Carta a un niño

Hola, peque.

Hoy he visto tu foto en la tele. He visto esos ojos negros que miraban a la cámara fijamente con curiosidad. Y he visto también a muchas otras personas que quizá sean tus papis, tus amiguitos o tus maestros del cole. Todas esas caras tenían expresiones de preocupación y de incertidumbre, pero también de decisión y de esperanza.

Cuando he visto tu foto, he pensado: ¿qué mensajes estará escuchando ese niño cada día?; ¿qué cantidad de conversaciones y escenas habrás vivido en esas largas caminatas, en las interminables horas de espera, en los trenes y autobuses que poco a poco te han ido alejando de lo que conoces, de ese mundo que estabas descubriendo y que cada vez sentías más tuyo?

Me imagino que en estos días estarás viviendo situaciones difíciles y totalmente nuevas para ti. Supongo que muchas, ni siquiera las entiendes y que, a veces, habrás tenido que fijarte en la cara y en los gestos de los mayores para poder adivinar si las cosas iban bien o mal.  Puedo incluso sentir en mi piel la angustia de ser niño en casos como esos, y ser los últimos en enterarnos de las cosas que nos afectan, si es que alguien nos las explica. Por eso quiero mandarte este mensaje solo a ti, como si estuviésemos los dos solos en una sala, jugando con los cojines, sentados en el suelo.

Sé que te resulta muy difícil entender qué está pasando. Ni siquiera yo soy capaz de explicártelo. Pero tienes derecho a saber qué va a ser de ti. Tienes derecho a que los mayores te digan que vas a estar con ellos, que no te van a dejar solo, que, pase lo que pase, no os vais a separar. Estoy segura de que eso es algo que necesitas oír. Quizás no te puedan decir dónde vais a estar mañana, ni en qué condiciones, pero sí te pueden decir que no vas a estar solo.

También sé que te sientes raro porque nunca habías visto a mamá y a papá tan preocupados. Quizás, en los últimos días, les has visto llorar o gritar desesperadamente en algún momento. Esa es su manera de expresar su deseo de estar en un lugar feliz contigo. Es su manera de mostrarle al mundo que tú eres importante y te mereces tener un futuro y vivir en paz y feliz. Puede que sientas que ellos están demasiado preocupados y prefieras no molestarles mucho, pero te diré una cosa: pedir y dar un abrazo nunca molesta.

La situación en la que estás es muy dura, y también es duro sentir que todo está en manos de unos adultos que en ocasiones son buenos y en ocasiones no. Pero, ¿sabes?, no todo depende de los demás. Tú también tienes mucha capacidad de elegir. Puedes elegir jugar con ese niño con el que has coincidido en algún punto de tu viaje y que está triste. Puedes elegir buscar algo bonito en lo que te rodea. Puedes elegir pedir ayuda cuando la necesites. Puedes elegir cerrar los ojitos y buscar una mirada que te hizo sentir protegido, que te hizo sentir aliviado, que te hizo sonreír…. Y, sobre todo, puedes elegir qué papel quieres que tenga este capítulo en el cuento de tu vida y construir con esa experiencia y tu mirada de niño algo precioso.

Imagínate el príncipe de un cuento que ha sido desterrado de su reino y convertido en rana. ¿Qué te gustaría que hiciese esa rana? Puede sentirse triste por ser diferente y no estar en su reino; pero también puede probar a saltar muy alto con sus fuertes ancas, y explorar ese nuevo mundo en el que le toca vivir. Y ,quizás, pueda mirar ese mundo a través de unas gafas mágicas con las que captar todos los detalles felices de su nueva experiencia. ¿Qué te parece mejor?A mí me gustaría ayudar a esa ranita a encontrar esas gafas mágicas y a quererse en su nueva vida. ¿Y a ti?

Antes de despedirnos, me gustaría que los dos hiciéramos un juego. Vamos a juntar nuestros dedos pulgares e índices para hacer con ellos unas gafas mágicas y preguntarnos a continuación: ¿qué cosas bonitas has visto hoy? Y ojalá yo pueda responder: tu sonrisa.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga

Grupo Crece