotras/os mismas/os ( como personas), con las/os demás y con el mundo.Todos estos valores y creencias son como un velo a través del cual interpretamos la vida, lo que ocurre ahí fuera ( y dentro de nosotras/os).

Por lo tanto, no nos relacionamos directamente con la realidad, con la verdad, sino que nos contamos las cosas a nuestra manera, como queremos o como podemos.

Nuestros conceptos se van edificando a través de nuestra historia de aprendizaje. La historia aprendizaje de cada persona es única e individual, y se conforma en el día a día de la persona, en su interacción con el entorno, con las experiencias vividas. También interviene nuestro temperamento, es decir, aquello con lo que ya nacemos. Lo que somos hoy es día es fruto, en gran parte, de nuestro temperamento en interacción con el entorno.

A la historia personal de aprendizaje es necesario añadir el contexto cultural que nos rodea, el momento social que nos acompaña. No es lo mismo el concepto de “Amor” que hay ahora, que hace simplemente dos generaciones. No es lo mismo vivir en una época de bonanza y esperanza, que de declive y desaliento.

La mezcla de todo esto es desde donde se van construyendo nuestras creencias e ideas de cómo son las cosas, o de cómo consideramos que deben ser.

En resumen: nuestra visión de las cosas se encuentra “ empañada”. Tenemos relatos de la vida , de lo que debe ser, que de repente no concuerdan con la realidad…y de aquí proviene mucho de nuestro sufrimiento.

“Eso que ha sido siempre aceptado por todos y en todos lados, es casi seguro que es falso”

Paul Valery

El motivo principal por el que una persona decide ir a terapia es la aparición de un malestar creciente que impide el “normal” funcionamiento de su vida, de forma general o en un ámbito en particular.

Te recomiendo este artículo de mi compañero Alberto lópez Viñau. “Cuándo ir a un psicólogo”

Queremos encajar en un ideal, que los demás y la vida también encajen en ese ideal. Los ideales no existen, por lo que cuando chocamos con la realidad, aparece ese malestar.

En terapia se deconstruyen esos ideales. Se deconstruyen conceptos tan complejos como el Amor, la Amistad, la Familia, la Felicidad…No se destruyen, sino que se repiensan. Conocer de dónde vienen, qué elementos controlan su significado. Discernir entre lo que nos fue “impuesto” y lo que es “nuestro”. Elegir con qué parte queremos quedarnos y cuál desechar.

Volver a construir nuestro propio significado de las cosas para poder elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Siempre desde la premisa de que hay otro que también tiene derecho a vivir su vida, al que también hay que respetar y dar legitimidad.

“Serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para ver la diferencia”.

Quizás ésta sea la parte más difícil de una terapia. Darse cuenta de que no se es un ente pasivo que recibe la solución mágica a sus problemas, sino que te das cuenta de que estos pueden cambiar, engrandecerse o desaparecer, en función del punto de vista desde el que los observes y en función de lo que hagas directa o indirectamente con ellos.

Es decir, empiezas a ser consciente de que tienes una parte activa y de responsabilidad en lo que sucede en tu vida. Te irás liberando de la culpa, que paraliza y victimiza, y la irás transformando en responsabilidad, que moviliza y permite buscar soluciones.

Y, aunque parezca casi mágico ( no lo es pues detrás hay un gran y duro trabajo de ese equipo), de repente un día empiezas a vivir tu vida de una forma más sencilla. La vida deja de ser tan pesada. La vida empieza es más liviana. La vida empieza a ser tal y como es.

Raquel Ibáñez Ortego

Psicóloga e instructora de mindfulness

Grupo Crece