El lenguaje de la responsabilidad en las relaciones de pareja

Las relaciones personales son tremendamente complejas. Los factores que influyen en ellas son demasiados  y muy sutiles por lo que, en ocasiones, lo que queremos decir, lo que decimos, y lo que el otro entiende  difieren,  dando lugar  a malos entendidos e incluso a conflictos. 

En el caso de la pareja la comunicación se ve influida  por concepciones  sociales, creencias inconscientes y  expectativas, que interactúan con los mensajes y  aumentan la complejidad del entendimiento.

Muchos de los problemas que surgen en los grupos de personas  y  en la pareja se deben a una dificultad de las personas  para detectar sus propias necesidades y hacerse responsables  de  expresarlas. Nos resulta más fácil  responsabilizar a los demás  de descubrir  lo que necesitamos y la manera en la que nos lo han de proporcionar.  Pero este acto que en un principio nos puede parecer útil para quitarnos peso de encima se  vuelve en nuestra contra,  creando relaciones dependientes cuando la persona es sensible a nuestra necesidad  y capaz de cubrirlas en todo momento y  produciéndonos frustración y conflictos cuando las personas no aciertan en lo que necesitamos.

La ausencia del lenguaje de la responsabilidad nos hace meternos en embrollos en los que nadie da lo que quiere ni recibe lo que necesita.

Pongamos como ejemplo a Pedra y Marino: Pedra tiene un mal día en el trabajo, llega a casa y Marino se preocupa mucho, le pregunta cada detalle de su día y le hace veinte propuestas de menús para la cena para que ella elija el que pueda alegrarla un poco. Todo este esfuerzo lo hace Marino pensando que es lo que Pedra necesita. Pedra sin embargo, estaba deseando llegar a su casa para desconectar del trabajo, ponerse una película con Marino y comer lo primero que pillase, está cansada de pensar.  Así que en la opción de menú número 21, y tras varias indirectas, Pedra le dice a Marino: “ay, déjame en paz, que me estas poniendo la cabeza como un bombo y es lo único que me queda”. Marino se llena de rabia porque ha hecho algo que no salía de él, forzándose, creyendo que era lo que el otro necesitaba y encima se encuentra con el reproche.

Otro ejemplo que nos encontramos demasiado a menudo es ese en el que Marino tiene un plan y Pedra quiere ir, pero espera que salga de Marino la petición. Marino cree que ese plan resulta aburrido para Pedra y decide no ofrecérselo para no ponerla en un compromiso, aunque le haría ilusión que le acompañase.  Al final Pedra se enfada por no haber ido y más aún porque Marino no se lo ha propuesto.

Instaurar el lenguaje de la responsabilidad en nuestro día a día es vital para simplificar y optimizar la comunicación. 

Este lenguaje nos hace relacionarnos desde la conciencia y la madurez, es empático, asertivo y, sobre todo, útil.

Hay varios aspectos básicos para comunicarnos desde la responsabilidad:

Conectar con nuestras necesidades.

Cada persona vive la realidad de una manera y necesita cosas diferentes en cada momento. No existe un manual en el que se exponga qué necesita una persona cuando tiene un mal día, cuando ha ido al médico, cuando tiene un conflicto con alguien… Por lo que no nos sirve hablar de “lo normal es que…” como en muchas ocasiones hacemos. Conocer nuestras necesidades en cada momento y aceptarlas es el primer paso para poder comunicarnos con responsabilidad. No podemos hacer responsable al otro de satisfacer una necesidad de la que nosotros no nos responsabilizamos.

Concretar cómo queremos que sea cubierta esa necesidad.

Necesitar ayuda es algo demasiado difuso y puede ser entendido de diferentes maneras, pero un abrazo, una charla, un consejo, que nos escuchen, o que cooperen con nosotros de una manera determinada es un mensaje directo y libre de interpretaciones.

Pensar quien nos puede proporcionar lo que necesitamos.

Cada persona de nuestro círculo nos nutre en algún sentido y nos aporta algo que nos ayuda, pero cada uno tiene su personalidad, sus habilidades y un límite. No hay una persona que nos pueda cubrir el 100% de nuestras necesidades, por lo que buscar y exigir eso solo nos hará relacionarnos desde la carencia de los demás y no desde sus capacidades. Si identificamos la manera de ayudarnos de cada una de las personas que nos rodean podremos valorarlos por ello y acudir a ellos cuando necesitemos eso que tan bien saben compartir.

Expresar nuestra necesidad desde la responsabilidad:

“me apetece hacer esto”, “necesito que me ayudes de esta manera si puedes”, “me siento así”, “tengo mucha ilusión por aquello”, “me vendría muy bien eso”.

Aceptar que igual que yo me hago responsable de mis necesidades y deseos, los demás también pueden tener las suyas.

Y pueden llegar a ser incompatibles en un momento dado. Eso no significa que no podamos encontrar la manera de confluir.

De esta manera, Pedra llegaría a casa y le diría a Marino: “He tenido un día horrible, me siento cansada y con la cabeza cargada, me vendría genial ver una peli y no complicarme mucho con la cena, ¿Qué te parece?”.

Rompamos con ese mito de que quien te quiere debe saber lo que necesitas en cada momento, dejemos de hablar en clave para no exponer nuestras necesidades, hagamos las cosas simples y disfrutemos de ver que las cosas funcionan mejor.

Sara Ferro Martínez

Psicóloga y coach

Grupo Crece