La aceptación, sana y posibilita cambios. La resignación apaga y oscurece.
Cuando aceptamos algo, aunque no nos guste, estamos dispuestos para dejarlo atrás o a un lado, y fijar nuestra atención en algo constructivo que nos permita crecer, cambiar, resolver y no gastar energía baldía.
Cuando nos resignamos dejamos de luchar, creemos que no sólo no podremos cambiar lo que nos afecto sino que asumimos que las cosas son como son para todo lo que nos acontezca. Además seguimos sintiendo el dolor de aquello que no pudimos, de aquello que pasó, sin llegar a pasar página del todo.
Psicóloga y coach